Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 84, 2021

ISSN: 1130-0507 (papel) y 1989-4651 (electrónico)

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PASCAL, Blas (2020). Escritos espirituales. Edición de Alicia Villar. Madrid: Tecnos. 242 pp.

 

Alicia Villar es una reconocida especialista en diversos campos. Desde luego en el de la Ilustración, sobre el que, entre otros estudios, nos ofreció su magnífica edición y comentario a los escritos de Voltaire y Rousseau, En torno al mal y la desdicha (Alianza, Madrid, 1995). También en Unamuno, respecto al cual no solo editó su trabajo inédito Mi confesión (Sígueme, Salamanca, 2011; 2ª ed. aumentada en texto y notas, 2015), sino una amplia selección de sus Escritos sobre ciencia y cientificismo (Tecnos, Madrid, 2017). Y asimismo en Pascal, autor al que ahora hemos de referirnos, sobre el que tiene ya una dilatada e importante obra. A su temprano Pascal: ciencia y creencia (Cincel, Madrid, 1987), siguió la excelente edición de sus Obras (Gredos, Madrid, 2012), con un amplísimo y valioso estudio introductorio. Y ahora nos ofrece estos Escritos espirituales, seleccionados, en buena parte traducidos y prologados por ella misma.

Esos Escritos espirituales, menos conocidos, no por ello tienen menor interés y, además de su intrínseco valor, sirven para poner en relación la evolución espiritual de Pascal con su desarrollo científico, su elaboración filosófica (tal como se expresa ante todo en los Pensamientos) o su participación en las disputas teológico-religiosas de su tiempo, según manifiestan las Provinciales. Con el fin de seguir mejor esa evolución, Alicia Villar ordena los escritos cronológicamente, conforme a lo que se suele conocer como “período mundano” y primera (en torno a 1646) y segunda (en 1654) conversiones religiosas. Y, apoyándose en la investigación más solvente y reputada (Gouhier, Lafuma, Mesnard quizá ante todo, como ella misma reconoce en diversos pasajes; también entre nosotros Aranguren o Albiac, aunque no los señalemos a todos), nos introduce, con claridad y pertinencia, en esos escritos. Alicia Villar destaca la exigencia y radicalidad que Pascal requiere, como más tarde hará Kierkegaard, para la vida cristiana, lo que no exime de la alegría que su espiritualidad cristocéntrica también destaca (de ahí que cuestione, en cierto modo al menos, la visión que de Pascal ofreció Kolakowski en Dios no nos debe nada. Un breve comentario sobre la religión de Pascal y el espíritu del jansenismo, Herder, Barcelona, 1996).

Sea de ello lo que fuere, los escritos seleccionados incluyen, en primer lugar, tres cartas (a su hermana Gilberta, otra a la propia Gilberta, pero escrita junto a su hermana Jacqueline, y a su cuñado el sr. Périer, a la muerte del padre de Pascal), que revelan importantes y hondos acentos de esa evolución espiritual.

Pero tal espiritualidad se manifiesta especialmente en el Memorial, experiencia de carácter místico en el momento de su segunda conversión, de la que Pascal nos dejó ese testimonio, al que solo se pudo acceder tras su muerte, pues lo llevaba oculto en el dobladillo de su chaqueta, y que ha sido objeto de estudio por parte de diversos especialistas, que subrayan su hondura y densidad.

Quizá el menos conocido de esos escritos espirituales sea el Resumen de la vida de Jesucristo, descubierto en 1845, y en el que Pascal, siguiendo una antigua tradición de los Padres de la Iglesia y otros antecedentes (como, dentro de la corriente jansenista, el del propio Jansenio o el de Antoine Arnauld), intenta concordar los diferentes Evangelios, acompañando las paráfrasis de los textos con interpretaciones en las que trata de destacar el valor dramático de las secuencias destinadas a favorecer la meditación.

Al Misterio de Jesús, incorporado habitualmente en los Pensamientos (aunque no fue su destino inicial; ahí se encuentra la famosa expresión: “Consuélate, no me buscarías si no me hubieras encontrado”), siguen las Cartas a Charlotte de Roannez, sobre la que ejerció el papel de director espiritual. En ellas se manifiesta cómo la lucha y el esfuerzo por la conversión se ven acompañados por la alegría, por lo que, se observa en buen estilo pascaliano, “debemos trabajar insistentemente en conservar nuestra alegría que modera nuestro temor y conservar ese temor que modera nuestra alegría”, en la esperanza del cumplimiento de la promesa y de una alegría plena.

La Comparación de los cristianos de los primeros tiempos con los de hoy, puede llamar un tanto a engaño, pues, pese al título, la comparación se establece tan solo desde la perspectiva de la significación del bautismo, que, al haberse convertido en práctica habitual realizarlo al poco de nacer, trastoca la condición del cristiano, dado que ya no se recibe instrucción para el mismo ni implica asunción de lo que comporta.

Sobre la conversión del pecador, en donde se manifiesta a veces un fuerte agustinismo, ilumina algunos fragmentos de los Pensamientos, como el de la “apuesta”, y subraya la vanidad de perseguir la felicidad duradera en lo que se aniquilará, aunque el propio Pascal no abandonó del todo, pese a ello, sus investigaciones científicas, quizá siguiendo el consejo paulino de “vivir en el mundo como si no viviéramos en él” (1 Cor, 7, 29-30).

En fin, la Oración para pedir a Dios el buen uso de las enfermedades revela las muchas que Pascal sufrió, pero también el intento de que las mismas no arruinen el ánimo, en el convencimiento de que, si la oración no puede obtener la curación misma, sí puede lograr un buen uso de la enfermedad, que revertirá incluso sobre el cuerpo, conforme a lo que ya su hermana Jacqueline había sostenido.

Mas, antes de concluir el libro, Alicia Villar, además de una cronología e indicaciones bibliográficas pertinentes y precisas, ha incluido una bien pensada selección de algunos de los Pensamientos, agrupados en torno a determinados temas cardinales. Selección que nos ayuda a vincular la espiritualidad de Pascal con núcleos centrales de sus planteamientos filosóficos, y que estimo muy acertada. No es el menor de los méritos de esta preciosa y cuidada edición de los Escritos espirituales de Pascal, cuyas reflexiones —por más que podamos disentir en ciertos momentos de ellas—siempre tienen la ventaja de ayudarnos a salir de la costra de la banalidad y enfrentarnos, sobrecogidos y admirados, a nuestra humana condición.

 

Carlos Gómez

(UNED)