Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 93 (2024), pp. 228-231

ISSN: 1130-0507 (papel) y 1989-4651 (electrónico)

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GROYS, B. (2022). Filosofía del cuidado. Buenos Aires: Caja Negra.

En el mundo de la inmediatez, en el que la preocupación solo se ocupa del presente ¿qué significa cuidar? En una sociedad burocratizada e institucionalizada ¿cómo puede el hombre cuidar de si?, ¿se posee la libertad para cuidarnos o la estamos depositando en el otro? Boris Groys, en apenas 134 páginas es capaz de acercarnos al cuidado en su máxima expresión: devuelve el poder de cuidar al sujeto. Lo extrae de la perversión del sistema, lo destecnologiza y lo proyecta más allá de la humanización. En una especie de genealogía, el autor hace una crítica al fenómeno del cuidado como propiedad del ser. Más específicamente como un asunto del Dasein. Pero para ello, invita a una lectura de varios autores desde Platón hasta Aleksándr Bogdánov, que han problematizado el cuidado desde la óptica filosófica. El retorno a una crítica del cuidado a partir de las preguntas: ¿qué se cuida?, ¿quién cuida? y ¿cómo cuida? Son apenas los hilos conductores de ese recorrido que intrinca la filosofía del cuidado. Además, Boris, como crítico de arte, se atreve a comparar el escenario del arte: el museo con el lugar en el que nos cuidan: el hospital. Y no precisamente en sentido positivo, sino que alude directamente a la medicalización de la asistencia y a ser tratados como “objetos”: el hospital aquí es un observatorio del cuerpo y, por tanto, un dispositivo de control. Y es que, las necesidades del sujeto del cuidado trascienden de lo que puede ofrecernos un centro sanitario, porque el cuidado pertenece al humano por el hecho de serlo.

El libro está compuesto de doce capítulos y uno introductorio. En este primer acercamiento al fenómeno del cuidado, el autor, recupera la afirmación de Foucault: «la salud sustituye a la salvación» para situar el papel de las instituciones del cuidado. En el capítulo introductorio («cuidado y cuidado de si»), el autor hace una interesante reflexión en torno a lo que ha supuesto institucionalizar el cuidado. Define el concepto de cuerpo simbólico como una extensión de nuestro cuerpo físico. Es la puerta de entrada a los centros de cuidado. Nuestro cuidado está mediado por estos cuerpos simbólicos: pasaporte, DNI, historial médico y otros documentos de identidad. Para Groys, lo anterior simboliza que, en realidad, el cuidado está integrado en un sistema cuyo interés trasciende de nuestra propia salud. Y es en este punto en el que cobra sentido lo que Helmuth Plessner denominaba sujeto excéntrico y que rescata Boris, para posicionar el cuidado de sí y relacionarlo con lo que defendía Foucault sobre el papel de las instituciones. Afirma que, aunque la medicina se ha erigido como ciencia, la elección de un tratamiento médico por parte de un paciente supone más un acto de fe irracional. Por la sencilla razón de que nosotros, los que somos cuidados, no poseemos conocimiento médico. Como cuidadores de nosotros mismos asumimos una posición excéntrica, es decir, externa y exenta de ese saber que posee el otro. Además, el hecho de ser un sujeto del cuidado de sí, no me hace disponer acerca de cómo cuidarme, sino que me convierte en un objeto del cuidado: hoy día, paradójicamente, se relaciona cuidar de si con el seguimiento de un tratamiento, con soportar pasivamente todo procedimiento, es decir, solo los que luchan se convertirán en verdaderos cuidadores (héroes). Obviamente esto tiene que ver con los poderes sociales (das Volk) y la irrupción del capitalismo. Retornar la participación activa del sujeto del cuidado de si en la toma de decisiones políticas, médicas y administrativas relativas al cuidado de su cuerpo, supondría la ruina de este sistema creado en el seno de la modernidad. De manera singular sus observaciones posrevolucionarios y postindustriales desde Hegel y Nietzsche, muestra como la historia, en su dialéctica y más específicamente en su negación de la negación, el hombre, una vez libre de la hegemonía monárquica y teológica; recurre al Estado. Para que instituya el dispositivo de cuidado. Es entonces cuando Boris, no solo intenta, si no que logra desarticular la perspectiva simbólica del cuidado. Pasando de cuidar cuerpos a cuerpos simbólicos, reivindicando la noción foucaultiana del cuidado de sí, dando pruebas prácticas de cómo se pasa de un cuidado a un cuidado de si y viceversa (de un cuidado de si a un cuidado). Este aparente cambio de palabras supone, específicamente, lo que está en juego, según el autor.

La obra hace una diferencia de estas dos nociones y el autor se encarga de entrar y salir, de subir y bajar este concepto de cuidado en los distintos niveles y a partir de varios ejemplos. Niveles en el sentido de situar al Estado y al sujeto; el primero como productor de la subjetividad a partir de la institucionalización del cuidado y el segundo como responsable auténtico de tal cuidado. A modo de un uróboro, el autor le da la vuelta a la noción de cuidado, dejando en una situación un tanto incómoda o nauseabunda al lector. Ya que, según él, el sujeto del cuidado de sí solo puede ser dado a partir de cómo la institución funda en este el modo de cuidar. De tal forma que los últimos capítulos del libro se orientan a poner de relieve cómo es la vida de tal sujeto según su lugar de objeto o sujeto del cuidado (cuidado de sí). El libro por su sentido, comienza y acaba con una oda a la liberta de cuidar de si o lo que él llama el cuidado revolucionario: poner en el centro la evidencia y la experiencia del paciente y esto implica inexcusablemente un diálogo entre saberes institucionalizados y cotidianos (das Volk).

A partir de aquí, Boris, en los capítulos venideros analiza cómo se posiciona el «yo cuidador» frente y desde lo externo que conforma el mundo en el que vivimos.

Entre las reflexiones del autor nos gustaría destacar algunas que, a nuestro modo de ver, resultan especialmente interesantes.

Pone en tela de juicio la posición de no-conocimiento que se le ha adjudicado a los pacientes. Argumenta que, paradójicamente, solo ellos guardan el saber para el cuidado de sí. Entonces la pregunta aquí es: ¿Por qué buscamos el cuidado fuera? El autor lo tiene claro: el capitalismo y el consumismo nos han hecho ser dependientes de lo material del cuerpo. Obviamente esto es una debilidad, pues nos convierte en sujetos pasivos (objetos del cuidado). A partir de aquí, reflexiona acerca de la manifestación de la libertad, ya que solo así podremos llegar a ser sujetos del cuidado. Y lo hace a través de la dialéctica del amo y del esclavo de Hegel: el sujeto del cuidado de si a diferencia del sujeto del cuidado busca la libertad, la emancipación estatal. En este sentido, tal búsqueda es una liberación. Con su dialéctica y doble negación, el sujeto del cuidado de si no es posible. En tanto que el cuidado de si también es instituido por el disciplinamiento del sistema. El sujeto es, pues, central en la comprensión del cuidado y del cuidado de si, de ahí su pertinencia en tanto cosa o ser-ahí. Pues esta existencia (Dasein) es definitoria para el autor.

Para Boris, el cuidador supremo es el pueblo, pero este está preso por la tecnologización o en este caso, la medicalización de la vida cotidiana. La existencia está mediada por la inmediatez, vivimos el aquí y el ahora, únicamente nos preocupamos del presente, la predisposición a vivir un mañana ha desaparecido, en todo caso hemos cambiado la eternidad por un futuro en el que todo lo anterior, lo de otra época, desaparece. ¿Cómo podemos entonces recuperar la tan ansiada autonomía? Poniendo en valor la subjetividad individual o lo que es lo mismo: manifestando nuestra libertad. Para ello el autor, recurre al Dasein, el modo de definir al hombre de Heidegger: un ser que se preocupa por la existencia porque es consciente de la amenaza de la muerte. Por tanto, si me preocupo por la existencia, cuido de ella. Por eso, el ser del Dasein es el cuidado. Es decir, seremos libres y sujetos del cuidado en el momento en el que manifestemos nuestra voluntad de poder, que reconoce la historia, la mira con ojos del presente y evidencia las diferencias creando algo nuevo (creatividad), pero cuidado, teniendo en cuenta que el Dasein solo es, en relación con su contexto y su mundo. Cuidar no es únicamente conservar nuestros cuerpos, proteger nuestra «vida útil». Cuidar es volver a la esencia de lo humano: al arte, los símbolos y ritos, las tradiciones populares, es volver a reencontrarnos con lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos ser. La verdadera revolución del cuidado surge de lo cotidiano, de nosotros, los que cuidamos. Un cambio en los sistemas-Estado, es posible siempre que adoptemos, como remarca el autor, una posición excéntrica que transforme las necesidades de la sociedad y las enfoque a las de las personas que son cuidadas y cuidan. La cultura del paciente como persona que espera esa promesa de felicidad, tiene urgentemente que ser transformada por la de sujeto del cuidado.

El libro es, en realidad, apenas una introducción a la problematización del cuidado, podríamos decir «una introducción a la filosofía del cuidado». Pero una introducción demasiado compleja en tanto que es filosófica y contemporánea. Qué con agudos comentarios invita al lector a replantearse las formas de cosificación del sujeto, a partir del cuidado de sus cuerpos simbólicos, abriendo la crítica a formas de subjetivación contemporáneas. Queda resolver como la salud supone una «Gran infección» y de qué modo el trabajo antepuesto a la labor procura el cuidado revolucionario. Si bien, el libro abre con la cita de Foucault a su arqueología, es de cierto modo una genealogía de cuidado. Una crítica al cuidado moderno, a la modernidad del cuidado.

La obra de arte muere al ser cuidada por la industria, se cosifica en un museo. De igual modo, el ser humano enferma y muere en la medida que es alejado de su cuidador auténtico: el pueblo.

Altamira Camacho, Ramiro
(Universidad Autónoma de Aguascalientes, México.
https://orcid.org/0000-0003-3403-6901)

Herrera Justicia, Sonia
(Fundación Index, Granada, España.
https://orcid.org/0000-0001-7977-6781)