Edita:
Uso de la Inteligencia Artificial
El impacto de la Inteligencia Artificial (IA) en el ámbito científico ha provocado una transformación profunda en las metodologías y prácticas tradicionales del quehacer investigativo. La adopción de estas tecnologías ha favorecido una mayor eficiencia en la recolección, procesamiento y sistematización de datos, facilitando así avances significativos en diversas áreas del conocimiento. Sin embargo, esta incorporación no está exenta de desafíos. La utilización de sistemas basados en IA ha suscitado preocupaciones legítimas en torno a la integridad de la investigación, la protección de la privacidad y la gestión ética de los datos empleados. En consecuencia, se hace indispensable una reflexión ética rigurosa, que permita establecer un marco normativo capaz de garantizar un uso transparente, responsable y honesto de la IA en la producción académica.
Consciente de estas inquietudes, la revista Imafronte ha decidido adoptar las recomendaciones formuladas por el grupo de investigación interdisciplinar R4C-IRG "Pensamiento Complejo para Todos", así como por la Unidad de Tecnología Educativa del Instituto para el Futuro de la Educación (IFE) de Monterrey. Tales recomendaciones tienen por objetivo regular y orientar el empleo ético de la IA en los procesos científicos, estableciendo un conjunto de principios rectores fundamentales, que a continuación se detallan:
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Preservación de la integridad científica y ética en el uso de la IA: La Inteligencia Artificial debe ser concebida estrictamente como un recurso complementario al trabajo del investigador. En ningún caso debe sustituir la capacidad crítica ni la responsabilidad inherente al investigador en la interpretación y valoración de los resultados obtenidos.
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Protección y confidencialidad de los datos personales: Resulta imperativo respetar y cumplir escrupulosamente con las normativas internacionales y locales vigentes en materia de privacidad y protección de datos. Este principio debe ser observado en todas las fases de implementación de la IA, garantizando la protección de los derechos de las personas cuyos datos pudieran ser utilizados.
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Ejercicio crítico frente a los resultados generados por IA: El investigador debe mantener una postura consciente de las limitaciones propias de estas tecnologías, reconociendo la dependencia de la calidad y precisión de los datos respecto a las instrucciones (prompts) suministradas y evaluando con cautela cualquier posible sesgo implícito.
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Rigurosidad en la verificación y validación de la información: Es responsabilidad del investigador garantizar la fiabilidad, relevancia y pertinencia de los resultados generados mediante IA, asumiendo plenamente la interpretación, aplicación y difusión de dichos resultados.
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Transparencia en la documentación de métodos y herramientas utilizadas: Debe especificarse con claridad el grado de participación y la autoría atribuible a la IA en el proceso investigativo, asegurando así la trazabilidad y transparencia metodológica de la investigación.
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Identificación y mitigación activa de sesgos: Es fundamental promover un uso ético y reflexivo de la IA, adoptando estrategias que minimicen posibles prejuicios y garanticen la objetividad y equidad de los resultados.
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Actualización continua respecto a los avances en IA: Los investigadores deben mantenerse informados y capacitados en relación con los progresos tecnológicos, diversificando el uso de herramientas y fomentando un empleo crítico, creativo y eficiente de estas tecnologías, en coherencia con los objetivos y necesidades de su labor científica.
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Revisión y adaptación periódica de las normativas sobre IA: Resulta esencial actualizar de manera regular las directrices y políticas éticas relacionadas con el uso de la IA, asegurando su coherencia tanto con los principios de integridad científica como con los avances emergentes del campo tecnológico.
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Fomento de la colaboración interdisciplinaria: Se debe propiciar una sinergia efectiva entre el conocimiento humano y las capacidades de la IA, promoviendo el intercambio y la integración de saberes provenientes de diferentes disciplinas, en aras de enriquecer los procesos investigativos.
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Difusión de recursos y oportunidades formativas: Es recomendable compartir activamente fuentes, herramientas y buenas prácticas en el uso de la IA, al tiempo que se brinda formación específica para capacitar a otros investigadores en la aplicación ética y eficiente de estas tecnologías.
Estas directrices no solo pretenden establecer un uso responsable de la Inteligencia Artificial, sino que también buscan fortalecer la confianza y la credibilidad en la producción científica en un entorno caracterizado por la creciente presencia de tecnologías emergentes.