HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Manuel. Medicina e Ilustración en Venezuela. Las raíces canarias. San Cristóbal de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife): Instituto de Estudios Canarios, Cátedra Canarias-América UNED-Tenerife, 2024. 305 p. ISBN: 978-84-09-66396-5
El libro que reseñamos, del profesor Manuel Hernández González, se fundamenta en una contrastada documentación de archivo y en una selecta bibliografía, así como en los contenidos de varias obras anteriores de su autor, Catedrático de Historia de América en la Universidad de La Laguna. Es autor de más de un centenar de libros, incluyendo una treintena de ediciones críticas de libros de viajes y textos políticos; y es miembro de las Academias de la Historia de Venezuela, Cuba y Santo Domingo, entre otros méritos. Su larga trayectoria de publicaciones es la que define sus líneas de investigación, fundamentalmente tres: los estudios y ediciones críticas de libros de viajes del ámbito de la Historia Moderna y Contemporánea; el análisis de las mentalidades en Canarias; y las relaciones entre Canarias y América, en el amplio espacio del área caribeña, con especial referencia a Venezuela, Santo Domingo, Cuba o el sur de Estados Unidos.
Centrándonos en el libro que nos ocupa, lo podemos inscribir en la línea de investigación del autor de realizar un amplio análisis de la labor llevada a cabo por médicos canarios, hijos de canarios o ya venezolanos, desde la segunda mitad del siglo XVIII a las primeras décadas del siglo XIX, tanto en el territorio canario, como en el venezolano, e incluso en otros espacios como el guatemalteco. Su autor es uno de los mejores conocedores de los archivos y bibliotecas españoles, muy especialmente los canarios, y americanos. Merced a ello, en este nuevo trabajo da pruebas de su conocimiento de los temas americanistas y de su preocupación por profundizar en el estudio de las conexiones de Canarias con América. Algo que le convierte quizá en el mayor especialista en el conocimiento de los vínculos que hicieron que las Canarias tuvieran una significativa proyección exterior, en esta ocasión a través de las “raíces” de una gran parte de los médicos más notables presentes en la Venezuela colonial, muchos de ellos también destacados participantes en los procesos independentistas.
El libro profundiza en la labor y actuación de un nutrido grupo de médicos definidos por sus “raíces” canarias, y, más allá de los aspectos puramente médicos, se ocupa de las múltiples facetas sociales, económicas y culturales que les mueven en distintos espacios y contextos americanos.
En esta ocasión, el profesor Hernández nos ofrece un libro difícil de catalogar dadas sus especiales características, pero leer este tipo de trabajos es un auténtico placer que conecta con el presente a través del verdadero conocimiento de unos personajes canarios o hijos de canarios, en el sentido más amplio, que desde el pasado, y desde los más diversos ámbitos profesionales e intelectuales siguen siendo un atractivo ejemplo de reflexión y compromiso de humanidad con la verdad y la libertad que les tocó vivir en el tránsito del siglo XVIII al XIX.
Un libro de conjunto, sólidamente documentado, con una gran cantidad de fuentes procedentes de archivos y bibliotecas públicos y privados, tanto españoles y canarios, como venezolanos y norteamericanos, que incluye una lista de archivos y bibliotecas consultadas para la investigación, en total, fondos investigados en 16 archivos. En 6 archivos venezolanos: Archivo Histórico de la Universidad Central de Venezuela (AHUCV), Archivo de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela (AAH), Archivo General de la Nación de Venezuela (AGN), Registro Principal de Caracas (RPC), Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Candelaria de La Guaira (APNSCLG) y Archivo Parroquial de Santa Cruz del Escobar (APSCE). En 10 archivos españoles: Archivo Histórico Nacional de Madrid (AHN), Archivo General de Indias (AGI), Archivo Histórico Provincial de Tenerife (AHPT), Archivo Histórico Provincial de Las Palmas (AHPLP), Museo Canario de Las Palmas (MC), Archivo Municipal de La Laguna (AMLL), Archivo de los Herederos de Álvarez Rixo (AHAR), Archivo del Instituto de Bachillerato Séneca de Córdoba (AIBSC), Archivo Diocesano de Canarias (ADC) y Archivo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife (ARSEAPT). Y en 4 bibliotecas españolas y extranjeras: B.U.LL. Biblioteca de la Universidad de La Laguna (BULL), Biblioteca Nacional de España (BN), Biblioteca Nacional de Venezuela (BNV) y Biblioteca del Congreso de Washington (LC). Junto a la revisión de algunos de los trabajos contenidos en 2 revistas, el Anuario de Estudios Atlánticos (AEA) y la Revista de Historia Canaria (RHC); y en las actas de los Coloquios de Historia Canario-Americana (CHCA). Por último, como bibliografía general (pp. 297-305) se incluyen un centenar largo de títulos (134 títulos) de otros tantos autores (103 autores). Eso sí, se echa en falta un índice de nombres que permita al lector una consulta e identificación rápida de los médicos y los numerosos personajes mencionados en el libro.
Su minucioso trabajo de investigación sobre estos facultativos pre-ilustrados e ilustrados canarios del mundo de la medicina demuestra la influencia de figuras como Carlos Yáñez, Juan José Waugh o Manuel de Osuna, entre más de medio centenar de figuras destacadas en distintos aspectos relacionados con la medicina, la cirugía, la epidemiología, etc. Estamos ante una nueva aportación sobre el tema que amplía en muchos aspectos lo ya tratado por su autor en Medicina e Ilustración en Canarias y Venezuela (Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2010, 283 p).
El contenido del libro supone un gran avance para el conocimiento de la presencia canaria en Venezuela, particularizado en la significativa labor de esos más de cincuenta médicos pre-ilustrados e ilustrados de “raíces canarias” en los momentos finales de la época colonial y en los inicios del proceso independentista. Se nos ofrece un verdadero compendio de biografías, con distinta extensión según el aporte de las fuentes, de canarios, de venezolanos hijos de canarios, que destacaron no solo por sus avanzados saberes y conocimientos en materia de medicina, sino también por sus actuaciones y grado de implicación política con los movimientos independentistas, sus actividades sociales, su labor periodística, etc. Todo un elenco de ilustres ilustrados que trascienden su ámbito profesional de ejercicio estrictamente médico, para destacar también en su labor docente universitaria, sus implicaciones en la realidad social, económica, política, cultural y periodística de la Venezuela de la época en la que vivieron y dejaron su impronta.
Tras una introducción para adelantarnos la propuesta (pp. 13-14), los contenidos se ofrecen articulados en varios apartados que abordan la influencia de los médicos ilustrados en Canarias, la penetración del experimentalismo en la medicina venezolana, y la contribución de los isleños e hijos de isleños en el desarrollo de la medicina en Venezuela. Unos facultativos de origen canario que se caracterizaron por su creciente interés en la renovación educativa y la introducción de nuevas ideas, como decididos promotores de la Ilustración, participando activamente en la reforma del pensamiento político y económico, y proclamando su fe en la ciencia práctica y en el empirismo, apoyando decididamente las ciencias naturales, la física y las técnicas experimentales. En el ámbito universitario, las cátedras de Medicina intentaron romper el monopolio escolástico reinante en las aulas, por lo que su impacto en la sociedad canaria y venezolana en el tránsito del siglo XVIII al XIX fue significativo, tanto por su proyección académica como por su influencia cultural y social.
En una primera parte (pp. 15-71) bajo el título general de “Medicina e ilustración en Canarias”, tenemos noticia de destacados facultativos ilustrados canarios, como Carlos Yáñez; Domingo Saviñón, uno de los pioneros en la experimentación de la vacuna de la viruela, prohibida en España hasta 1800, y hacedor de una importante biblioteca personal, que junto a las de Thomas Heberden y Miguel Carmona contribuyeron al progreso de la ciencia médica en la época; o el orotavense Lucas Fernández de Armas; de la presencia y magisterio en las islas de extranjeros como Domingo Madan, Thomas Heberden, Juan José Waugh, Juan Bautista Bandini, Diego Armstrong o Duncan Mackintosh; y de naturales de la Península como el cordobés Manuel de Osuna y el valenciano Francisco Pano. Y a continuación de los galenos establecidos en Gran Canaria en la primera mitad del siglo XIX (pp. 49-50), naturales de distintos lugares de las islas Canarias, destacando el profesor Hernández a Nicolás Negrín, Antonio Roig Escardó, José Antonio López Rodríguez, Juan Martínez de Escobar Domínguez, Gaspar Jerónimo Quintero, José Rodríguez y Nicolás Bethencourt. Y, especialmente al palmero Antonio Miguel de los Santos, a quien dedica una veintena de páginas para trazar su semblanza completa (pp. 51-71), la de un hombre de origen humilde que alcanzó una posición social intermedia, a pesar de haber generado en torno suyo una gran conflictividad por su labor, carácter e ideología, del que recelaba la elite que lo consideraba un advenedizo.
A continuación, el libro deja paso a una segunda parte, mucho más extensa (pp. 73-293), encabezada con el título de “Universidad e ilustración en Venezuela: la medicina y la penetración del experimentalismo”. En ella se refiere a la medicina como “una carrera de capas medias” para perfilar los orígenes y devenir de la creación de la Cátedra de Medicina en la Universidad de Caracas y el trabajo realizado por Lorenzo Campins y Ballester quien fuera el primero en ocupar dicha cátedra. La medicina se introdujo finalmente en la universidad caraqueña en 1763, aunque hubo dos intentos previos que se vieron frustrados para establecer la medicina como carrera en la Universidad de Caracas antes de su instauración definitiva ese año. El primero en 1725, promovido por Sebastián Vizeña y Seixas, natural de San Sebastián, bachiller en Medicina por la Universidad de Toledo, sin que llegasen a impartirse clases. Y el segundo en 1738, que se quedó en la propuesta del doctor Francisco Fontes, natural de Palermo y del bachiller en Medicina Jaime Llenes para catedráticos de la disciplina, pero a pesar de sus esfuerzos el intento también fracasó. Y hubo que esperar hasta ese año 1763 para que la medicina se convirtiese en carrera universitaria en Caracas y se consolidase merced a la labor del citado catedrático, Lorenzo Campins y Ballester.
Como pioneros de esa labor universitaria en materia de medicina el autor pasa a referirse a personalidades como Juan Antonio Perdomo Bethencourt (pp. 89-139), ya estudiado en su día, como hemos señalado anteriormente, por el profesor Hernández en una monografía publicada en 1997, y cuya biografía completa ahora con una nueva y abundante documentación, destacando su labor en la variolización y la gran influencia social que alcanzó como médico con su dimensión política. Pero también, aunque con distinta extensión, se ocupa de otros médicos canarios o de origen peninsular, como el herreño de Valverde, Cristóbal Peraza; el tinerfeño de La Matanza, Tomás Hernández Martínez; el grancanario José Luis Cabrera Charbonier, uno de los protagonistas políticos de las guerras de Independencia (pp. 145-157); el ilustrado granadino Antonio Gómez (pp. 159-187); el tinerfeño de San Juan de la Rambla, Mateo Hernández Guerra; y el también grancanario Antonio Pineda de Ayala (pp. 193-199), periodista y destacado representante del liberalismo venezolano.
En el siguiente apartado, “Los hijos de isleños”, encontramos las biografías de José Francisco Molina, nacido en Puerto Cabello en 1753, figura destacada por ser el primer doctor y catedrático criollo en Ciencias Médicas en la Universidad de Caracas (pp. 201-202), después de haber sido bachiller en Artes y Medicina, y licenciado en Medicina. Tras la muerte de Lorenzo Campins y Ballester en 1779, José Francisco Molina fue nombrado su sustituto en la cátedra y en los hospitales de Caracas.
Le siguen otros médicos importantes de origen canario y venezolano que contribuyeron significativamente a la medicina y la ilustración en sus respectivas regiones, como Francisco Morales, José Ángel del Álamo o José María Vargas (pp. 209-212), este último uno de los grandes protagonistas del ámbito científico y también político venezolano, objeto de numerosos estudios y biografías, y del que el profesor Hernández destaca algunos aspectos de su formación académica y trayectoria personal, hasta llegar a presidente de la República de Venezuela. La larga nómina continúa con José Miguel Sosa; Tomás Quintero, miembro de la colonia de herreños asentados en Caracas (pp. 215-220); José Joaquín Hernández, de padre orotavense y sólida formación ilustrada, quien tenía acceso a la importante biblioteca de su primo y cuñado, Miguel Carmona, comerciante nacido en La Orotava y afincado en Caracas, buen ejemplo del nivel intelectual alcanzado por esta élite social desde su extracción mercantil; José Rafael Villarreal, el primer médico del Yaracuy; José María Benítez, ejemplo de la proyección de la medicina en las ciencias naturales; Vicente Salias (pp. 237-243) el entenado o hijastro del tinerfeño de Icod, Matías Sopranis, importante comerciante caraqueño estudiado también por el profesor Hernández y sobre sobre el que se aportan nuevos datos; José Domingo Díaz (pp. 245-247), niño expósito recogido por los Díaz Argote, ejemplo de la significativa migración familiar tinerfeña a Venezuela en el siglo XVIII; José de la Cruz Limardo y Santiago Limardo; Rafael Córdoba y Verde; Felipe Tamariz; Vicente Fajardo; Juan José de la Sierra; Manuel Bernard Navarro; José Antonio Anzola; Francisco Lanz; Manuel Núñez; José Mateo Machilanda; José Lorenzo Lassa; Carlos Arvelo Guevara; Narciso Esparragosa (pp. 275-277), quien había comenzado sus estudios de medicina en la Universidad de Caracas para culminar su carrera universitaria en Guatemala; el cirujano José María Gallegos; y, finalmente, el cirujano gaditano Francisco Isnardi (pp. 281-293), que tuvo su faceta de periodista, y quien, por su intervención en el acta de independencia y como firmante de la Constitución federal de 1811, fue incluido por Domingo Monteverde entre los “ocho monstruos” y encarcelado en La Guaira para después ser trasladado a Cádiz.
Como breve colofón, el libro presenta, a modo de apéndice (pp. 295-296), un listado con los nombres de los bachilleres, licenciados y doctores en Medicina por la Universidad de Caracas en el periodo comprendido entre 1775 y 1808.
En resumen, el autor demuestra una vez más la importancia de la presencia y la intervención de los canarios en el devenir del territorio venezolano, esta vez desde la implantación y los avances en medicina. Sin duda, la continuada presencia canaria a Venezuela, iniciada en los albores del siglo XVI, es la que ha permitido reforzar y mantener unos vínculos muy intensos con las Islas Canarias, también en el ámbito de la medicina, sin los cuales sería muy difícil alcanzar a comprender la estrecha relación entre dos territorios tan distantes separados por el Océano Atlántico. Las páginas que conforman el denso y abigarrado cuerpo de este libro del profesor Hernández, son prueba, una vez más, del complejo mundo de intereses, amistades, relaciones, influencias y confluencias, que permiten comprender el origen y clarificar la evolución posterior de esas “raíces canarias” de un nutrido grupo de médicos, en una secuencia de biografías de amena lectura. Y más allá de los rasgos biográficos de los distintos médicos, encontramos también, perfectamente configurada, la naturaleza e intereses que los trasciende, con sus expectativas profesionales, políticas, periodísticas, etc., y que han acabado por perpetuarlos en la historia. Estamos, por tanto, ante unas páginas muy clarificadoras de las actuaciones promovidas y ejecutadas por estos facultativos médicos.
Para terminar, y salvando las distancias con el libro del profesor Hernández y esta reseña del mismo, a propósito de la medicina y la cirugía, desde su concepción hipocrática a la nueva concepción ilustrada y también su presencia en las universidades, en 2025 han visto la luz en nuestra Universidad de Alcalá, dos libros relacionados con ese mundo médico. El primero es obra del doctor en Medicina y Cirugía, y también en Historia, Fernando Noguerales Fraguas, Así nació la Universidad en España, Alcalá de Henares: Editorial Universidad de Alcalá, 2024, 244 p. En él analiza los comienzos de la universidad en España a partir de las condiciones socioeconómicas que deberían cumplir las ciudades para ser asiento de una universidad. Todo ello en relación con los distintos saberes y por supuesto los médicos, lo que conduce directamente, según su autor, a “considerar algunos aspectos sobre el concepto de educación y su desarrollo histórico”. Y el segundo, del historiador Gonzalo Gómez García, La ciudad médica. La Universidad de Alcalá, cuna de la sanidad humanista (1294-1750), Alcalá de Henares: Editorial Universidad de Alcalá, 2024, 159 p., que pretende situar a Alcalá en el “epicentro del humanismo médico en Europa” a partir de las “confluencias” de las tradiciones judía, árabe y cristiana, convirtiendo la universidad en el “catalizador de un pensamiento crítico que sentó las bases del método científico”, en palabras de su autor y a la luz de un selecto corpus documental.
Manuel Casado Arboniés
Universidad de Alcalá
manuel.casado@uah.es / manuelcasadoarbonies@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-0011-8362