Daimon. Revista Internacional de Filosofía , nº 88 (2023)
ISSN: 1130-0507 (papel) y 1989-4651 (electrónico)
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ALMAZÁN GÓMEZ, Adrián. (2021). Técnica y tecnología. Cómo conversar con un tecnolófilo. Madrid: Taugenit Editorial.
Nos encontramos ante la edición en castellano del libro Técnica y Tecnología. Cómo conversar con un tecnolófilo, publicado en abril por la incipiente editorial de pensamiento y filosofía Taugenit y vendido a un precio más que razonable (aproximadamente 16 euros). Su autor, Adrián Almazán, es licenciado en Física, Máster en Física de la Materia Condensada y Máster en Crítica y Argumentación Filosófica por la Universidad Autónoma de Madrid. Asimismo, obtuvo el título de Doctor en Filosofía por la misma Universidad, con una tesis doctoral titulada Técnica y autonomía. Una reflexión filosófica sobre la no neutralidad de la técnica desde la obra de Cornelius Castoriadis (Almazán, 2018), en la que ya anticipaba algunas de las reflexiones que hoy pone encima de la mesa. La edición, que consta de un prólogo escrito por Jorge Riechmann y un epílogo a cargo de Andoni Alonso, está a grandes rasgos muy cuidada, salvo algunas erratas razonables que se pueden hallar en la página 111 (en la que se escribe “las técnicas siempre podrán tendrán1 consecuencias”), en la página 112 (en la que aparecen dos puntos suspensivos en lugar de tres) y en la página 130 (en la que se escribe “para al creyente” en lugar de “para el creyente”).
Entrando propiamente en el contenido de la obra, hemos de atender primeramente al estilo y tono para después apuntar las claves más reseñables del texto. En nuestra opinión, el presente libro, sin ser en ningún momento superficial, es relativamente accesible para cualquier lector: tanto para aquel que ya está familiarizado con la temática y la jerga del discurso de la filosofía de la tecnología como para el que sea la primera vez que se encuentra con esta problemática. Esto es algo que puede comprobarse si se atiende al aparataje de las notas a pie de página: éste no solo nos muestra el gran manejo del autor de los temas sobre los que está opinando, sino que cumplen la función de remitirnos a los lugares a los que deberíamos acudir si tuviésemos interés en seguir indagando en ellos. Tienen, pues, una clara intención pedagógica que, pese a que en no pocas ocasiones brille por su ausencia, es siempre de agradecer. Podrían ponerse muchos ejemplos, pero quizá uno de los mejores sea la enumeración de autores que comenzaron a poner en entredicho el imaginario del progreso en la Primera Guerra Mundial (Almazán, 2021, pág. 90), o directamente a criticarlo con toda dureza a partir de la Segunda (Almazán, 2021, pág. 93).
Además de ello, el aparataje de notas a pie de página vendría a cumplir otra función fundamental, que también es pedagógica: a saber, aclarar los términos centrales del libro con los que el autor se compromete. Esto vendría a ocurrir desde los mismos comienzos del texto, cuando el autor establece la distinción conceptual que le va a permitir hacer su particular crítica al capitalismo a través de una crítica de sus tecnologías: aquella que distingue entre técnica y tecnología (Almazán, 2021, pág. 15).
El presente libro puede ser visto, en fin, como una pequeña píldora en la que el profesor Adrián Almazán nos plantea y critica de manera clara y concisa una problemática muy compleja: el papel que desempeña la fe irracional en las tecnologías a la hora de pensar los problemas socioecológicos de nuestro tiempo. Desde el punto de vista metodológico, el texto está planteado como una conversación con un tecnolófilo (que vendría a representar a aquellas personas que idolatran la técnica, como más adelante detallaremos) en la que se debaten cuatro tópicos que, desgraciadamente, aún siguen formando parte de nuestro imaginario. Serán, pues, estos cuatro tópicos los que estructuren el libro en forma de capítulo, y son los que siguen: en primer lugar, “siempre ha habido tecnología y siempre la habrá porque es lo que nos hace humanos” (de la página 15 a la página 37); en segundo lugar, “no se puede luchar contra el progreso” (de la página 39 a la página 88); en tercer lugar, “las tecnologías no son buenas ni malas, lo importante es cómo las utilicemos”(de la página 89 a la página 119); y, por último, “sólo la tecnología puede sacarnos del lío en el que la tecnología nos ha metido”(de la página 121 a la página 151). Estos cuatro capítulos están destinados a refutar, pues, los mencionados lugares comunes en los que se suele caer (incluso hoy, en un momento en el que nos encontramos al borde del colapso ecológico-social) a la hora de pensar estas cuestiones.
Conviene, en lo que sigue del texto, desarrollar brevemente desde dónde trata el profesor Almazán de contestar y criticar a nuestro objetor tecno-optimista o tecnolófilo. Antes de ello, empero, reseñaremos brevemente cuáles son los principales grupos de oposición contra los que piensa, ya que, como ocurre con el Ser de Aristóteles, el tecno-optimismo se dice y se ha dicho de muchas maneras.
El primer grupo de oposición sería el ya mencionado objetor ficticio con el que “se conversa” a lo largo de todo el libro. Este es transversal a toda la obra y no puede ser directamente equiparado con ningún grupo ideológico o intelectual. Este primer objetor podrá, pues, ser encarnado por cualquiera que defienda las cuatro objeciones principales que estructuran el libro. Y, como es bien sabido, esta posibilidad se convierte en un factum en nuestro presente: no será difícil, pues, hallarse con personajes públicos o gente corriente que represente a la perfección la ideología que el profesor Almazán trata de refutar. Ello se debe a que el tecno-optimismo subyacente a las cuatro proposiciones que vertebran el libro pertenece a una corriente de pensamiento (más que corriente, cabría hablar, como nos propone su autor, en clara comunión con su maître-à-penser, Cornelius Castoriadis, de imaginario2) que ha imperado de forma intermitente y parcial a lo largo de varios siglos, aunque haya hecho su acto de presencia con toda su fuerza y completitud a partir del siglo XIX: el imaginario del progreso, teñido normalmente en nuestros días de un discurso desarrollista promovido por el establishment económico. Los prejuicios sobre la tecnología que en el libro se nos presentan se encuentran, pues, profundamente arraigados en nuestra cultura, lo cual convierte al libro de Almazán en una buena caja de herramientas para ayudar a contestarlos cuando nos los encontremos y exorcizarlos de nosotros mismos.
Pues bien, a este primer tecnolófilo ficticio conviene sumarle dos grupos (ahora sí, concretos y directamente rastreables) que también vendrían a representar un elemento de oposición explícito por parte de Adrián Almazán. En efecto: al contrario de lo que ocurría en aquél, en éstos se pueden dar nombres y apellidos, ya que apuntan a grupos intelectuales y políticos que siguen existiendo en nuestro presente. El primer grupo vendríamos a encontrarnos a Marx, pero sobre todo algunos de sus “-ismos”. Aunque podamos titubear al hacer afirmaciones de índole marxiano, lo que no cabe duda, en opinión de Almazán, es que para buena parte del marxismo la revolución consistió en despojar de los medios de producción a los capitalistas para entregarlos a la clase trabajadora. Lo único que se debía hacer, pues, era gestionar mejor de lo que lo hacían los capitalistas las tecnologías existentes. Éstas, en ningún momento, fueron puestas en cuestión, extendiendo de esta manera la idea de su neutralidad a una clase (la trabajadora) que previamente no la tenía. El marxismo, pues, contribuyó activamente a democratizar, extender y promover el discurso desarrollista del que a día de hoy aún padecemos sus consecuencias (Almazán, 2021, pág. 68). No es banal, cabe añadir, que fuera de las filas del marxismo, en el presente, como ocurre con Arias-Maldonado y otros intelectuales tecnófilos (Almazán, 2021, pág. 123) se siga pensando que nuestro problema con los desastres ocasionados por la tecnología sea de gestión y no de base.
El segundo grupo sería más reciente, y podría ser rotulado, en opinión de Almazán, como “la reflexión de la tecnología ingenieril” (Almazán, 2021, pág. 94). Bajo su paraguas se hallarían los filósofos de la tecnología de la corriente más analítica, cuyo máximo y más refinado representante es Gilbert Simondon (Almazán, 2021, pág. 95), siendo su obra más notoria El modo de existencia de los objetos técnicos3. Simondon vendría a ser el autor que plantearía de forma más elocuente y fina una ontología de los objetos técnicos, superando, en opinión del profesor Almazán, a Peter Engelmeier o Ernst Kapp, quienes claramente exhiben los prejuicios sobre la neutralidad de la técnica a los que el texto que reseñamos se va a oponer. En efecto: frente a éstos, aquél vendría a reconocer, por ejemplo, la importancia del entorno para dar cuenta de las técnicas. Esto, sin embargo, sería insuficiente, ya que éste lo sería de manera secundaria. Además, desde el punto de vista de Simondon el objeto técnico poseería algo así como un impulso irrefrenable a desarrollarse al margen de la sociedad y los seres humanos en los que se inserta, algo que es inaceptable para Almazán. Los filósofos de la tecnología analíticos serían, en fin, todos ellos, adalides de la ideología de la neutralidad.
Tras esbozar en líneas generales los principales objetores tecno-optimistas contra los que el autor piensa, se pasará ahora a exponer las coordenadas en las que éste se sitúa (esto es, desde dónde piensa). Para ello, habremos de atender a varias cuestiones que son clave para comprender su pensamiento. En primer lugar, para responder tanto al objetor ficticio general como a algunas de las formas más refinadas de asumir la no neutralidad de la técnica Almazán atiende a una postura naturalista. En este sentido, su postura intelectual se vería atravesada por una concepción de la filosofía en continuo diálogo con las ciencias (en este caso concreto dialoga con la biología, la paleontología, la economía e, incluso, la historia). Desde este punto de vista, la reflexión sobre las tecnologías no podría ser entendida sin atender a saberes como la biología, por ejemplo, que nos enseña que las diferencias que nos separan del resto de seres no son ontológicas sino de grado.
La segunda clave del pensamiento del autor, crucial para entender la perspectiva que adopta al acercarse a la problemática de la tecnología, es la sensibilidad histórica. En comunión con su postura naturalista, es preciso atender a la aguda sensibilidad histórica que es transversal a los argumentos que se presentan en la obra, aunque en algunos momentos haga más acto de presencia que en otros. El profesor Almazán trata de hacer la ardua tarea de rastrear de dónde vienen los prejuicios a los que va a contestar en su libro. O, con otras palabras, cómo se ha conformado ese imaginario del progreso al que ya hemos hecho alusión. Esto le lleva a mirar tres hitos fundamentales: una determinada historia del cristianismo, la revolución científica y la ilustración (Almazán, 2021, pp. 46, 50, 58). Todo ello sin caer en ningún momento en determinismos de tipo histórico: no son pocos los tramos del texto en los que nos advierte de las contingencias de su relato, así como de las resistencias a las hegemonías que siempre han existido.
Ahora bien, como el propio Almazán dice, su postura no se queda en un mero diálogo con distintos resultados científicos ni en una exposición de los hechos históricos más relevantes para dar cuenta de la idolatría reinante a la tecnología. En su opinión, pese a los riesgos que ello entraña (solo hay que ver, nos dice, la podredumbre del pensamiento de Heidegger en torno a la técnica) (Almazán, 2021, pág. 101), es necesario acudir a la ontología. Una ontología, eso sí, que frente a los filósofos de la tecnología analíticos ya mencionados, sea acorde con el naturalismo y la sensibilidad histórica con la que Almazán hemos visto que se compromete: en resumen, una ontología sociohistórica. Así, el autor hace un breve trabajo del concepto en el capítulo III, que, de nuevo, nos remite a su tesis doctoral, y del que resulta un compromiso con la distinción entre objeto técnico (el propio objeto en su materialidad) y conjunto técnico (que abarca desde los diferentes usos del objeto técnico hasta los valores, relaciones simbólicas, políticas y sociales que le son concomitantes).
Las tres características que hemos empleado para explicar su pensamiento han de ser pasadas por el tamiz de algo que nos parece fundamental. Al comienzo de esta reseña hemos expuesto que el presente libro no ha de verse como un mero trabajo académico más (algo a lo que hace alusión también Jorge Riechmann en el prólogo) (Almazán, 2021, pág. 12). Ello se debe a que Adrián Almazán encarna el papel de intelectual con pretensiones no solo de analizar o incluso criticar eidéticamente el mundo, sino de transformarlo efectivamente. En este sentido, el presente texto ha de verse como una instancia más de un compromiso férreo que tiene el autor con su presente. Esto es algo que puede ser comprobado si se atiende a la última parte de la obra, en la que el autor nos sugiere una serie de caminos que habremos de hacer y transitar para vivir acorde con una visión más realista y menos opresora de las técnicas (Almazán, 2021, pág. 121). Técnica y tecnología sería, habida cuenta de ello, un texto no sólo para ser pensado, sino también para ser actuado.
Referencias
Almazán Gómez, A. (2018), Técnica y autonomía. Una reflexión filosófica sobre la no neutralidad de la técnica desde la obra de Cornelius Castoriadis. (Tesis de doctorado, Universidad Autónoma de Madrid). Repositorio Institucional de la Universidad Autónoma de Madrid.
Almazán Gómez, A. (2021), Técnica y tecnología. Cómo conversar con un tecnolófilo, Madrid: Taugenit Editorial.
Castoriadis, C. (2006), L’institution imaginaire de la société, Paris: Editions du Seuil.
Simondon, G. (2007), El modo de existencia de los objetos técnicos, Buenos Aires: Prometeo Libros.
(Universidad Autónoma de Madrid)
Notas
1 La cursiva es mía.
2 Castoriadis desarrolla este pensamiento en su obra L’institution imaginaire de la société. Castoriadis, C. (2006), L’institution imaginaire de la société, Paris: Editions du Seuil.
3 Simondon, G. (2007), El modo de existencia de los objetos técnicos, Buenos Aires: Prometeo Libros.