Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 84, 2021

ISSN: 1130-0507 (papel) y 1989-4651 (electrónico)

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HUSSERL, Edmund (2019). Textos Breves (1887-1936). Coord.: Agustín Serrano de Haro y Antonio Zirión Quijano. Salamanca: Sígueme, 716 pp.

 

Textos breves es un verdadero hito para la literatura fenomenológica traducida al español y muy en concreto para la obra de Edmund Husserl, que disfruta de un presente dulce de novísimas traducciones y reediciones. Quizás sea esta la más deslumbrante, sobre todo si nos atenemos a su complejidad técnica y editorial, su voluntad abarcadora de toda la vida creativa de su autor, una exquisita, experta y meditada selección de textos y una vocación plenamente consciente de estar aportando un material imprescindible para comprender a fondo y en detalle la trayectoria, bastante menos sinuosa de lo que en principio pudiera parecer, del pensador cuya obra determinó la dirección de la filosofía en el siglo XX. No sería una exageración decir que esta reunión de Textos breves, elaborada por un nutrido grupo de especialistas de ambos lados del Atlántico a lo largo de una dilatada cantidad de años, roza la importancia de las obras canónicas del fundador de la fenomenología.

Es conocida la severísima exigencia que Husserl se marcaba en cada una de sus publicaciones. Esto se constata en la absoluta falta de proporcionalidad entre sus libros aparecidos en vida (apenas seis) y los 43 volúmenes de sus obras completas, conocidas popularmente por el estilizado nombre de Husserliana, integrada en buena parte por la desbordante cantidad de manuscritos que dejó como legado —más de 50.000 páginas escritas en una intrincada estenografía—. De esta colección se nutren fundamentalmente estos Textos Breves, pero en una selección muy particular. En Husserliana, como es natural, se incluyen contenidos de muy distinta procedencia y elaboración: desde papeles de trabajo en los que Husserl dejaba correr la reflexión a modo de tentativa y prueba, en los que casi se le puede “ver” pensar, hasta textos definidos y acabados que contienen ya una síntesis y un sentido propio por sí mismos. Muchos de estos últimos proceden de artículos que publicó en revistas de investigación o de discursos y conferencias pronunciadas en foros públicos ante audiencias muy variadas. Son textos de este tipo, no ya vuelos del pensamiento que rastrea caminos posibles, sino auténticas piezas científicas en las que Husserl se posiciona filosóficamente y ofrece resultados bajo su firma y responsabilidad, los que son mayoría en la selección ofrecida en estos Textos breves.

La minuciosa y cuidada selección de los editores, el español Agustín Serrano de Haro y el mexicano Antonio Zirión Quijano, pone a disposición de la comunidad filosófica de habla hispana una serie de textos que Husserl dio a conocer públicamente —o preparó para ello, ya que alguno de ellos se guardó en un cajón—, lo que sin duda les añade un valor muy singular. Podríamos hablar de este libro, quizá, como de una gran obra paralela del padre de la fenomenología que vendría a completar enfoques, iluminar ángulos, definir contornos, ofrecer contextos e incluso afirmar alternativas a lo que entregó en sus obras más conocidas. El conjunto integra artículos de investigación —procedentes sobre todo de la época anterior, podríamos decir que preparatoria, a Investigaciones lógicas—, discursos públicos —con especial mención al de la toma de posesión de su cátedra en la Universidad de Friburgo—, conferencias en Londres, Ámsterdam y Praga, en las que fundamentalmente presentaba el método fenomenológico a un público ávido por conocer esa nueva filosofía de la boca de su fundador; lecciones de carácter más abierto —como los cursos sobre Fichte destinados a combatientes de la Primera Guerra Mundial—, ponencias de temática concreta —con la obra de Kant, la relación entre fenomenología y antropología o “el presente de la filosofía” como motivos rectores—, una reseña de 1903 en la que contesta con no poca vehemencia a una crítica a sus Investigaciones lógicas y el famoso proyecto de prólogo, escrito en 1913 pero finalmente descartado, para la segunda edición de esta última obra. Solo tres de los dieciocho escritos proceden propiamente de manuscritos de investigación, aunque hay que resaltar la extraordinaria naturaleza de estos documentos. Uno de ellos recoge dos manuscritos de investigación sobre la constitución del presente vivo y del cuerpo propio que fueron publicados por Alfred Schutz y autorizados por el propio Husserl; mientras que los otros son dos clásicos del pensamiento husserliano conocidos bajo los títulos de La tierra no se mueve (1934) y El origen de la geometría (1936).

Si estos dieciocho textos recorren medio siglo de incansable búsqueda filosófica, la traducción parece querer emular la epopeya original: más de una década y trece traductores después de iniciada la tarea, la obra vio la luz. En este sentido, hay que destacar la paciente, meticulosa y precisa edición llevada a cabo por Serrano de Haro y Zirión Quijano, auténticos pulidores y abrillantadores de términos, expresiones, referencias y contextos históricos. A su labor infatigable y vocacional debemos que las obras de Husserl, otras anteriormente y ahora en concreto estos Textos breves, hayan recibido el tratamiento que se merece: dignísimo, rigurosísimo y cuidado hasta el límite. Y no por ello carente de un pulso crítico también sobresaliente, preñado de agudeza y perspicacia. Ellos mismos han llevado a cabo la titánica tarea de modificar las versiones originales de los otros once traductores, “revisando ambos cada uno de los textos y revisando luego mutuamente sus revisiones”, confiesan en el prefacio de la obra. Esta ardua labor ha logrado unificar y homogeneizar, con amplitud de miras, mano izquierda y flexibilidad, la siempre difícil tarea de traducir a Husserl, lo que ha evitado de forma casi general el recurso a encorchetar el término alemán.

A ellos se debe asimismo un logro de inestimable mérito añadido a la traducción y la coordinación de las traducciones: la elaboración de una introducción para cada uno de los ensayos del libro (aparte de la introducción general a la obra). Estos mini-prólogos ayudan al lector a contextualizar el texto en cuestión, tanto histórica como filosóficamente. Pero no solo explican su procedencia —si es un discurso, un artículo, un manuscrito, así como el año en que se escribió—, sino que también se entresacan sus logros teóricos más decisivos —lo que justifica su inclusión en el volumen—, se descubren conexiones con las obras maestras de Husserl —lo que se percibe muy bien en los artículos previos a 1900, donde ya se adivinan algunos de los desarrollos fundamentales de Investigaciones lógicas—, se practican análisis a modo de cata sobre conceptos clave —como la problemática traducción de “Vorstellung” como “representación”— y se discuten polémicas clásicas de fenomenología.

También se penetra en la intrahistoria de los textos, algunos de los cuales están marcados por curiosos avatares o amplificadas polémicas. Por ejemplo, Sobre la tarea presente de la filosofía debía haber sido leído por Jan Patočka en un congreso en Praga en 1934, lo que nunca llegó a suceder, ya que Husserl pidió que se le devolviera el ensayo que había enviado al no estar conforme con su resultado final. También se incluye aquí Fenomenología y antropología, texto procedente de la multitudinaria conferencia pronunciada por Husserl en Berlin en 1931, que sorprendentemente supuso su primer viaje por Alemania en calidad de conferenciante. Este evento, presenciado en vivo por un joven Xavier Zubiri, sería recordado varias décadas después por Martin Heidegger, que lo calificó en su famosa entrevista a Der Spiegel como un “ajuste de cuentas” contra él y contra Scheler en un “ambiente de palacio de deportes” (ajuste que habría que poner doblemente entre comillas, una vez leída la limpia y rigurosa exposición de un posicionamiento teórico que impugna la posibilidad de establecer la antropología como filosofía primera).

En este sentido, hay en estas mini-introducciones numerosas referencias a hitos biográficos de Husserl, que junto a peripecias vitales y lances variados, tanto suyos como del movimiento fenomenológico, hacen que el libro tenga también interés en el plano de la crónica biográfica-histórica. Junto a estas introducciones y el prólogo general a la obra, sí se echa de menos un epílogo general de los editores que viniera a cerrar el volumen con una palabra sintética que acompañara al lector en sus últimas páginas. Después de un trayecto —sin duda apasionante y enriquecedor, pero también arduo y fatigoso— en compañía, en el que los editores van casi llevando de la mano al lector, no hubiera estado de más una palabra final para cerrar tan intenso recorrido.

Como ya se ha señalado, los dieciocho ensayos de este Husserl poco conocido abarcan cinco decenios de trabajo, los que van de su primera publicación en 1887, un trabajo sobre el concepto de número que le sirvió de habilitación a la docencia en la Universidad de Halle, hasta el célebre El origen de la geometría, un manuscrito de 1936 que alcanzó gran notoriedad tras el estudio sobre el mismo realizado por Jacques Derrida en los años sesenta. Una amplia mayoría de escritos, en concreto doce, se enmarcan en la época trascendental, que en la obra se abre con gran pertinencia y simbolismo con el citado prólogo de 1913 a Investigaciones lógicas. Solo dos ensayos pertenecen al período de 1900 a 1913, uno de las cuales es el conocido e influyente artículo La filosofía, ciencia rigurosa, en la traducción de Miguel García-Baró.

Especialmente interesantes son los cuatro textos del Husserl pre-fenomenológico, que van de 1887 a 1894, un período de gestación y conformación de su pensamiento más original donde ya se intuyen y se dejan adivinar algunos de los núcleos teóricos básicos de Investigaciones lógicas. Todavía en la órbita de la escuela de Brentano, aquí brilla el Husserl matemático y lógico en toda su definición y potencia. Eran los años circundantes al primero de sus grandes libros, Filosofía de la aritmética (1890); de hecho, el primero de los ensayos está incorporado casi punto por punto a los cuatro primeros capítulos de esta obra. La gran preocupación de sus inicios era llevar a cabo una sólida filosofía de la matemática que liberara a esta ciencia de su crisis de fundamentación, así como de abrir el camino hacia una teoría del conocimiento sostenida en cimientos firmes. Es significativo, como ya advierte Serrano de Haro, la cantidad de temas y cuestiones de la fenomenología posterior que están presentes en estos cuatro escritos iniciales: la pregunta ontológica por la “noción de algo en general”, las dimensiones pasiva y activa de la intencionalidad, la teoría de todos y partes, la prefiguración de categorías clave como las de cumplimiento intuitivo o intención vacía, la ampliación del término intuición a las representaciones de la fantasía... También hay que destacar profundas diferencias con el Husserl propiamente fenomenológico, como la teoría psicológica representacionista de marcada influencia brentaniana que alimenta las páginas de los Estudios psicológicos ordenados a la lógica elemental, en la que lo intuido se identifica con el contenido presente realmente en la conciencia. La proyección de estos textos no solo alcanza hasta su referencia editorial inmediatamente posterior, Investigaciones lógicas. Es de admirar que en las indagaciones en el nivel prelógico, en el que obligatoriamente tiene su origen todo concepto aritmético o lógico, ya se están adelantando postreros desarrollos del programa de la fenomenología genética.

Después de una reseña a un libro crítico con Investigaciones lógicas en la que trata de restituir el sentido de su obra y denunciar las malinterpretaciones (1903) y de la ya citada y conocidísima confrontación con Dilthey en Filosofía, ciencia rigurosa (1911), Textos breves ofrece una de las piezas más distinguidas de la colección: los dos fragmentos para el proyecto de un prólogo a la segunda edición de Investigaciones lógicas, fechado en el año 1913. El texto nunca llegó a anteceder a la magna obra —ni en 1913, cuando se reeditó el primer volumen y las cinco primeras investigaciones; ni tampoco en 1921, cuando se reeditó la Sexta investigación—, pero ocupó y preocupó mucho a Husserl, que en una fecha tan extemporánea para su propósito inicial como 1924 modificó y amplió los borradores del proyecto. El texto en el que Husserl quiere explicar una obra incomprendida por la crítica es, al mismo tiempo, la oportunidad de limar aristas con la novísima perspectiva trascendental alumbrada en las mismas fechas en el primer libro de Ideas. El voltaje de la exposición alcanza máximos en el segundo de los fragmentos, donde Husserl rebate la teoría del objeto de Meinong, se confronta (amplísimamente) con las malinterpretaciones del libro por parte de Wundt, critica a los que quieren identificar la fenomenología con una reductiva filosofía del lenguaje y descubre los hilos invisibles que unen las Investigaciones lógicas con el pensamiento de Lotze y Bolzano.

La trayectoria de Husserl se puede interpretar como un intento sostenido y continuado de presentar la fenomenología de la mejor manera posible. Textos breves lo confirma. En la obra se pueden encontrar diferentes conferencias que el filósofo de origen moravo pronunció en distintos puntos de Europa para presentar el método fenomenológico y su campo de estudio. En las cuatro conferencias de Londres, en junio de 1922, Husserl va a radicalizar la vía cartesiana del ego cogito en su defensa de la fenomenología como filosofía primera, así como descubrirá los motivos existenciales y éticos que se esconden en los fundamentos últimos de su método. La conferencia de Ámsterdam, en la primavera de 1928, está en cambio muy influenciada por la entrada “Fenomenología” que Husserl escribió para la Enciclopedia Británica, donde se establece el acceso a la fenomenología trascendental a través de la psicología pura. Por último, las conferencias en Praga de 1935 suponen el último intento de Husserl por desplegar de una manera innovadora las virtualidades de su método y contienen el germen de lo que luego se convertiría en su último gran libro y uno de los más reconocidos: La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental.

Antes de terminar, merecería la pena destacar uno de los textos procedentes de manuscritos de investigación. Se redactó en mayo de 1934, se ha conocido popularmente como La tierra no se mueve y fue presentado por el propio Husserl como “una inversión de la teoría copernicana”. Se trata de una extraordinaria meditación fenomenológica, única en el pensamiento de Husserl, sobre el lugar que ocupa la Tierra, el suelo que pisamos, en nuestro experimentar el mundo. En el texto se destaca esta asombrosa condición del suelo, en cierto sentido tan sorprendente como la del mismo cuerpo propio, por la que, de un lado, se ofrece de manera absolutamente singular respecto al resto de cuerpos percibidos; mientras que, por el otro, dificulta el que se le otorgue el estatus de cuerpo físico. Para la ocasión, Agustín Serrano de Haro ha llevado a cabo una profunda revisión de la traducción que él mismo realizó en 1995 para la Universidad Complutense de Madrid.

Concluyendo, estos Textos breves se confirman sin duda alguna como una de las obras esenciales de Husserl en español. Un voluminoso libro de 716 páginas, a pesar de la “brevedad” que anuncia en la portada, que viene a constatar la buena salud editorial de Husserl en el momento actual. A los Textos breves hay que sumar la reciente reedición de los Problemas fundamentales de la fenomenología —descatalogada desde 1994— y la publicación de sus lecciones de ética de los años 20 (y pronto llegarán las lecciones de ética de 1908 a 1914). Es preciso saludar con alegría este creciente interés por la fenomenología, lo que es sinónimo del interés por la filosofía en letras mayúsculas, aquella que se sigue preguntando por las grandes cuestiones de la existencia, por la verdad, por el bien, las cuestiones que han hecho de la disciplina filosófica uno de los factores humanizadores y liberadores clave de nuestra historia.

 

Jesús Miguel Marcos del Cano

Instituto de Filosofía (CSIC)