MIHAI MANIUTIU'S RICHARD III: INWARDNESS RENDERED VISIBLE

Autores/as

  • Odette Blumenfeld

Palabras clave:

producción rumana, suplemento, nivel paraverbal, el Doble, teatralidad, signos visuales, proteísmo, personaje de estética postmoderna

Resumen

El artículo analiza Ricardo III, en la producción de 1793 de Mihai Mamiuturen en el Teatro Odeón (Bucarest). Hace énfasis en el hecho de que esta puesta en escena no es ni una ilustración ni una traducción o realización, sino un suplemento, término extrapolado por Marvin Carlsonde sobre la gramatología de Derrida. En consecuencia, el trabajo contiene amplias explicaciones sobre las omisiones del texto o los cambios en el orden de escenas y sobre las adiciones a nivel paraverbal, con explicaciones de la relevancia de tales “intervenciones” en el significado global de la producción. El primer proceso queda claramente ejemplificado mediante la eliminación de algunos personajes, Richmond, los sobrinos de Richard, o por el inicio de la producción que incluye fragmentos del soliloquio que Richard pronunciara en el campo de batalla al final de la obra. El segundo proceso incluye tales decisivas añadiduras como: la amenazante omnipresencia de un grupo de guerreros de movimientos estilizados, reminiscencia de la dimensión de casta propia de los rituales de la guerra japonesa, que hace visible en escena la idea de un cruel dictador absolutista que utiliza el más puro terror engendrando por la fuerza militar con la que cuenta, la figura con cabeza de lobo, un concepto del director, el doble Richard, su sombra, la imagen de su origen, una agresividad animal. Buckingham que parece fascinado por el lado oscuro, inquietante y diabólico de Richard, que le sigue de forma irresistible, atrapados ambos seres en la misma red de un terrible juego que ejecutan con una fascinación infantil, de esta manera el director nos adelanta una proposición escandalosa y oximorónica, un candor de crueldad, un candor de crimen; una interpretación sostenida por el propio Shakespeare cuando describe a Richard como “too childish and foolish for this World”; el uso efectivo de un objeto teatral, una manzana, que refuerza metonimicamente la milagrosa y malévola tentación de poder, mientras la caída de manzanas desde la corona del rey al final funciona inequívocamente como una señal de aviso para Richard y para el público de la celeridad con la cual el mecanismo de la historia pronto lo absorberá a él también; el uso de velas y antorchas durante toda la interpretación a excepción del final, donde la fuerte luz de fondo, que evoca la muerte, representa un objeto de suprema fascinación al que Richard se dirige con los ojos muy abiertos, con una curiosidad ardiente, Es por lo tanto obvio que la producción explota al exceso al poder sugestivo de los signos visuales. Se trata de una aproximación que no dio otra opción al director que la de adherirse a una concepción postmoderna del personaje, enfocado como combinación de numerosas proyecciones, posturas adoptadas, estilizaciones como entramado de las identidades de acuerdo con su firme convicción de que “el proteismo, ser muchas personas a la vez, es la más auténtica de las fuentes de teatralidad”. Esto es por lo que en opinión de Maniutiu, la energía secreta de Richard que nos deleita y aterra su maquiavélica virtuosidad y cinismo se unen para formar un consumado actor atraído sólo por el mecanismo del juego que está jugando, una personalidad carismática que oculta el hecho de que en los más profundo de su interior rebosan agresividad, instintos diabólicos que hace visibles su doble.

Biografía del autor/a

Odette Blumenfeld

Depatment of English University of Iasi. Romania

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Sección

Artículos