La Montaña de Qāf – Un espacio más allá de todo lugar
Resumen
De acuerdo a la cosmología islámica “el Monte Qāf... es la montaña rodeada por el océano que circunda y que está entre el cielo y la tierra. el Monte Qāf está en los confines de la tierra conocida y abarca al mundo; el Monte Qāf es a la vez el centro y la circunferencia. De ella nos han hablado otros maestros sufíes como Rūmī en su Maṯnawī. Existe, “tanto en las tradiciones orientales como en las occidentales, la idea de un centro escondido del mundo”, como nos dice el autor turco actual Orhan Pamuk. En este centro escondido se encuentra Dios. Para algunos este centro oculto es trascendente y se encuentra sólo en el cielo. Para otros, este centro oculto se encuentra dentro del corazón de la humanidad. No obstante, para otros, este centro oculto se encuentra en todas partes y, sin embargo, en ninguna parte. El ser humano inicia un viaje para buscar a Dios, tal como los pájaros de Farīd al-Dīn ʿAṭṭār partieron en busca del Simurg, el ave mítica, en la cima del Monte Qāf. El Monte Qāf simboliza el trayecto que hace el ser humano para llegar al mundo misterioso donde está Dios sin saber que Dios solo puede ser abarcado por el corazón, pues el corazón de la persona que ha tomado conciencia de su humanidad perfecta lo abarca todo. No está limitado por ningún atributo particular, ni atado a ninguna creencia fija, ni confinado por cualquier posición o ubicación fija; y, como dice Ibn ʿArabī, dicha persona no condiciona su idea de la Divinidad a su propia comprensión, sino que hace que Su sabiduría superior prevalezca, para ello se vacía de sí mismo y permite que su corazón esté disponible para Él como un lugar de manifestación ilimitada. Este es el lugar donde no hay lugar. Ni contiene lo ilimitado, ni tampoco no lo contiene. Cuando el ser humano realiza el viaje y llega, se da cuenta de que todo el tiempo estaba buscando dentro de su verdadero Ser. Pues este viaje más allá del Monte Qāf no es un viaje a través del espacio físico, sino un viaje de transformación. Claramente no hablamos de una geografía física, sino de una geografía visionaria en los extremos del universo conocido y con la certeza que tiene Ibn ʿArabī del amor y la compasión que impregna toda la existencia. Es ese amor ilimitado e incondicional el que transforma el sin sentido en sentido, y eso es lo que buscamos en nosotros mismos. Entonces, lo que percibimos interior o exteriormente no son signos que apuntan a otra cosa o a otro sitio, porque no hay otra cosa u otro sitio. Cuando se ha subido la montaña y ésta se ha convertido en polvo, cuando se sabe que de hecho no hay, ni nunca ha habido, dicha montaña, entonces la presencia del amor total, que está en todas partes y en ninguna parte, puede aparecer libremente.