Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 91 (2024), pp. 231-233
ISSN: 1130-0507 (papel) y 1989-4651 (electrónico)
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GONZÁLEZ BLANCO, A. (2020). Literature and politics in the later Foucault. Boston: De Gruyer.
Literature and Politics in the Later Foucault reúne los frutos de los últimos años de investigación de la académica y poeta Azucena González Blanco, centrados en la obra del último Foucault y en sus aportaciones al marco de pensamiento de la relación entre literatura y política. En la última década se ha avivado una relectura del trabajo del filósofo francés a raíz de la publicación y traducción de sus últimas lecciones, producciones e intervenciones en congresos. Este libro juega un papel importante en este contexto ya que aporta un análisis pormenorizado de la reformulación y la relevante posición que adquiere la literatura en esta etapa de su pensamiento, una revisión que no pierde de vista la estrecha vinculación que mantiene el arte verbal con los temas clásicos del autor (subjetividad y política) y que se entrelaza con el núcleo de investigación de González Blanco: la política de la literatura.
La hipótesis del trabajo es que a partir de la segunda mitad de los años 60 la literatura adquiere una nueva posición en el pensamiento de Foucault, quien muestra un interés por explorar su potencial e implicaciones políticas. Si en la primera etapa de su obra el filósofo marcaba el origen de la literatura (en su concepción moderna) en el siglo XVIII, a partir de los años 70 aplica su estrategia genealógica para marcar la raíz de la literatura en la tragedia griega, lo cual conlleva, a su vez, un cambio de concepción del objeto de estudio. González Blanco estructura su análisis en una introducción, cuatro capítulos de desarrollo y uno de conclusión en los que muestra cómo en el último Foucault la literatura es presentada en sí misma como historia, esto es, como un evento de resistencia que afecta a la configuración del espacio comunitario, para lo cual será fundamental el reconocimiento de la capacidad performativa de la parresía. A lo largo del libro, el pensamiento del autor viene unido al de los teóricos literarios y filósofos más representativos de la reflexión sobre literatura y política de los siglos XX y XXI.
En el primer capítulo “Politics of literature in late Foucault” González Blanco expone la función social que cumple la literatura a través tanto de su contenido como de su forma. Al concebir la literatura como evento, presenta el pensamiento del francés enfrentado al de Heidegger, en tanto que se aleja de la idea de verdad que el alemán atribuye a la literatura. La verdad del arte verbal es para Foucault un juego inseparable de la capacidad de los sujetos de hacer uso de la palabra. Aquí introduce un primer vínculo con uno de los temas fundamentales del autor: la locura. Literatura y locura han sido marginados en la Modernidad como discursos no racionales y, por ello, la escritura literaria supone a través de la parresía una crítica al estatuto jurídico-social de la Modernidad. Eliminando la frontera entre lo interno y lo extralingüístico, se plantea la ambigüedad de la literatura como pliegue a través de la parresía, su capacidad de decirlo todo, y su forma, que se origina en el límite de que, en realidad, nadie es capaz de decirlo todo, dejando huecos en el texto que deberán rellenarse en la lectura. La literatura introduce tanto en su forma como en su contenido prácticas discursivas del exceso que interrumpen la normatividad de cada momento histórico, creando así espacios de resistencia al mostrar la diversidad de posibles órdenes comunitarios considerados inverosímiles.
En el capítulo Literature, subject and veridiction recoge el segundo potencial político que Foucault atribuye a la literatura: su capacidad para crear nuevas experiencias o modos de vida que lleven al sujeto a una voluntad de resistencia y autotransformación respecto a la normatividad estipulada durante la Modernidad. Para ello, González Blanco se centra en el análisis que Foucault hace de las obras de Raymond Roussel y del Marqués de Sade, las cuales evidencian tanto el carácter eventual de la literatura como su relación con los procesos desconocidos de subjetivación. Foucault ve en la obra de Sade una negatividad performativa sobre la identidad que supone una superación de la oposición entre deseo y verdad, cuya conexión será una verdad performativa del sujeto. A partir de esta idea, González Blanco establece la influencia existente entre esta idea y el pensamiento del siglo XXI de Judith Butler y Giorgio Agamben, cuyas obras dan especial importancia a los modelos literarios y al potencial político de la virtualidad de la literatura.
El capítulo Tragedy and Historical Event retoma los textos y las lecciones de los años 80 del filósofo francés centrados en las tragedias de Sófocles (Edipo Rey) y Eurípides (Ion, Las troyanas y Orestes) y las observa a través del concepto de parresía. Con esto se desarrolla el potencial político atribuido a la literatura en la obra del último Foucault: la verdad de la literatura como parresía, un potencial performativo que fomenta el sentido crítico que se realiza (enlazándolo con le pensamiento de Bajtín) a través la dialogía y polifonía de su estructura inmanente. González Blanco parte de la concepción no-unitaria del símbolo de la filosofía cínica para mostrar cómo la literatura presenta una naturaleza fragmentaria del símbolo y del mundo. Esto hace que la verdad pueda ser reconstruida a partir de diferentes testimonios, lo cual implica que la verdad ya no podrá ser algo unívoco. Con esto se establece una diferencia entre parresía y declaración performativa, pues esta última está sujeta al estatus del hablante en su sociedad, mientras que en el acto de parresía la persona que toma la palabra desempeña su libertad de expresión como un individuo lingüístico-político independientemente de su posición como gobernador o gobernado. Observando las tragedias griegas desde una lectura política en esta línea se discierne qué sujetos son capaces de hablar en una sociedad bajo cada poder coercitivo y productivo de sujetos.
Esto lleva al último capítulo, Foucault and Literary Theory in the 21st Century, donde González Blanco establece las relaciones existentes entre el pensamiento político de la literatura del último Foucault con la teoría literaria del siglo XXI así como su unión con la tradición marxista de la crítica literaria. Comienza desarrollando la idea de lectura del pensador francés, que estará estrechamente unida a la idea de cuidado de sí. Foucault contempla dicha actividad desde la confrontación de la vista de un sujeto con el texto, desde su materialidad (la mirada), y establece que la experiencia de lectura supone para el lector ver lo que no podía ser visto antes. Relacionando esto con el pensamiento de Nietzsche y Barthes a través de la metáfora de la mirada, la literatura, gracias a su capacidad de decirlo todo, hace visible a través de imágenes una verdad que había quedado en silencio. A partir de esta idea de la literatura como “hacer ver” se desarrolla la segunda parte del capítulo, donde se presentan la relación del último Foucault con la crítica marxista de la literatura, especialmente con el pensamiento de Althusser y Adorno. Por último, se plantea un diálogo con la política de la literatura de Ranciére, teórico en el que González Blanco ha centrado gran parte de su producción teórica, estableciendo el punto en común de ambos autores en su mutua consideración de la virtualidad de otro presente, el presente posible no realizado, como factor de verdad de la literatura. Esta última relación sirve para mostrar también las diferencias entre ambos pensadores y recalcar que la reflexión de Foucault en torno a la política de la literatura adopta una postura profundamente activa donde la acción político-lingüística se alza como el factor definitivo por el cual la literatura transforma a los sujetos e interviene en la sociedad de cada momento histórico.
En conclusión, el trabajo de González Blanco aporta una relevante revisión de la obra del último Foucault que muestra el potencial político de la ficcionalidad literaria por su capacidad de evidenciar las vidas posibles más allá de la normatividad de un momento histórico y por la actitud crítica de ese hacer visible. Lo efectivo del planteamiento de la autora es lo estrechamente vinculado que viene a los núcleos temáticos del filósofo francés: la ética de la verdad y las tecnologías del sujeto. Así, este libro supone un hito dentro de la teoría de la literatura ya que realiza un exhaustivo trabajo de lectura y condensación de las ideas de Foucault en torno al arte literario, poniendo en relevancia las diferentes etapas de este pensamiento y fundamentando una intuición que puede despertarse en cualquier lector del filósofo: la gran importancia que tiene para la teoría ética y política de Foucault los modelos literarios.