Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 96 (2025), pp. 230-233
ISSN: 1989-4651 (electrónico)
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GARCÍA GUAL, C; GOMÁ, J; HERNANDEZ DE LA FUENTE, D. (2024) El estoicismo romano. Séneca, Epicteto, Marco Aurelio, Barcelona: Arpa
El libro es el resultado de la reunión de las tres conferencias pertenecientes al ciclo «El estoicismo romano» pronunciadas en la sede madrileña de la Fundación Juan March en el mes de octubre de 2023. Los autores Javier Gomá, Carlos García Gual y Javier Hernández de la Fuente ofrecen una presentación de la vida y obra de tres de los máximos exponentes de la filosofía romana, a saber, Séneca, Epicteto y Marco Aurelio.
La primera de las secciones está dedicada a Séneca. Javier Gomá se encarga de retratar al monumental pensador de origen cordobés, poniendo especial énfasis en los contrastes de luces y sombras que se observan en una figura poliédrica como la de Séneca. Filósofo, político, renovador de las letras latinas, hombre de negocios o maestro del emperador fueron tan solo algunas de las ocupaciones de éste a lo largo de su vida. Para ilustrar al hombre que subyace a los magníficos títulos que la historiografía otorga al pensador, Gomá aporta los datos históricos relevantes para ilustrar la contradicción que existió entre el Séneca filósofo, escritor en el exilio corso, y el Séneca político, cortesano de Roma. Así, frente a la defensa teórica del ascetismo, el rechazo de la riqueza y el elogio de la apatía, cuyo origen se cifra en la tradición griega de la Estoa, se encuentra en la práctica el ascenso meteórico de un joven provinciano en la capital del imperio, la fortuna hiperbólica que adquirió como fruto de sus negocios en lo más alto de la sociedad romana, y las múltiples acusaciones que, aún hoy, cargan contra la figura del filósofo por su posible implicación en los despropósitos morales y políticos de su discípulo Nerón.
En estrecha relación con la exposición biográfica, Gomá ofrece, primero, una reconstrucción del pensamiento estoico tradicional, a través de diversos pasajes de los llamados Diálogos de Séneca; y, a continuación, una interpretación de las Cartas a Lucilio, que el autor considera una obra maestra de la literatura universal. Las Cartas, escritas hacia el final de la vida del filósofo, retirado ya de la vida política, revelan una inquietud espiritual dirigida inequívocamente a la trascendencia individual, como muestran algunos aspectos doctrinales que apuntan a una teoría senequista de la inmortalidad del alma. En esta línea, el autor cita el siguiente pasaje, perteneciente a la centésimo segunda de las epístolas de Séneca: «Cuando llegue el día que disuelva esta mezcolanza de lo humano y lo divino, dejaré el cuerpo en esta tierra donde lo encontré y yo mismo me restituiré a los dioses» (p. 64)
Además, en el estilo íntimo y personal de las Cartas a Lucilio, Javier Gomá ve el nacimiento del «yo» literario en occidente, hasta entonces imposible dada la prioridad que el mundo antiguo otorga a la comunidad sobre el individuo. En las Cartas quien escribe no es la voz del estoicismo, de la filosofía o del bien, como en los Diálogos de Córcega, sino un «yo» que, además de con su interlocutor, dialoga consigo mismo, se interroga y se responde, se exhorta y se consuela. Por esta razón, Gomá considera el texto como un antecedente –quizá incluso el origen– del ensayo como forma de literatura.
La segunda sección se ocupa de Epicteto, y su autor es Carlos García Gual. El insigne filólogo expone, a través de una colección de las citas más valiosas de la bibliografía principal y secundaria, las líneas maestras para la comprensión del pensamiento del esclavo convertido en maestro de filosofía. A su juicio, la ética de Epicteto descansa sobre la firme convicción de que la libertad y la felicidad radican, por encima de todo lo demás, en uno mismo. Así, el filósofo exhorta a sus alumnos –pues los textos de los que disponemos son apuntes de su alumno Arriano, ya que Epicteto, siguiendo quizá el ejemplo de Sócrates, no vertió su doctrina en letra escrita– a la resignación respecto a los bienes mundanos: «Es como si Epicteto nos dijera que cada uno es responsable de su felicidad, puesto que esta, en definitiva, depende de nuestra propia aceptación o rechazo de los datos que nos transmiten los sentidos» (p.100)
En relación con lo dicho sobre Séneca, frente a la discordancia entre la vida y la obra del pensador cordobés, García Gual enfatiza precisamente la absoluta armonía entre el pensamiento de Epicteto y la forma que tuvo de conducir su vida. Esto queda especialmente reflejado en la siguiente anécdota: «Para hacerle reconocer que el dolor es un mal, su amo le sometió a tormento metiendo su pierna en un instrumento de tortura. Epicteto no se quejó, y cuando la pierna se quebró, Epicteto dijo algo así como: Ya te lo había advertido; ahora tienes un esclavo cojo»» (p.88)
García Gual ofrece una antología de las citas más célebres de las Máximas y las Disertaciones. Asimismo, señala la influencia de Epicteto en autores posteriores como Descartes, Montaigne, Kant o Nietzsche. De este modo, su intervención constituye una excelente revisión, tanto histórica como filosófica, del pensamiento de un filósofo que conquistó como ningún otro, a través del pensamiento y también en su vida práctica, la libertad.
La tercera y última de las secciones, dedicada a Marco Aurelio, corre a cargo de Javier Hernández de la Fuente, reciente traductor de las Meditaciones para la editorial Arpa. Su exposición consta de tres partes. En primer lugar, se siguen las huellas de la vida del emperador, cuyo carácter sereno se encontró continuamente violentado por las convulsiones políticas y militares de su tiempo, como reflejan los testimonios de la Historia Augusta y del historiador Dion Casio. Este esbozo biográfico señala el camino para, en la segunda parte, ofrecer una recta interpretación del pensamiento filosófico de Marco Aurelio, caracterizado por la huída al interior y la búsqueda del lógos, que penetra todo acontecimiento y lo dota de sentido. A modo de cierre, la tercera y última parte constituye un elogio de las Meditaciones, destacando su carácter íntimo y, a la vez, universal.
Hernández de la Fuente expone, asimismo, el impacto de la figura de Marco Aurelio en la historia posterior. Además de célebres políticos, que van desde Felipe II de España a George Washington, múltiples intelectuales como Voltaire u Oscar Wilde expresaron su admiración por el emperador romano. De igual forma, en la actualidad, la figura de Marco Aurelio ha sido llevada a la gran pantalla por los directores Anthony Mann o Ridley Scott.
No debe sorprendernos el interés, reciente y creciente, que despierta aún hoy la filosofía estoica. Dicho interés viene determinado por la vigencia de estos pensadores y sus planteamientos. En efecto, tanto Séneca, como Epicteto y Marco Aurelio enfrentaron problemas filosóficos inherentes a la existencia humana, como son las preguntas sobre el sentido de nuestras acciones, sobre el principio que rige todos los acontecimientos y sobre el modo en el que el ser humano ha de conducirse en un mundo en transformación perpetua. El hombre romano, desamparado, despojado de sus tradiciones, de sus dioses, y, en general, de sus certezas, acudió a la Estoa en busca de la imperturbabilidad necesaria para soportar la caída del mundo; el hombre contemporáneo, de igual modo, encuentra en estos autores unas palabras de consuelo, de certeza y de guía, que justifican la edición de libros como este. Sin embargo, Hernández de la Fuente advierte sobre el peligro de la vulgarización de la filosofía estoica que se está llevando a cabo por algunas de las publicaciones más pobres sobre estos autores, ajeno por completo a la figura de Marco Aurelio, caro amigo del saber y estudioso fiel de los clásicos.
Cabe destacar que la lectura de las tres secciones, además de contar con la exposición de las particularidades biográficas y doctrinales de cada uno de los filósofos, acompañadas del comentario a sus obras más célebres, alumbra la problemática cuestión de la evolución del estoicismo en el periodo romano. Así, partiendo de la crudeza de la palabras de los primeros Diálogos de Séneca, el estoicismo romano halla el final de su camino en Marco Aurelio, para quien «la libertad del sabio estoico de la Estoa antigua se ha transformado también en una cierta idea de la responsabilidad, reforzada por la relación entre varios planos. Hay un énfasis en la vida interior, pero el cuidado de sí comporta también el cuidado de otros, sobre todo si están a nuestro cargo, ya seamos gobernantes, padres o tutores. La vieja filantropía estoica, que viene de la época helenística, va evolucionando y no está lejos de lo que veremos en el cristianismo» (p.148)
En conclusión, el texto constituye un sucinto viaje a través de más de un siglo de filosofía estoica. Más de un siglo en que la agitación política, las intrigas y la inestabilidad fueron el común denominador para estos tres pensadores que, cada uno a su modo, pero todos ellos desde los principios de la Estoa, trataron de dar respuesta a los interrogantes de su tiempo, que son, a pesar de la distancia cronológica, muy cercanos a nosotros.
Marc Zapata