Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 87 (2022)
ISSN: 1130-0507 (papel) y 1989-4651 (electrónico)
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TERTRAIS, Bruno y Delphine PAPIN: Atlas de las fronteras. Muros, conflictos, migraciones, trad. de Tania Arias, Madrid: Cátedra, 2018, 138 pp.
«Las fronteras [de la URSS] se decidían de manera arbitraria» (Vladímir Putin). Con esta y otras citas arranca en sus páginas introductorias el Atlas de las fronteras, una publicación que, desde el prisma y lenguaje propio de la geografía política, busca contribuir a la clarificación conceptual y semántica de una noción tan compleja y fascinante como la de “frontera”. La pertinencia del texto queda fuera de toda duda si se atiende al conflicto bélico que se libra desde hace meses entre Ucrania –que, como oportunamente se señala en el libro, significa “territorio-frontera”– y Rusia, conflicto que este libro nos ayuda a entender mediante explicaciones textuales y gráficas que preceden al estallido actual.
Este atlas se fija como su propósito fundamental el estudio de la “frontera” como entidad teórica sui generis, ofreciendo una breve genealogía de la evolución histórica del concepto hasta aterrizar en el ambivalente contexto actual. Mientras que en la época antigua el limes romano cumplía funciones defensivas frente a potenciales invasores, el objetivo de ejercer una administración y control efectivos del territorio soberano se formuló por vez primera en la Modernidad del siglo XVIII. Como afirmó el político inglés Lord Curzon de Kedleston en 1907 en la primera de las citas recogidas en el texto, «al igual que la protección del hogar es lo más valioso para el ciudadano, la integridad de las fronteras es la condición de existencia del Estado» (p. 6). Pero mientras que en la época moderna con la delimitación fronteriza muchas veces se trataba de evitar que los locales evadieran sus obligaciones fiscales y militares saliendo del territorio, Tertrais y Papin exponen como hoy en día muchas fronteras pretenden, más bien, impedir la entrada de individuos socialmente “indeseables” a unos territorios-fortaleza cada vez más inexpugnables.
Uno de los rasgos más característicos y atractivos del enfoque utilizado radica, sin duda alguna, en la profusión de mapas y representaciones gráficas con las que los autores buscan ilustrar, de forma didáctica pero rigurosa, la omnipresencia y vitalidad de la “frontera” como categoría interpretativa del mundo actual. Eso no significa que el texto sea descuidado, ya que es elogiable la cantidad de información relevante sobre la cuestión que se consigue condensar en pocas líneas, que no solamente contextualizan los mapas sino que amplían generosamente en datos y análisis en una exposición sintetizada y clara. La combinación de recursos visuales y textuales, en muchas ocasiones con técnicas provenientes de la infografía, es la particularidad y punto más fuerte de este libro, al enriquecer y diversificar los datos aportados al tiempo que agiliza su lectura. Esto demuestra que un fenómeno tan espacial como la frontera requiere de esta visión gráfica para comprenderse adecuadamente, aunque no por ello debe caerse en una visión estática (y estatista) de la misma, ya que, como se insiste en el libro, el dinamismo es inherente a la frontera.
La publicación está dedicada al geógrafo y diplomático Michel Foucher, a quien se cita en numerosas ocasiones y sirve como inspiración explícita para Tertrais y Papin. Su posición como uno de los pioneros en el estudio teórico del fenómeno de las fronteras, junto con la calidad y difusión de sus reflexiones, demuestran con claridad su influencia perdurable en este campo de estudio, al cual ha seguido contribuyendo de forma activa en los últimos tiempos con libros como L’obsession des frontières (2007) o Le retour des frontières (2016), en los que se desarrollan con enorme rigor temas próximos a los de este libro.
El libro expone que la frontera está dotada de una dimensión espacial, temporal y simbólica propia, suponiendo, en palabras de Foucher, una condensación de “los tiempos inscritos en los espacios” (p. 13). Los procesos de formación fronteriza, conocidos como “horogénesis”, pueden provocar fronteras adaptadas a la geografía física (ríos, montañas) o a convenciones humanas (paralelos, meridianos), pero como se insiste en el texto, todas las fronteras son artificiales: no existe una “frontera natural”. Sin embargo, la frontera es susceptible de trascender su materialidad y constituir un proyecto político en sí mismo en cuyo seno se manifiestan las contradicciones de sociedades enteras –aspecto que los autores aplican al caso francés, en el que se combina una férrea defensa del territorio con un ideal universalista de “sin fronteras”–.
También se puede entender las fronteras como indicadores de las relaciones entre Estados. En la actualidad, la mayoría de ellas son una manifestación de la paz entre vecinos al ser mutuamente reconocidas y regular la coexistencia pacífica. Otras veces, las fronteras se convierten en los puntos calientes –como muestran los mapas 4, 29, 32, 33, 34, 35, 37 y 39– a través de los cuales estallan conflictos o desavenencias que, en ocasiones, pudieron originarse por motivos alejados de las disputas territoriales, pero que encuentran en la frontera un perfecto pretexto para la cristalización de dichas pugnas.
La estructura de esta obra se articula alrededor de cinco capítulos, a lo largo de los cuales se van analizando diferentes dimensiones o parcelas vinculadas con la noción de “frontera”, destacando en todo momento el profuso empleo de numerosas infografías, mapas y gráficos de diversa índole. En el primer capítulo, “Fronteras heredadas”, los autores indagan sobre el impacto que diversos eventos históricos han tenido en la delimitación, tanto pasada como presente, de las líneas fronterizas entre distintos territorios. La segunda sección, “Fronteras invisibles”, propone una traslación conceptual del término hacia horizontes todavía escasamente explorados pero con un futuro prometedor, como puedan ser las fronteras marítimas o polares. Por su parte, en el epígrafe “Muros y migraciones” se profundiza con sumo detalle en el reflejo que las actuales tendencias de control migratorio tienen sobre el paisaje geopolítico internacional. En el capítulo “Curiosidades fronterizas” se aportan datos sorprendentes y curiosos que ayudan a repensar el término de “frontera” y a ensanchar los límites del sentido común. El último apartado, “Fronteras en llamas”, dedica una especial atención a los conflictos y amenazas internacionales que la gestión fronteriza puede desatar de forma inminente. Por último, las páginas finales de la obra ofrecen una conclusión que, bajo el título de “El prometedor futuro de las fronteras”, pronostica buenos augurios para la vigencia epistemológica de la frontera como categoría de análisis.
Como ya hemos señalado, quizás la dimensión más relevante de la frontera es su relación con la paz y la guerra, tratado en el libro con numerosos ejemplos como es el caso ruso-ucraniano, repetidamente analizado. La desintegración de la URSS fue la causa del grueso de las variaciones fronterizas europeas y asiáticas de las últimas décadas y puede rastrearse como germen de muchas otras tensiones actuales entre Estados; véase el ejemplo de los cinco enclaves azeríes en Armenia y dos enclaves armenios en Azerbaiyán, uno de ellos protagonista de otra guerra reciente, el Alto Karabaj. De hecho, los enclaves –muchos fruto de la desintegración de la URSS y de la descolonización– son causa constante de tensiones, como se explora en detalle en el capítulo de “Curiosidades fronterizas”. Volviendo a Rusia, esta es también un ejemplo de la arbitrariedad y ambigüedad de la separación entre Europa y Asia –su frontera, ¿en el río Don? ¿en los Urales?–, ya que es un país del que nunca se ha sabido claramente dónde empieza ni dónde termina. Esta relativa indeterminación, junto con la nostalgia imperial, da pie a la actitud internacional de Putin desde 2000, que como señala el libro, se preocupa por la delimitación de las fronteras rusas reconocidas a la vez que busca traspasarlas. La anexión de Crimea en 2014 supuso la ruptura del statu quo fronterizo europeo establecido en la guerra fría, y fue el primer síntoma de su proyecto de reagrupación de todos los pueblos rusohablantes en un gran “mundo ruso” o “comunidad euroasiática”.
Otra dimensión de indudable pertinencia en el abordaje contemporáneo de las fronteras es su estrecha vinculación con los procesos de movilidad y migración humana. Esta cuestión, que aquí cobra tal relevancia hasta el punto de constituir el eje vertebrador del tercer capítulo –el más extenso de la obra–, revela el indiscutible poder económico, político y simbólico imputable a la frontera en tanto espacio liminal de suma funcionalidad para la diferenciación y jerarquización de territorios –las brechas entre el Norte y el Sur global son claramente perceptibles en los mapas 15, 16, 18, 19 y 25–. A este respecto, la fortificación de regiones enteras (Europa, América del Norte), el impresionante aumento de las técnicas y sistemas de vigilancia y la elevada peligrosidad y mortalidad de muchos pasos fronterizos aparecen claramente visibles en las elaboraciones teóricas y en las infografías utilizadas. Sin duda, el abordaje del estudio de los flujos migratorios a partir del enfoque cuantitativo contribuye a la claridad expositiva y favorece la sistematización de los resultados expuestos, pero corre el riesgo de perder riqueza en los matices relativos a la dimensión vivencial del trayecto migratorio y al moldeamiento de las subjetividades –aspectos susceptibles de ser analizados también mediante documentos visuales–.
Asimismo, las interesantes perspectivas teóricas aportadas en la obra podrían complementarse con una mayor atención a los fenómenos migratorios desligados de la órbita eurocéntrica y de las dinámicas de centro/periferia articuladas entre el Norte y el Sur global. En su lugar, sería conveniente incorporar menciones a los sistemas migratorios Sur-Sur presentes a escala regional o subcontinental en diversos territorios, como el Sudeste Asiático, donde “en condiciones de globalización económica y financiera, con la aparición de nuevas centralidades y nuevos márgenes económicos [...] se han constituido mercados de trabajo transnacionales, cada vez más integrados e institucionalizados” (Bastide, Habiter le transnational: Espace, travail et migration entre Java, Kuala Lumpur et Singapour, Lyon: ENS Éditions, 2015, p. 7-8). El estudio de estos fenómenos permitiría indagar, además, en los factores causales explicativos de los movimientos migratorios, aportando todavía mayor solidez y empaque a las informaciones aportadas y reduciendo el marcado sesgo destino-céntrico de la obra. Una manifestación de este sesgo es el reconocimiento de la efectividad de los muros para la reducción de la inmigración ilegal y la disminución de los atentados como potenciales ventajas para el Estado que decide construirlo (p. 64), mientras que los efectos adversos de estas barreras para los países vecinos no se reseñan de forma pormenorizada.
A este respecto, cabe también puntualizar que a lo largo del texto se recurre de forma reiterada a las cifras de fallecimientos y desapariciones en frontera registradas por entidades como Frontex o la Organización Internacional de las Migraciones (OIM). Sin embargo, estos propios organismos han reconocido (Akkerman, Expanding the fortress: The policies, the profiteers and the people shaped by EU’s border externalisation programme, Ámsterdam: TNI, 2018, p. 34) que sus cifras únicamente pueden tratarse como una estimación de mínimos previsiblemente alejada de los números reales. Es por ello que las infografías de la obra podrían beneficiarse de un enriquecimiento bibliográfico que incluyese entre sus fuentes los datos aportados por entidades no gubernamentales presentes en los territorios y que, sin asomarse a la exactitud, arrojan balances más plausibles. Por ejemplo, el colectivo Ca-minando Fronteras documentó un total de 4.404 víctimas en la Frontera Occidental Euroafricana solamente en 2021 (Ca-minando Fronteras, Monitoreo del Derecho a la Vida en la Frontera Occidental Euroafricana. Año 2021, Tánger, 2022), mientras que el Colibrí Center ha registrado más de 7.805 fallecimientos y más de 3.500 desapariciones en la frontera mexicana-estadounidense en el último cuarto de siglo (Colibrí Center, Disappeared: How U.S. Border Enforcement Agencies Are Fueling A Missing Persons Crisis, Tucson, 2021).
Por último, el aspecto de los recursos como tercera dimensión significativa pone en conexión las reflexiones sobre las fronteras con otras cuestiones a priori distantes temáticamente, pero estrechamente vinculadas con el objeto del libro en virtud de su relevancia teórica y social inmediatas. Las disputas por la delimitación y demarcación de territorios representan una perfecta muestra de las dinámicas de expansionismo, acumulación y depredación que rigen la arena internacional actual, y ante las cuales se ha producido una ampliación semántica del término “frontera”.
No en vano, los autores del atlas dedican un capítulo específico a aquellas “fronteras invisibles” que, aun sin materialización física, se convierten en espacios de pugna por el control y dominación de los Estados. Las fronteras marítimas y los choques de intereses en las regiones polares parecen ser aquí los ejemplos más destacados. Por una parte, áreas de intensa tensión geopolítica, como el golfo Pérsico, las aguas del Sáhara Occidental o el mar de la China meridional, están convirtiéndose en las últimas décadas en escenarios de batallas jurisdiccionales que buscan apropiarse de jugosos yacimientos de combustibles fósiles y metales altamente codiciados, disputas ante las cuales ha sido preciso reformular los principios del Derecho Internacional para regular las diferentes formas de posesión y explotación de los fondos marinos. Por otra parte, hasta un total de once países mantienen actualmente reclamaciones firmes sobre diversos territorios del Ártico y de la Antártida, lo que supone todo un desafío a la semántica del término “frontera”: ¿hasta qué punto puede trazarse una línea divisoria cuando no hay poblaciones, culturas ni demás elementos humanos a dividir? Si bien ciertos precedentes se habían sentado ya con el trazado de fronteras basadas en líneas geométricas en los vastos desiertos deshabitados del Sáhara o del Kalahari, la demarcación de los territorios polares supondría el paroxismo de la arbitrariedad y la artificiosidad fronterizas.
Como apunte final, es destacable la impronta que la nacionalidad de los autores deja en el libro. Al centrarse en las preocupaciones geopolíticas francesas, tanto en temática como en espacios, no puede decirse que el libro reparta la atención equitativamente. De esta manera, aparte del ya comentado destino-centrismo y la desatención hacia las migraciones Sur-Sur, se dedica mucha más atención a Europa y África seguidos por Asia –especialmente Oriente Medio y China–, mientras que, a excepción de las fronteras estadounidenses, las Américas y Oceanía son olvidadas. También es criticable que a lo largo de la obra aparecen diversos errores de contenido y que las conclusiones, a diferencia de la excelente introducción, no acaban de cumplir su función, dejando un cierre un poco insatisfactorio al libro. Esto, no obstante, es más un indicador de la alta calidad del resto de la publicación que de una insuficiencia de las últimas páginas. Por ello, consideramos que con la lectura del Atlas de las fronteras se puede aprender mucho de una manera muy didáctica, particularmente a través de la utilización de los recursos visuales de una forma inteligente y diversa, sin que ello suponga un sacrificio de la complejidad en el análisis. Un libro de lectura sumamente recomendable.
Oriol Navarro Erausquin,
Instituto de Filosofía (CSIC)
Lucas Vaquero Álvarez,
Universidad Complutense de Madrid (UCM)