Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 90 (2023), pp. 177-209

ISSN: 1130-0507 (papel) y 1989-4651 (electrónico)

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GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Martín (2019), Michel de Montaigne (1533-1592): La filosofía como ensayo. (Defensa de los animales). Madrid, Sindéresis, 430 págs.

Martín González Fernández, profesor titular de la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia), compone una obra no impermeable a la crítica y tan revolucionaria como pertinente en el escenario de hoy día: Michel de Montaigne (1533-1592): La filosofía como ensayo. (Defensa de los animales) constituye un punto cardinal y, a la vez, nodal para el estudio del pensador bordelés. Respecto al título de la obra, en el prólogo de Oscar Parcero Oubiña se escribe con prudente razón: «El ensayo pone y nos pone a prueba, mostrando como para un verdadero filosofar ningún resultado es satisfactorio, pues todo resultado que lo fuere no sería sino la fatal interrupción del quehacer filosófico, su cancelación, en nombre —eso sí, vanamente— de la verdad. […] en el sentido de un exagium latino —del que se origina la palabra—, es decir, un sopesar, un ponderar cada cosa, incluyendo lo más variopinto» (González Fernández, 2019, p. 8). La defensa del prologuista sobre el género y el estilo ensayístico, bien de Montaigne, bien del autor, González Fernández, es ante todo esencial en el debate actual que encara al academicismo (esto es, el estilo puramente académico-intelectualista ejercido en los despachos de las universidades) con lo divulgativo (escritos que, si bien no son puramente académicos, se allanan y amoldan en aras de su comunicación, su difusión).

La obra se compone de tres grandes bloques. El primer capítulo, «La filosofía como ensayo», es una panorámica en clave ensayística del pensamiento filosófico de Montaigne, que plasma «tensión»; «contradicción», a mi juicio, meditada y justificada; y «hosca gravedad», en palabras de González Fernández. El ensayo nos sitúa al borde del acantilado que supone el arte de escribir. Relaciona en estas hojas la filosofía (en concreto, la ontología) de Montaigne con pensadores contemporáneos suyos, como Nicolás Maquiavelo o Giordano Bruno. Sin embargo, como se reconoce, «no todo será filosofía propiamente dicha. Habrá arte, literatura, recortes de prensa diaria, de G. F. Watts hasta Jorge L. Borges, la genética o la biotecnología, el humanismo y el poshumanismo» (p. 13). Un elenco de temáticas, sin aspirar a ser sentenciosas, de las que brotan serias e intrigantes preguntas que se despliegan hasta el bloque que sigue.

En el segundo capítulo, «Metamorfosis: “et [il] portoit à Augusta un bonnet fouré par la ville”», se prosigue la profundización de las temáticas anteriores y se plantan, a fin de hacerlas crecer con vigor, interrogantes de la filosofía más práctica del pensador bordelés. Asimismo y sobre este asunto, dos fuentes originales llevadas a estudio en la obra suponen un acercamiento al viaje: Journal de voyage en Italie par la Suisse et l’Allemagne en 1580 et 1581, «donde narra, a veces con pluma ajena, la de un escribano que le acompaña, a veces por propia mano, a veces en francés, a veces en italiano, su experiencia de viaje […] que, en ruta, se verán sometidos luego a la censura romana, y que, según propia confesión, le cambiará la vida» (p. 169), y De la vanité (1588), donde se «esconde toda una teoría acerca del arte de viajar» (Ibíd.). Viajes por la no man’s land, por el sentimiento errante del viajero que no vislumbra fronteras en el horizonte.

El tercer capítulo, «Como gatos y perros. El alma de los brutos en el Renacimiento: escépticos y libertinos», recupera «la mirada, histórica y filosófica, sobre la cuestión todavía abierta de la racionalidad de los animales no-humanos. Y pararnos a reflexionar […] si los humanos nos comportamos realmente como perros y gatos, en qué reside la diferencia entre nosotros y ellos. […] No se trata aquí de ofrecer argumentos en una dirección u otra, y pudiera encontrársele al final esta utilidad, sino tocar un tema que históricamente preocupó a los filósofos» (p. 235). Defensores y detractores observarán una colorida palestra para sus personales pinceladas. En el presente capítulo se crea una valiosa lectura sobre animal rights, animal ethics, desde la Antigüedad hasta nuestros días, tauromaquia, religión, sentido de justicia, lenguaje, ecología, animalismo, «revolución neurológica (António Damásio)» o, como se dijo, racionalidad. La observación cautelosa del autor pone de relieve un asunto de actualidad. Estudio del problema animal. Razón por la cual el libro es más que enriquecedor desde diversos ángulos.

La obra cierra magistralmente con un epílogo de Jorge Cendón Conde, quien confirma cuán actual es la figura de Michel de Montaigne. El autor de la obra que aquí nos ocupa, «manifiesta el síntoma de esta nueva historia y, a la vez, de esta nueva filosofía, de esta nueva historia filosófica, libre de ataduras finalistas, de cargas ideológicas limitadoras, de compromiso de escuela, en torno a la figura de un clásico […] El ensayo, el viaje y los animales, trinidad de bolsillo» (p. 422), escribe Cendón Conde. El libro es, a todas luces, una oda irresistible, un monumento ejemplar, a la memoria y al pensamiento de un Michel de Montaigne vivo, muy vivo en la actualidad.

Alejandro G. J. Peña
(Universidad de Sevilla)