Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 90 (2023), pp. 177-209

ISSN: 1130-0507 (papel) y 1989-4651 (electrónico)

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SONGEL, F. (2021). El arte de leer las calles. Valencia: Barlin Libros.

El opúsculo de Fiona Songel (2021) (que, además de autora de libros y artículos, es traductora y propietaria de una pequeña librería en Valencia, llamada “La Primera”)1 es un interesante título para presentar e introducirse en la figura del flâneur a través de Walter Benjamin. Un libro que, por cierto, no pretende únicamente contribuir a la bibliografía secundaria acerca de las tesis del autor alemán, sino que además trata de acercarse a un lector más general mediante dos aportaciones fundamentales. La primera de ellas, algo que se detallará a continuación, es la de presentar a otros autores no tan conocidos que, sin embargo, constituyen acepciones distintas del concepto de caminante e influyeron decisivamente en Benjamin. Así, figuras como la de Franz Hessel (2015), van a ser nombres recurrentes a lo largo de esta pequeña obra. La segunda de ellas, que, sin duda alguna, es la más destacable e innovadora, es su actualización al debate sobre la cuestión del “género del flâneur”, decisivo en el ámbito de la crítica cultural y literaria contemporánea, así como del feminismo.

El arte de leer las calles arranca con un sucinto prólogo de Anacleto Ferrer, que, en pocas palabras, nos introduce en la figura del flâneur a partir de un breve recorrido histórico por diferentes autores. Este acaba aterrizando en, como no podía ser otra manera, Charles Baudelaire, cuya contribución es decisiva para la estética y crítica de arte. Baudelaire, es bien sabido, ejercerá gran influencia en Benjamin. Sin embargo, como antes se anticipaba, no es la única: de hecho, la mayor influencia la vamos a encontrar no tanto en él como en Hessel (2015), en el cual Benjamin ve claramente representada la figura del flâneur.

Tras el mencionado prólogo comienza nuestro viaje o el paseo por la ciudad, donde volverán a hacer acto de presencia los dos autores mencionados. Como ya se anticipó, pese a que en el texto se vaya a seguir fundamentalmente el planteamiento de Walter Benjamin, no se van a descuidar nunca, tal y como se hace ya desde el prólogo, sus influencias. Así, Songel vuelve a convocar, por un lado, desde Berlín, a Hessel (2015), en el que ve la “personificación” del flâneur. Hessel (2015), en resumidas cuentas, describe al flâneur como una persona con la mirada puesta hacia lo contingente, hacia lo que esta oculto, y que a través del deambular desvela los secretos de la ciudad. Igualmente, y, por otro lado, desde París, a ojos de la autora, no podemos obviar la influencia de las llamadas “fisiologías” (Songel, 2021, pg. 50), en la lectura de Benjamin sobre Baudelaire. Destacando la siguiente idea, en palabras de la autora:

“Dicha lectura le permite exponer los aspectos que hacen de esta ciudad [París] la “capital del siglo XIX”, como lo son […] la relación de incomodidad que sufren las masas urbanas con una ciudad que se encuentra en constante transformación, […].” (Songel, 2021, pg. 51).

El flâneur, nos propone Songel, debe ser entendido como un caminante de la época moderna. Un caminante que se mezcla entre las multitudes, pero que mira “desde arriba” y en solitario todo lo urbano. Así, no podemos entender el concepto sin enmarcarlo dentro de la modernidad; es decir, sin tener en cuenta los cambios del siglo XIX y principios del XX, épocas en las que empieza a abrirse un hueco. En este sentido, debemos traer al frente las palabras del sociólogo Richard Sennet (1994) y, con ellas, poner el centro del escenario el término que para muchos es la otra cara de la modernidad: a saber, la ciudad. Ésta, en su acepción moderna, se caracteriza por tres cosas: la “individualidad”, la “soledad cívica” y la “velocidad” (Sennet, 1994, pg. 360). Justamente esta idea es lo que, para la autora, crea el marco perfecto para la aparición del caminante. En su interior, éste se funde con la multitud y es a través de un mirar, detallado y calmado, que describe todo tipo de incomodidades y de observaciones. Así, el flâneur no solamente describe la arquitectura urbanística, sino que también las incomodidades, la “velocidad” y, en suma, los problemas de la nueva ciudad moderna.

No podemos dejar de lado el segundo hecho fundamental en la obra de Fiona Songel: esto es, la cuestión sobre el “género del flâneur”. Si atendemos a la etimología de la palabra, tal y como ella hace, descubrimos inmediatamente que ésta es masculina. El término, además, se entiende de la siguiente manera: “un paseante callejero urbano, ocioso, e intelectualmente activo […]” (Songel, 2021, pg. 20). A partir de esta idea del flâneur como figura masculina y privilegiada que apunta al hombre burgués surge un interesante debate que la autora no duda en traer el frente. Así pues, en este punto, y en diálogo con Lauren Elkin (2017), refiere a la figura de la flâneuse. ¿Existió un concepto tal o no? ¿Se puede hablar de la contrapartida femenina del masculino caminante? Para Elkin (2017), podemos enfrentarnos a este debate optando por dos “vías” diferentes. Por un lado, podemos “ajustar la figura femenina al concepto”; y, por otro lado, tratar “redefinir el concepto en sí”. La autora del texto que aquí se reseña, a través de un riguroso análisis de la postura de Elkin (2017), llega a una nueva idea, en la que niega la primera posibilidad, aquella que apunta a que la flâneuse sea una simple caminante que se ajusta al modelo burgués-patriarcal. Más al contrario, considera que “es necesario para reclamar el sitio de la flâneuse, revisar el concepto y actualizarlo” (Songel, 2021, pg. 112), lo cual representa una de las grandes novedades del libro y constituye la clave de bóveda para entender su postura dentro del mencionado debate.

El texto de El arte de leer las calles representa un estudio que narra con suma riqueza su nacimiento, desarrollo y presencia en la obra de Walter Benjamin sin descuidar nunca sus influencias. Solo por esto su lectura es recomendable para un público general y obligatoria para aquel que en el mencionado concepto se quiera especializar. Su verdadero componente innovador reside, sin embargo, en el particular acceso que representa a la cuestión del “género del flâneur”. Como hemos visto, en él no solo se repasan las últimas actualizaciones del debate, sino que, además, se ofrecen nuevas problemáticas que surgen a partir de ellas, así como una postura particular dentro de la discusión.

Bibliografía

Elkin, L. (2017). Flâneuse. Una paseante en París, Nueva York, Tokio, Venecia y Londres. Barcelona, Malpaso

Hesserl, F. (2015). Paseos por Berlín. Madrid, Errata Naturae

Sennet, R. (1994). Individualismo urbano, en El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental. Madrid, Alianza.

Songel, F. (2021). El arte de leer las calles. Valencia, Barlin Libros.

Eduardo Torres Morán
(Universidad Autónoma de Madrid)


1 Así, dice Anacleto Ferrer en el prólogo de esta misma obra: “[…] como librera. Y este es, curiosamente, el frente más próximo a la flâneire, entendida, al menos, a la manera de Benjamin […].” (Ferrer, 2021, pg. 13).