El mundo como maestro: La santidad natural de los seres «irracionales»

Autori

  • Fernando Mora Zahonero
DOI: https://doi.org/10.6018/azufre.280151

Abstract

Ibn ʿArabī nos transmite, en muchos de sus escritos, la imagen de un universo dotado de vida, inteligencia y lenguaje y, en virtud de la percepción de las teofanías o manifestaciones divinas, de que disfrutan buena parte de sus moradores, imbuido en su conjunto de un estado de santidad natural. Tanto los seres animados como los aparentemente inanimados, tanto piedras y flores como animales e incluso nuestros sentidos, miembros y órganos corporales, todo se halla, según declara el Corán y según el propio testimonio del gran maestro murciano y de otros sabios como él, traspasado por la vida, la conciencia, la palabra y la alabanza. Al-Gazālī, por ejemplo, señala que «la tierra está viva y posee un lenguaje». Es esta una visión del mundo que, si bien puede resonar con otras concepciones ancestrales (como la creencia chamánica de los pueblos aborígenes de que todas las cosas están habitadas por espíritus o incluso los objetos animados y los animales parlantes de la literatura fantástica), se articula, en el caso del islam en general y de Ibn ʿArabī en particular, en torno a la noción central de adoración a Allāh.

En concreto, la inteligencia de los animales es objeto de abundantes alusiones en el libro sagrado. Es un cuervo, por ejemplo, el que enseña a Caín el modo de inhumara su hermano (5:31), instruyéndole así sobre una de las ramas de la ley religiosa (šarīʿa), que en principio tan sólo los enviados están capacitados para transmitir. Se afirma de las abejas que han sido inspiradas por Dios para establecer sus moradas en montañas, árboles y habitaciones humanas (16:68-69). Por su parte, las aves e incluso las montañas participan, sujetas por la orden de Allāh, de las alabanzas del canto del rey David (21:79; 34:10; 38:17-19). Y se dice del rey Salomón que conoce el lenguaje de los pájaros (27:16), añadiendo también que su ejército está formado por genios, hombres y aves (21:17). En aleyas posteriores, Salomón entabla diálogo con una hormiga (21:18-19) y parlamenta asimismo con la abubilla, que le trae noticias de la reina de Saba (21:20 y sig.).

Varias son las tradiciones que atribuyen al Profeta la percepción de este proceso de comunicación universal e incluso un diálogo fluido con diversos tipos de objetos, plantas y animales.

 

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Come citare
Mora Zahonero, F. (2015). El mundo como maestro: La santidad natural de los seres «irracionales». El Azufre Rojo, (2). https://doi.org/10.6018/azufre.280151
Fascicolo
Sezione
Artículos