Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 90 (2023), pp. 177-209
ISSN: 1130-0507 (papel) y 1989-4651 (electrónico)
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ESQUIROL, J. (2021), Humano, más humano: Una antropología de la herida infinita., Barcelona: Acantilado.
Con un lenguaje preciso y sencillo y con la generosidad de guiarnos por los senderos de una reflexión, en la obra se presentan los diferentes matices que integran lo humano. El título es una respuesta a las promesas del transhumanismo, que con la ayuda de la tecnología busca superar las limitaciones humanas. Para el autor no se trata de ir más allá de la humano, como propone el transhumanismo, sino profundizar en lo humano. En lugar de querer ir más lejos, mirar hacia adentro, ser cada día más humanos.
Este ensayo forma parte de una trilogía que inicia con La resistencia íntima (2015) y continua con La penúltima bondad (2018), En cada una de estas obras el autor profundiza sobre la condición humana, y nos invita a pensarnos a nosotros mismos desde lo más íntimo.
Su propuesta de intensificación de la humano la presenta como un itinerario, un viaje, que nos lleva a apreciar lo cotidiano desde un ángulo muy distinto, pues lo más profundo se encuentra en la sencillez de la vida que vivimos la mayoría de los días, redescubriendo la belleza del amanecer, la fragancia en el aire, la forma de las copas de los árboles. Éste camino de aprendizaje no se limita a las sensaciones que experimentamos con el mundo que nos rodea, también atiende a la relación única que entablamos cuando nos encontramos con otro ser humano. Un encuentro, que a pesar de que ya ha sido tratado por otros filósofos, tiene un sello muy particular que lleva la firma del autor, en el reconocimiento del regalo que recibimos con la presencia del otro.
El autor tienen la virtud de mostrarnos la complejidad de la naturaleza humana de manera diáfana. Esto lo logra gracias a que nos presenta los elementos que integran esta filosofía de vida y aclara que cada elemento es parte de una constelación. La figura estelar solo se puede formar con la conjunción de todos los elementos. Y el nombre de esta constelación es la filosofía de la proximidad, que no solamente plantea una forma de pensar y entender el mundo, sobre todo describe una forma de ser y de estar en el mundo.
El trabajo minucioso de ir desmenuzando cada una de las partes que integran esta constelación, va dibujando una actitud ante la vida. Algunos de los conceptos son: alguien, pronombre de lo humano; la intemperie, descripción de la situación en la que nos encontramos; el reencuentro, esperanza de unión y el canto, la palabra que vibra en nosotros. A esta lista se suman la herida infinita, el amparo, la compañía y la resistencia íntima, entre otros.
Cada persona es alguien, es decir, es un ser humano con un nombre que manifiesta su singularidad. Cuando nos dirigimos a una persona pronunciando su nombre con tacto y cuidado la reconocemos. En su propuesta de filosofía de vida, el autor nos invita a cambiar la lógica de nuestros tiempos, que se fundamenta en la acumulación y búsqueda del poder a una lógica que priorice la relación humana. En su opinión, lo que más necesitamos es fortalecer los lazos que nos unen con los demás. Transformar las relaciones con el gesto humano que ofrece protección y amparo y, aprender en nuestro camino de humanización, modelos de acogida y calidez.
Como un rasgo distintivo de la condición humana, Esquirol identifica cuatro heridas infinitas: el gozo de la vida, el asombro del mundo, el regalo del tú y el miedo a la muerte. El gozo de la vida es el disfrute que proporciona el banquete de la vida. El asombro del mundo representa la curiosidad que siempre ha guiado a la filosofía. El regalo del otro se manifiesta en los espacios de vida que se amplían por la presencia de otra persona. El miedo a la muerte se contrapone al gozo de la vida y es el recuerdo de que somos finitos y tenemos un destino inevitable.
Esquirol nos propone una hermenéutica del sentido de vida. Nuestra razón de ser es cuidar y acompañar. El cuidado será necesario para evitar que algo se dañe, desgaste o lastime. El acompañamiento fortalecerá los lazos humanos. En el centro de esta brújula del vivir, se encuentra el corazón, expresión de la sensibilidad, de la calidez y de estar al lado de los demás.
El lenguaje también tiene una gran relevancia en esta filosofía de vida. Con el lenguaje se busca no sólo el entendimiento mutuo, se habla para cuidar, proteger y consolar al otro. El saludo es la manifestación de la preocupación por el otro. Y se buscará dar abrigo y amparo con las palabras. Cada palabra que vibre en nosotros, manifestará la celebración de la belleza o el consuelo ante las vicisitudes.
La humanidad se manifiesta en las palabras dulces que cuidan y protegen. En contraste, donde no hay palabra, donde impera el silencio, donde no hay eco de la voz humana, se encuentra el vacio. Esto lo entiende perfectamente Esquirol al hacernos ver que la mayor muestra de inhumanidad es la frialdad, la indiferencia, la insensibilidad ante el otro. Por ello, la palabra da vida a lo humano y, mientras más cálida y dulce sea, mayor nuestra posibilidad de tener un encuentro con el otro.
En la visión de Esquirol, una sociedad más humana busca construir un hogar, en vez de dominar al resto del mundo. En su constelación, la poiética del mundo tiene como meta la belleza y la justicia. La poiética de la vida se define por los verbos amar y pensar. Y la poiética del sentido busca articular y crear más sentido. El horizonte de desarrollo que se propone está en clave franciscana: hacer del mundo una casa y del otro un compañero. Construir un nosotros y vivir juntos con espíritu fraterno compartiendo el pan y el canto.
En un mundo incierto, lleno de preguntas y desconcierto, vemos una luz de esperanza que nos alienta a seguir andando. La obra de Esquirol es reveladora y revitalizante. El autor nos anima a no desesperar y establecer un horizonte de futuro. Así como valorar la pluralidad y singularidad de las vidas humanas. Nótese el plural de la vidas humanas, esto es porque hemos pasado de lo humano como concepto abstracto, al humano como persona concreta, singular y única.
Finalmente, me gustaría destacar que en términos muy prácticos el autor nos invita a vivir con lo esencial en vez de vivir con demasiado. El tener demasiado agota y desvía la atención. En esta filosofía de vida, se necesita poco: pan, casa y canto. El pan representa el gozo de la vida, la casa es el espacio donde nos sentimos seguros y el canto es la palabra que celebra y ampara.
La filosofía de la proximidad nos recuerda que aprendemos a ser humanos, a estar en una relación, a vivir y a convivir. Y este es un camino que debemos transitar con una guía del buen vivir que nos oriente y nos de perspectiva.
La obra constituye una hermenéutica del sentido de la vida, que otorga dirección y propósito. En estos tiempos de incertidumbre requerimos más que nunca una orientación para el buen vivir que nos permita elegir con sabiduría y aprender a vivir de forma más atenta.
Bibliografía
ESQUIROL, J. (2015), La resistencia íntima., Barcelona: Acantilado.
ESQUIROL, J. (2018), La penúltima bondad., Barcelona: Acantilado.