Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 84, 2021

ISSN: 1130-0507 (papel) y 1989-4651 (electrónico)

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LUMBRERAS SANCHO, Sara (2020). Respuestas al Transhumanismo. Cuerpo, autenticidad y sentido. Madrid: Digital Reasons, 202 pp.

 

En los últimos años no han dejado de aparecer publicaciones sobre lo que, desde la perspectiva del historiador y filósofo Fukuyama (2002) ­—aunque también la del pensador de izquierdas Slavoj Zizek—, bien pudiera ser “la idea más peligrosa del mundo” y la que representa la mayor amenaza para el bienestar de la humanidad. A saber: el Transhumanismo, aquel movimiento intelectual y político que busca la superación de lo humano a través de la ciencia y la tecnología. Estas publicaciones han adoptado distintas formas. Así, podemos encontrarnos con: artículos académicos, Trabajos de Fin de Grado y Trabajos de Fin de Máster, e, igualmente, con libros colectivos y de un único autor. Buena parte de éstas han venido de la mano de académicos pertenecientes a las Humanidades —en general— y la Filosofía —en particular—, aunque también podemos hallar estudios de científicos más o menos “reflexivos” (aquellos que, más allá de su propio ámbito de estudio, se hacen preguntas generales que escapan a lo puramente empírico y verificable) provenientes de las ciencias duras, blandas y de la salud.

Otra clasificación de todas estas publicaciones recientes, cruzada con la anterior e igualmente importante, es aquella en la que se distingue entre las que han tratado un tema específico del Transhumanismo (bien desde una óptica más analítica o una axiológica y poliética) y las que han decidido abordarlo en su generalidad, desde una perspectiva sinóptica y global. Dentro de este último grupo hemos de destacar, en lo referente a publicaciones en forma de libro de un único autor y dentro del ámbito nacional, el ya famoso libro de Diéguez (2017), Transhumanismo, así como, más allá de España, La revolución transhumanista. Cómo la tecnomedicina y la uberización del mundo van a transformar nuestras vidas de Ferry (2017). En él también se hallaría el libro que aquí reseñamos: Respuestas al Transhumanismo (Cuerpo, autenticidad y sentido), editado por Digital Reasons, un sello incipiente que pretende favorecer la publicación de libros sobre temas de pensamiento contemporáneo. En este caso, sin embargo, su autora no es una filósofa nominal, como sí lo son Diéguez y Ferry, sino que es ingeniera: se trata de Sara Lumbreras Sancho, doctora en Ingeniería Industrial, profesora titular de la escuela de ingeniería ICAI y miembro del consejo de la Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión (Universidad Pontificia de Comillas).

Que la autora no sea filósofa de formación no implica, empero, ni que ella no lo sea avant la lettre (al fin y al cabo ha publicado numerosos artículos de epistemología social y bioética) ni que el libro no tenga un claro componente filosófico. Por el contrario, éste es una apuesta por una Tercera Cultura que trataría de desdibujar la frontera entre ciencias y humanidades (p. 8). Es, si se quiere, el camino inverso adoptado por Diéguez y Ferry: mientras que éstos son filósofos de marcado carácter naturalista (filósofos que piensan en continuidad con las ciencias y las tecnologías), Sara Lumbreras es una ingeniera que tiene una mirada amplia que le lleva a pensar en torno a cuestiones filosóficas y ético-políticas.

En este sentido, Respuestas al Transhumanismo tiene elementos en común con aquellos libros que tratan de contornear una panorámica general del susodicho movimiento, de entre los que destacan los ya mencionados. En él, como en los otros, nos encontraremos con la exposición de: los antecedentes sociológicos del Transhumanismo y la gestación del movimiento transhumanista; la historia del Transhumanismo tal y como es concebida por sus propios intelectuales (especialmente por Nick Bostrom), que es prácticamente indistinguible de la propia historia de la humanidad; las predicciones más alocadas y pintorescas de sus autores, desde la Singularidad hasta la promesa de inmortalidad, pasando por el advenimiento de la creación de una Inteligencia Artificial Fuerte o general y el argumentario principal a favor de la adopción de medidas como las que proclaman los autores transhumanistas, siendo de especial importancia aquellos argumentos en los que se apela a la naturaleza humana, a la inevitabilidad de los procesos de innovación y desarrollo y a la obligación moral de mejorarnos. Todo ello, además, viene acompañado de un balance crítico por parte de la autora, algo que también se hace en Diéguez (2017) y Ferry (2017). El libro, por tanto, no es meramente descriptivo, sino que entra a valorar la calidad de los argumentos presentados por el Transhumanismo desde un punto de vista tanto teórico como práctico, adoptando una serie de compromisos que habremos de entrar a valorar en las líneas que siguen. Cabe decir que esto es algo que la profesora Lumbreras decide hacer de manera intermitente, sin distinguir de forma clara y nítida, muchas veces, entre la exposición y la valoración, algo que, aun siendo una cuestión menor, en algunos puntos puede llegar a ser algo confuso.

Pese a que haya una clara afinidad temática y de contenido con respecto a otras introducciones al Transhumanismo (como las que hemos mencionado), creemos, no obstante, que hay muchos aspectos originales dentro del libro que pueden aportar nuevas herramientas tanto de crítica como de análisis. Sin irse muy lejos, ya dentro de la propia introducción al Transhumanismo, ubicada en el capítulo 1, es digno de mención el hecho de que se relacione la utopía subyacente a este movimiento explícitamente con las cuestiones del fin del trabajo (donde, como no podía ser de otra manera, se trae fundamentalmente a colación a Jeremy Rifkin) (p. 21), por una parte, y con el debate o la oposición entre malthusianos y cornucopianos (p. 29) en lo relativo a los límites del crecimiento y la superpoblación, por otra. Además, dentro de la historia del movimiento se aportan datos sobre algunos de los grandes nombres que se acogen bajo el paraguas del Transhumanismo (FM-2030, Natasha Vita-More, Max More…) que no habían sido señalados hasta ahora en los más relevantes libros generales acerca de este movimiento (pp. 13-14). Más aún, fuera de esta historia, en el Apéndice (p. 156), podremos leer una entrevista a Natasha Vita-More por parte de Lumbreras que nos ayudará a hacernos una idea del discurso y la retórica de la parte más visible y con más poder del movimiento.

Otro de los principales aspectos que conviene subrayar de cara a la originalidad e innovación del contenido del libro es lo bien informado que está en líneas generales. Cabe aclarar que, frente a otros textos (como, muy especialmente, el de Antonio Diéguez), Respuestas al Transhumanismo se centra más en las propuestas transhumanistas cibernéticas (aquellas que están más próximas a las ciencias de la computación y la Inteligencia Artificial) que en las biomédicas (aquellas que, por el contrario, apuestan por la superación de lo humano a través de mejoras genéticas, protésicas y hormonales). Es en este aspecto en el que la bibliografía seleccionada nos parece indudablemente pertinente y enriquecedora, así como el uso que se hace de ella.

La profesora Lumbreras hace un gran repaso de la historia de la Inteligencia Artificial y nos informa de sus grandes avances, pero también de las limitaciones de un campo como éste con un estilo claro y accesible a los no expertos en la materia. Igualmente se hace eco de (y dialoga con) muchos de los filósofos que han venido discutiendo problemas teóricos en torno a la mente humana y su posible (o no) replicación artificial. En este sentido, hacen acto de presencia pensadores como Andy Clark, David Chalmers (éste, junto con el anterior, en lo relativo a la teoría de la mente extendida, y de forma individual en lo relativo a la famosa “hipótesis zombie”) o Antonio Damasio (en lo relativo a la relación entre razón y emoción). Quizá sí se eche algo más en falta, empero, la presencia de John Searle (al que solo se le menciona de forma lateral en un único sitio) (p. 120), Daniel Dennett y Douglas Hofstadter, sobre todo si se tiene en cuenta que todos ellos han participado en la difusión de los últimos resultados en Inteligencia Artificial y que también han pensado a partir de éstos, tal y como hace Sara Lumbreras en varios pasajes del texto que aquí reseñamos. Más aún, muchos de los argumentos de corte teórico por parte de la autora en lo tocante a las limitaciones de los avances en Inteligencia Artificial y ciencias de la computación son afines a algunas de las posturas que han venido manteniendo estos tres autores a lo largo de los últimos años. La incapacidad que tienen incluso las máquinas más avanzadas para comprender aquello en lo que son competentes, por ejemplo, la encontramos en el último gran libro de Dennett (2017), De las Bacterias a Bach. Asimismo, el énfasis en la subjetividad, en el punto de vista de la primera persona del que carecen (y probablemente carecerán siempre) las máquinas, está en directa relación con las posturas de John Searle, algo que puede comprobarse si se atiende, entre otros muchos lugares, a El misterio de la conciencia (Searle, 2000). Por no hablar, por supuesto, de la diferencia entre simulación y duplicación implicada en algunas de las respuestas críticas que la autora da —desde un punto de vista teórico— al transhumanismo cibernético.

Las objeciones más importantes en este libro, sin embargo, no son de tipo teórico, sino antropológico y práctico. Esto es así porque éstas son a las que dedica más páginas dentro del texto y las que, en buena medida, permiten su articulación. Conviene subrayar, pues, cuál es a grandes rasgos la crítica efectuada por la profesora Sara Lumbreras así como el trasfondo de la misma.

Desde el punto de vista antropológico, la denuncia de la profesora Lumbreras es directa y clara: el Transhumanismo peca de manejar una imagen del ser humano que es reduccionista (p. 84) y que, además, es dualista en lo que respecta a la distinción entre mente y cerebro (o mente y cuerpo, si se prefiere). Dicho dualismo, huelga aclarar, no sería horizontal (tal y como suele ocurrir con todos los grandes dualismos abiertos en la Modernidad), sino jerárquico: bajo éste, se primaría todo lo que tuviese que ver con la mente y la cognición (más bien habría que decir “información”) por encima de todo lo relacionado con lo material y corpóreo. A esta imagen del ser humano contrapone una en la que se le comprende “como una única entidad dotada de varias dimensiones entrelazadas: biológica, intelectual y espiritual” (p. 84), donde el papel tanto del lenguaje como de la sociabilidad son fundamentales. La forma que tiene de contornear esta imagen es mediante el empleo de la mejor literatura en psicología, antropología y biología. Todo ello acaba convergiendo, además, en la abierta defensa de lo que Sara Lumbreras ha venido a llamar “una espiritualidad encarnada” (p. 87).

Desde el punto de vista ético-político, solo inseparable conceptualmente del anterior, el gran pecado del Transhumanismo es, sin embargo, su exacerbado y ciego tecnooptimismo, cuyas raíces pueden ser rastreadas en el pasado (p. 18) y que, esencialmente, presupone que todos los problemas del ser humano (tanto individuales como colectivos) pueden ser resueltos mediante mejoras tecnológicas. En palabras de Lumbreras: “El tecnooptimismo asume que todos los problemas se solucionarán por el camino, porque la tecnología resolverá también los problemas sociales” (p. 147). Frente a ello, la autora argumenta que buena parte de las mejoras que más nos deberían importar (como las morales o personales, pero también, cabría añadir, las políticas) no vendrían propiciadas por avances tecnológicos, sino por la forma de relacionarnos con nosotros mismos y con los que nos rodea. El cuidado —en su sentido más amplio: de uno mismo y de los demás—, la agencia (epistémica y moral) e incluso cierto sentido de la trascendencia, son aspectos primordiales de una buena vida que no pueden ser resueltos simplemente con la potenciación o la innovación de las máquinas que ya tenemos. Esto último, además, cabría apostillar a la argumentación de la autora, es netamente incompatible con un mundo finito con recursos finitos como en el que vivimos, algo a lo que la propia Sara Lumbreras es sensible, tal y como se podrá ver al interior del apartado 1.4. (p. 37). Hubiese sido deseable, en este sentido, que se hubiese engarzado en su libro estas dos cuestiones: por una parte, lo concerniente a la buena vida y a la mejora moral y política, y, por otra, la cuestión de los límites del crecimiento y las consecuencias catastróficas de vivir en un estado de hybris permanente.

Sea como fuere, creemos que Respuestas al Transhumanismo es de obligada lectura no solo si se quiere estar bien informado de las radicales propuestas de este movimiento, sino también provisto de buenos argumentos para no quedar cegados ante sus promesas desorbitadas y asumirlo críticamente. Creemos que el libro consigue su objetivo principal en lo que respecta a este último punto: a saber, responder al Transhumanismo sin caer preso de su tecnooptimismo e hiper-humanismo —por una parte— ni hacerlo desde una postura reaccionaria, catastrofista ni tecnófoba —por otra—. Una empresa que, pese a lo que pudiera parecer a primera vista, no es tan fácil de acometer.

 

Referencias

 

Dennett, D. (2017). De las bacterias a Bach. Barcelona: Pasado y Presente.

Diéguez, A. (2017). Transhumanismo. España: Gedisa.

Ferry, L. (2017). La revolución transhumanista. Cómo la tecnomedicina y la uberización del mundo van a transformar nuestras vidas. España: Alianza.

Fukuyama, F. (2002). Our posthuman future: consequences of the biotechnology revolution, Nueva York: Farrar Straus & Giroux.

Searle, J. R. (2000). El misterio de la conciencia. España: Paidós.

 

Adrián Santamaría Pérez

(Universidad Autónoma de Madrid)

José María Santamaría García

(Universidad de Alcalá de Henares)