Alfonso Carrillo y Acuña (....-1491), obispo de Pamplona, personaje preclaro en Roma y poeta
Resumen
Hijo del primer conde de Buendía, el futuro obispo de Pamplona aprovechó el parentesco con su homó-
nimo tío carnal, el arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo, para su progreso en la archidiócesis, el nom-
bramiento de protonotario apostólico y la actividad como tesorero y comisario de la cruzada. Promovido
al obispado de Pamplona en 1473 con el apoyo de Juan II de Aragón y del príncipe don Fernando, la
tensa situación política y eclesiástica del reino lo condujo a Roma a fines de 1481 o comienzos de 1482,
donde, aun cuando logró solucionar los principales problemas diocesanos, decidió asentarse. Allí, aparte
de obtener varios beneficios eclesiásticos, fue elegido en julio de 1486 rector de la Iglesia de Santiago
de los Españoles y anudó una sustanciosa red de contactos con destacados personajes del entorno curial
(los cardenales Arcimboldi y Sforza o el maestro de ceremonias, Burckard), con relevantes hispanos (el
vicecanciller Borja, Joan Margarit, López de Carvajal, Vidal de Noya, Paradinas, Diego Guillén de Ávila
y muchos otros) y con algún célebre humanista, como Pietro Martire D’Anghiera, quien, desde 1488,
tras su instalación en España, lo convirtió en uno de sus corresponsales preferidos, por lo que a través
de Carrillo se conocieron en la ciudad eterna muchas noticias procedentes de la corte hispana, entre
ellas las referidas al desarrollo de la guerra de Granada. Murió en Roma en 1491, tras haber encargado
a Guillén de Ávila escribir un Loor de su tío que él adornó con unas coplas de arte mayor.