Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 89 (2023), pp. 221-234
ISSN: 1130-0507 (papel) y 1989-4651 (electrónico)
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CATALÁ GORGUES, J.I.; ROS GALIANA, F. (2020). Senderos de la descripción. Perspectivas teóricas y prácticas diversas. Granada: Editorial Comares.
La obra titulada Senderos de descripción. Perspectivas teóricas y prácticas diversas, coordinada por Jesús Ignacio Catalá Gorgues y Fernando Ros Galiana, nos invita a (re)considerar la noción polisémica, presente y diseminada en múltiples disciplinas, del concepto de la descripción. Desde esta perspectiva, los distintos autores que participan revisan el alcance y contribución, así como los distintos enfoques sugeridos en diferentes campos de conocimiento, del ejercicio descriptivo. Resulta inevitable revisar a Aristóteles, y su noción clara y consistente de inducción; pasando por el esfuerzo ilustrado de conceptualizar la descripción y fijar su alcance; para continuar con las propuestas surgidas a mediados del siglo XIX que superarían la historia natural tradicional, con objetivos más ambiciosos que aquellos que se limitaban a exhibir los “descriptores aficionados de especies”. En definitiva, se trata de indagar sobre cuántas preguntas y respuestas se articularían desde un planteamiento sin prejuicios del problema descriptivo.
En el primer capítulo, se nos recuerda la distinción entre hechos y teoría, ciencias duras y ciencias blandas, en principio todas ellas con un reconocimiento de condición científica. ¿Qué ocurre en el caso de la Lingüística? A lo largo de su texto, Ángel López, expone la relevancia presente, pero sobre todo por venir, de la lexicología enaccionista para aquellos investigadores interesados en la descriptología lingüística. Nos expone así las virtudes de un paradigma que se ocupa de captar un mundo exterior en el que la acción (corporizada del organismo, por sus raíces vinculadas a la ciencia biológica) va cambiando implacablemente. Una propuesta que comienza con el análisis de los dos procedimientos determinantes para el análisis lingüístico, a saber, formalismo y descriptivismo, y finalmente sugiriendo este paradigma alternativo de la enacción.
En el siguiente capítulo, Ricardo Sanmartín nos recuerda la importancia (y la dificultad) de afrontar el reto de la alteridad, superando el sesgo etnocéntrico para así acercarnos críticamente a la comprensión de lo ajeno y de la propia cultura. Se trata, en primera instancia, de un ejercicio involuntario (de caer en la cuenta) que necesita de un tiempo para la observación multisensitiva. Un pasear por lo que ya se ha percibido, de manera consciente e inconsciente, atraídos por un interés de investigación que nos lleve entonces a la tarea compleja de describir etnográficamente un sistema de significados simbólicos. En este sentido, el autor expone la importancia de la observación participante: de vital importancia en el proceso descriptivo, ya que nos permitirá “ver lo que no se va a escuchar”. Observa para pensar e interpretar; para finalmente, describir.
Por su parte, Enrique Anrubia nos sitúa en el problema tan sugerente y clásico de la relación entre lenguaje y realidad; más bien, la problemática entre lenguaje, descripción y realidad. Nos presenta una oposición entre el orador y el narrador, y cómo lo encarnamos indistintamente en nuestros discursos cotidianos. La toma de conciencia (la obligación de recordar) de que la descripción de lo real es siempre imprecisa, y tomar entonces el ejercicio descriptivo en su función mediadora que en cierta medida nos permite hacernos con la realidad. Esta condición fracturada también interviene en nuestra experiencia con el acontecimiento del dolor, en cómo lo contamos.
El capítulo de Hasan G. López Sanz revisa la conocida experiencia del antropólogo Lévi-Strauss (sus reflexiones recogidas en Tristes trópicos) para ofrecer el testimonio de una de las personas que acompañó al etnógrafo francés en su expedición brasileña. La publicación de la obra de este colaborador, designado por el Museo Nacional de Río de Janeiro, incluye un rico material fotográfico, notas y comentarios que completan la versión oficial de cómo se desarrollaron estos trabajos de campo. Con este trasfondo, el autor ofrece una revisión del material fotográfico de Lévi-Strauss, que ordena en cuatro momentos distintos, correspondientes a distintos usos que las propias fotografías tendrían: cuando se toman como documentos etnográficos, o cuando se utilizan en Tristes trópicos con un propósito que trasciende la intención descriptiva.
El siguiente capítulo continua en el ámbito de la etnografía. Así, Fernando Ros Galiana recupera la aportación inteligente, sensible y precisa de Thomas Edward Lawrence, un camuflaje decidido Si consideramos que la auto-etnografía se caracteriza por trascender la observación participante y las premisas de un diario de campo, de modo que el individuo se convierte en investigador-actor-participante. Observación participante y participación-observación en un juego de estratos, desdoblamientos y actores que son al mismo tiempo observadores de si mismos en mitad del trabajo de campo.
El libro cierra con un capítulo que aborda el debate sobre el juicio negativo que se suele aplicar a las prácticas descriptivas en las disciplinas de ciencias. Así, Jesús Ignacio Catalá recupera los detalles de un caso concreto, un debate académico, que sirve para recuperar el debate (prejuicios y presupuestos) en torno a la pertinencia de las listas y catálogos como práctica descriptiva no exhaustiva. Listas faunísticas y florísticas: un trabajo minucioso y detallado de recolección y consulta; productos vigorosos de la ciencia actual.
En definitiva, se trata de una obra que invita a la reflexión sobre el alcance y las posibilidades de la práctica de la descripción. Un ejercicio que bien puede interpretarse como fin en si mismo pero que debería entenderse, si se pretende amplificar su efecto, como un ejercicio de mediación, como puente entre la realidad y las distintas ficciones que ocupamos, tanto en el ámbito académico como de reflexión cotidiana.