AREAS Revista Internacional de Ciencias Sociales, 48/2025 “Migraciones y reproducción social”, pp. 99-123. DOI: https://doi.org/10.6018/areas.624251

La diversificación de las generaciones femeninas en España, siglos XX y XXI

Anna Montfort Chipell, Centre d’Estudis Demogràfics (CED-CERCA) y Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)

Andreu Domingo, Centre d’Estudis Demogràfics (CED-CERCA)

Jordi Bayona i Carrasco, Universitat de Barcelona (UB) y Centre d’Estudis Demogràfics (CED-CERCA)

Resumen

Esta investigación tiene como objetivos principales examinar el crecimiento y la diversificación por procedencia de las generaciones femeninas en España durante los siglos XX y XXI a nivel provincial, establecer pautas territoriales comparativas entre generaciones de mujeres según su origen, y explorar la diversificación intra e intergernacional entre migrantes y autóctonas. Se han utilizado datos de los Censos de Población y Viviendas (1930-2021), centrando el análisis en cohortes nacidas entre 1926 y 2005 agrupadas por décadas, las cuales fueron afectadas por las migraciones internas del siglo XX y los dos booms migratorios del siglo XXI. Los resultados muestran que la migración interna del siglo XX y la internacional del siglo XXI han alterado el número y perfil de las generaciones femeninas en España. Sin embargo, la diversificación a nivel provincial en cuanto a volumen e impacto migratorio sugiere que estos complejos patrones regionales superan la dicotomía tradicional entre emigrantes e inmigrantes. Además, las diferencias en estado civil, nivel educativo y ocupación entre mujeres nativas e inmigrantes ofrecen una perspectiva sobre cómo estas migraciones contribuyen a la diversificación intrageneracional en la reproducción social de las generaciones.

Palabras clave: migraciones; mujeres; generaciones; provincias; España

The Diversification of Women’s Generations in Spain in the 20th and 21st Centuries.

Abstract

This research aims to examine the growth and diversification of female generations in Spain by origin during the 20th and 21st centuries at the provincial level. We aim to establish comparative territorial patters among women of different origins and explore intra- and intergenerational diversification between migrants and natives. We utilize data from the Population and Housing Censuses (1930-2021), focusing on 10-year cohorts born between 1926 and 2005, affected by internal migrations in the 20th century and two migration booms in the 21st century. Results indicate that internal migration in the 20th century and international migration in the 21st century have altered the number and profile of female generations in Spain. However, provincial-level diversification in volume and migratory impact suggests that these complex regional patterns transcend the migrant-immigrant dichotomy. Additionally, differences in marital status, educational attainment, and occupation between native and immigrant women provide insights into how migrations contributions to intragenerational diversification in the social reproduction of generations.

Key words: migrations; women; cohort; provinces; Spain

Fecha de recepción del original: 25 de julio de 2024; versión final: 23 de julio de 2025.

- Anna Montfort Chipell, Centre d’Estudis Demogràfics, Carrer de Ca n’Altayó, Edifici E2, Universitat Autònoma de Barcelona, 08193, Bellaterra. Teléfono: 93 581 30 60. E-mail: amontfort@ced.uab.es; ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-1569-9857.

- Andreu Domingo, Centre d’Estudis Demogràfics, Carrer de Ca n’Altayó, Edifici E2, Universitat Autònoma de Barcelona, 08193, Bellaterra. Teléfono: 93 581 30 60. E-mail: adomingo@ced.uab.es; ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-3270-1939.

- Jordi Bayona i Carrasco, Universitat de Barcelona, Departament de Geografia, Carrer Montalegre, 6, 08035, Barcelona. Teléfono: 93 403 78 59 y Centre d’Estudis Demogràfics, Carrer de Ca n’Altayó, Edifici E2, Universitat Autònoma de Barcelona, 08193, Bellaterra. Teléfono: 93 581 30 60. E-mail: jordibayona@ub.edu; ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-2819-9085.

La diversificación de las generaciones femeninas en España, siglos XX y XXI1

Anna Montfort Chipell, Centre d’Estudis Demogràfics (CED-CERCA) y Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)

Andreu Domingo, Centre d’Estudis Demogràfics (CED-CERCA)

Jordi Bayona i Carrasco, Universitat de Barcelona (UB) y Centre d’Estudis Demogràfics (CED-CERCA)

1. Introducción

A finales del siglo XX, España experimentó una transformación significativa al pasar de ser un país emigrante a convertirse en un país receptor de inmigración (Izquierdo Escribano y Muñoz Pérez, 1989). Durante el primer quinquenio del siglo XXI, se observó un notable aumento en la inmigración extranjera en el país, acompañado por una creciente feminización en los flujos migratorios. En un contexto demográfico caracterizado por el envejecimiento de la población y un débil estado del bienestar, esta tendencia resultó complementaria al ascenso social y laboral de la mano de obra nacional, con un énfasis particular en el papel de las mujeres, atribuible, en parte, al incremento en su nivel educativo. Estos factores propiciaron la promoción laboral y social de las generaciones nacidas hacia el final del Baby Boom (Domingo y Gil, 2007), así como la externalización de parte del trabajo reproductivo al mercado, creando una demanda satisfecha principalmente por mujeres inmigrantes (Parella, 2003; Odriozola y Peña, 2016), relacionándolo con lo que más tarde se denominó “Cadena Global de Cuidados” (Hochschild, 2001).

Sin embargo, las migraciones interregionales de la década de 1920 y el éxodo rural de las décadas de 1950 y 1960 ya habían discriminado las regiones entre aquellas que experimentaban inmigración y emigración, influyendo en el volumen y la composición de las generaciones según su lugar de origen. Este impacto se asemeja en intensidad a los provocados por los dos booms migratorios internacionales del siglo XXI. Durante estas primeras migraciones, los hombres desempeñaron un papel protagonista, relegando mayormente a las mujeres a la reagrupación familiar, ya fuera antes o después del desplazamiento migratorio (Domingo et al., 2012). En contraste, los movimientos autónomos de las mujeres se limitaban con frecuencia a la movilidad de corta distancia, siendo prácticamente exclusivos de mujeres jóvenes y solteras (González Portilla y García Abad, 2006).

A lo largo del análisis, y siguiendo la línea de otros estudios (Damoun et al., 2024), se utilizará el término de generación para identificar a un conjunto de individuos nacidos en un mismo período y que comparten experiencias históricas similares en momentos clave de sus vidas, especialmente durante su juventud. Lejos de una acepción meramente biológica, este enfoque se inscribe dentro de una tradición teórica con referentes clásicos, como Mannheim ([1928] 1993), Ortega y Gasset (1933), Ryder (1965), Hellevik (2002) y Lutz (2012). En España, distintos autores han aplicado estos enfoques al explorar la relación entre las características demográficas de diferentes generaciones y los ciclos económicos (De Miguel, 1986), la constitución familiar y la incorporación laboral de las mujeres (Solsona, 1991; Garrido, 2004; Malo y Cueto, 2012), la evolución de los niveles educativos (Pérez, 2007; Miret y Vidal Coso, 2008), así como las clasificaciones generacionales correspondientes a cada nuevo avance tecnológico en el campo de la revolución digital (Feixa, 2021).

Los objetivos principales de esta investigación son, en primer lugar, examinar el crecimiento y la diversificación por procedencia de las generaciones femeninas en España en los siglos XX y XXI, a escala provincial; en segundo lugar, establecer pautas territoriales basadas en la evolución de las generaciones femeninas por origen, comparándolas con la de las generaciones masculinas en los mismos períodos; y, por último, explorar la diversificación intra e intergeneracional, considerando la similitud o distancia de las migrantes de cada generación con sus coetáneas autóctonas. Se analizarán las características socio-demográficas, el nivel educativo, la actividad y la inserción en el mercado laboral. Se considerarán las cohortes nacidas entre 1926 y 2005, agrupadas por décadas, siendo estas las principales generaciones afectadas por las migraciones internas del siglo XX y los dos booms migratorios del siglo XXI. Y, como ejemplo para contrastar la evolución, se tomará a las generaciones nacidas entre 1946 y 1955 y la de 1986-1995, observadas en los censos de 1981 y 2021, correspondientemente. Se eligió el censo de 1981 y no uno anterior, dado que es el primero disponible que permite realizar este estudio.

La hipótesis inicial implica que tanto la migración interna del siglo XX como la inmigración internacional han tenido un impacto significativo en el número de efectivos y el perfil por origen de las generaciones en las distintas provincias de España. Asociada a esta premisa, y como segunda hipótesis, sostenemos que esa diferenciación varía considerablemente según la provincia considerada. Como tercera hipótesis, conjeturamos que el progresivo peso adquirido por la inmigración entre las generaciones más recientes no sólo las modifica, sino que es un elemento de diferenciación respecto a las generaciones más antiguas en cuanto a características sociodemográficas, como el nivel de instrucción, el estado civil, la inserción en el mercado laboral o el sector de actividad en el que se ocupan. Por último, como cuarta hipótesis, afirmamos que la masiva incorporación de mujeres al mercado laboral ha polarizado las oportunidades de empleo femenino, operando dentro de un paradigma de segmentación según el lugar de procedencia.

Aunque las comparaciones entre las migraciones internas en España durante el siglo XX y las internacionales del siglo XXI no son nuevas en las regiones españolas, se han abordado, principalmente, desde la perspectiva de la demanda del mercado laboral, siendo escasos los análisis generacionales o de género. De igual manera, este trabajo adquiere una especial relevancia al considerar la contribución que la migración de mujeres ha representado en el crecimiento de los efectivos de las generaciones femeninas, y su peso relativo dependiendo del tamaño inicial de las mismas.

2. Marco teórico y estado de la cuestión

2.1. Aproximación a las migraciones internas e internacionales en España

Las migraciones interiores constituyen el fenómeno demográfico que, en el último siglo, ha tenido mayor incidencia en la distribución espacial de la población en España, repercutiendo a la vez de manera muy notable en las características sociodemográficas de los territorios involucrados. Aunque las migraciones internas ya se daban antes del siglo XIX, no fue hasta el último tercio de ese siglo cuando adquirieron una mayor importancia cuantitativa y se volvieron más permanentes (Capel, 1967; García Barbancho, 1975). Este fenómeno ha persistido hasta el presente, aunque con cambios notables en su intensidad y características.

La guerra civil provocó que muchas personas se desplazaran, ya sea temporalmente o como consecuencia directa del conflicto. La movilidad aumentó significativamente tanto al inicio como al final de la guerra, concentrándose principalmente en las provincias más pobladas: Madrid, Barcelona y, cada vez más, Valencia. La escasez de los primeros años de posguerra estabilizó a la población, aunque también hubo retornos a las zonas rurales de donde habían emigrado anteriormente hacia los centros industriales. A partir de la segunda mitad de la década de 1940, los movimientos migratorios se intensificaron nuevamente, con los destinos tradicionales recuperando su importancia: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Vizcaya (Ortega y Silvestre, 2005). En los años cincuenta, las migraciones internas aumentaron aún más. Con el Plan Nacional de Estabilización Económica de 1959, se produjeron transformaciones en el agro español y el inicio del proceso de desarrollo económico del país, lo que impulsó significativamente las migraciones internas. Esto redujo los desplazamientos temporales y aumentó las migraciones permanentes, especialmente hacia Madrid, Barcelona y Bilbao, consolidando el fenómeno metropolitano. Este fenómeno alcanzó sus momentos más álgidos en la década de los sesenta y en el primer lustro de los setenta.

Entre 1950 y 1970, se produjo una expansión significativa de las áreas emisoras y receptoras, con un notable aumento de las migraciones de largo recorrido (interprovinciales e interregionales). Este período se caracterizó por una alta afluencia de migrantes a las grandes ciudades y sus áreas metropolitanas, fomentando así el crecimiento metropolitano. En los años cincuenta, los flujos interprovinciales comenzaron a intensificarse rápidamente, y las provincias de la cornisa cantábrica, desde Asturias hasta Guipúzcoa, se convirtieron en receptoras de población del resto de España (García, 1967). Durante los años sesenta, Madrid, Barcelona, Tarragona y las Baleares continuaron siendo los principales destinos de la inmigración interna. Sin embargo, otras áreas, como las provincias costeras del este de España, así como Oviedo, Santander, Vizcaya y Guipúzcoa, también empezaron a convertirse en importantes receptoras de población (De Miguel, 2007). Cabe destacar que Vizcaya, y en menor medida Guipúzcoa, ya se habían destacado como polos de atracción junto con Madrid y Barcelona durante los primeros años del siglo XX, y algunas provincias habían comenzado este cambio en los años cincuenta (Cañamero, 1991). A finales de este período, las migraciones se diversificaron, afectando no solo a los grandes centros urbanos, sino también a ciudades medianas y capitales provinciales.

A partir de 1980, España experimentó transformaciones significativas en su sistema migratorio debido a la crisis económica mundial que se originó en 1973 (Bernabé y Albertos, 1986). La novedad más notable es la multidireccionalidad de las migraciones internas, donde múltiples flujos migratorios se cruzan, suavizando los saldos y reflejando una mayor diversidad en el sistema migratorio (Blanco, 1993). Este cambio se atribuye a una menor importancia de las motivaciones laborales y a un incremento de razones como el retorno (Recaño, 2004, 2006), la búsqueda de una mejor calidad de vida y la realización de estudios. Durante este período, las migraciones de largo recorrido disminuyen en favor de las intraprovinciales (Cardelús et al., 1999). Las provincias tradicionalmente receptoras, como Barcelona, Madrid, Vizcaya y Guipúzcoa, se convirtieron en emisoras netas debido a la saturación del tejido residencial y la crisis de la industria tradicional. Al mismo tiempo, provincias con una estructura productiva diversificada, especialmente en el sector servicios, se consolidaron como receptoras.

En las últimas décadas, los flujos migratorios internacionales han desempeñado un papel fundamental en los procesos de reproducción demográfica y social de los países receptores, y España no ha sido una excepción. Entre 1996 y 2008 se produjo un primer boom migratorio y, tras la crisis de 2008, se inició un segundo período de especial intensidad que se extiende desde 2014 hasta la actualidad. La población inmigrada residente en España se concentra principalmente en grandes aglomeraciones urbanas como Madrid y Barcelona, así como en el litoral mediterráneo y los archipiélagos de Baleares y Canarias. Esta distribución se debe tanto a la repartición espacial de la población española, influenciada por desequilibrios económicos internos, como a las características y preferencias residenciales de los extranjeros (Lora-Tamayo, 1997). En términos absolutos, destacan las provincias de Madrid y Barcelona. Además, aunque en menor número, también se registran concentraciones significativas en relación con la población total en las provincias de Almería, Alicante, Baleares, Gerona, Las Palmas, Málaga, Murcia, Santa Cruz de Tenerife y Valencia (Romero, 2003). Según Izquierdo (1996), el perfil de los inmigrantes comenzó a cambiar. Mientras que en 1985 aparece un perfil inesperado, principalmente de origen comunitario, con predominio femenino, de personas casadas, de individuos de edades avanzadas y con una elevada proporción de autónomos y técnicos y profesionales (Martínez Veiga, 1997, 2000), a finales del siglo XX se trata de una población mayoritariamente masculina, joven, soltera y empleada precariamente en los sectores de la agricultura, la construcción y los servicios personales no cualificados (González et al., 2014; Palumbo y Sciurba, 2018). También encontramos la presencia de mujeres, muchas de ellas sudamericanas, que trabajan en el servicio doméstico y la restauración.

2.2. La feminización de las migraciones

En los primeros años del siglo XXI, el notable aumento de los flujos migratorios hacia España estuvo caracterizado por una creciente feminización. Las migraciones de mujeres han tendido a ser silenciadas y, lejos de ser un fenómeno nuevo, se han producido en diversos periodos y lugares. Algunas mujeres se desplazaron para acompañar o reunirse con su pareja masculina, mientras que otras emigraron solas, ya sea de manera independiente o comenzando una cadena migratoria a la que luego se sumaron los hombres. En la actualidad, el aumento de las migraciones autónomas de mujeres está relacionado con la creciente feminización de sectores laborales completos (Contreras, 2015), lo cual es tanto un resultado de los esfuerzos de las mujeres por ganar autonomía e iniciar un proyecto propio que las convierte en las principales proveedoras y cabezas de hogar (Oso, 1998) como una respuesta a las demandas del mercado laboral (Aja et al., 2000; Moreno y Ríos, 2012) y, además, debido a estrategias familiares.

La producción teórica sobre movimientos migratorios internacionales ha estado dominada por un sesgo claramente economicista y androcéntrico, lo que ha llevado a ignorar la importancia de los sistemas de creación de desigualdades de género para interpretar las migraciones de hombres y de mujeres en toda su complejidad (Domingo, 2008; Reigada-Olaizola, 2012; Gregorio, 2013). Las teorías tradicionales sobre migraciones, tanto neoclásicas como marxistas, han pasado por alto la influencia de las relaciones de género en el estudio de las migraciones internas e internacionales. Incluso las teorías de redes, que amplían el enfoque al incorporar nuevas dimensiones, aún presentan limitaciones al considerar las redes migratorias como neutrales y predominantemente masculinas. De hecho, la perspectiva combinada de género y familia ha sido escasamente tratada como tal (Recaño, 2002; De Miguel, 2007; Domingo et al., 2012).

En su análisis sobre migraciones femeninas, Parella (2003) examina diversas teorías, como las del mercado dual, la segmentación del mercado laboral y la acumulación capitalista, identificando sus limitaciones. Estas teorías suelen conceptualizar a los inmigrantes desde una perspectiva puramente económica, omitiendo las redes migratorias y suponiendo un ejército de reserva de mano de obra masculina (Milkman, 1976). Además, pasan por alto el papel de los grupos domésticos en las migraciones laborales y las desigualdades estructurales subyacentes a las migraciones femeninas. Parella destaca que estas teorías no explican cómo la intersección entre género y factores económicos, sociales y políticos influyen en las migraciones femeninas. Morokvasic (2007) profundiza en cómo la movilidad y la migración tienen significados distintos para mujeres y hombres, señalando que estos desplazamientos pueden ofrecer nuevas oportunidades, pero también reforzar las desigualdades sociales y de género.

3. Fuentes de datos y metodología

La presente investigación se fundamenta en el análisis de los datos correspondientes a los Censos de Población y Viviendas (Instituto Nacional de Estadística – INE), abarcando el período desde 1930 hasta 2021.

Para determinar el tamaño de las cohortes y su evolución en cada grupo generacional en España, se emplearon los 10 censos realizados entre los años 1930 y 2021, estableciendo en cada caso un valor constante de 100 para cada generación desde el nacimiento hasta los 9 años, con el fin de mitigar el impacto de la mortalidad infantil de las primeras cohortes. Esta aproximación se realizó a nivel estatal y por provincia. Sin embargo, los censos en España tienden a subestimar tanto la población infantil como la anciana, lo que afecta la precisión de los recuentos poblacionales debido a la dificultad en lograr una cobertura completa (Blanes, 2007). Esto se debe a duplicidades en la contabilización (Leguina, 1973) y al subregistro de ciertos grupos demográficos (Reher y Valero, 1995). Aunque este estudio no corrigió las estimaciones de población infantil en los censos, consideramos que se asegura la coherencia en la evolución de las cohortes de la primera mitad del siglo XX.

Después de llevar a cabo la caracterización de la progresión del tamaño de las generaciones decenales de hombres y mujeres nacidos entre 1926 y 2005 a escala regional, se procedió a la construcción de una tipología cualitativa de las provincias, tomando como criterio el impacto de la migración interna e internacional en la evolución de las cohortes femeninas.

Así mismo, para evaluar la influencia de las mujeres inmigradas, se utilizaron los censos correspondientes al año 1970 y posteriores2, utilizando la variable que explota la relación entre el lugar de nacimiento y la residencia como aproximación a la migración. Se establecieron tres categorías: nacidas en la misma provincia de residencia (incluyendo las nacidas en el mismo municipio y en distintos municipios de la misma provincia), nacidas en el resto de España (abarcando las nacidas en distintas provincias de la misma comunidad y en otras comunidades) y nacidas en el extranjero.

Finalmente, con el propósito de examinar las características sociodemográficas entre aquellas que han migrado y las que no, se seleccionaron dos cohortes en el rango de edad de 25 a 34 años: la de 1946-1955, a la que, siguiendo la aproximación de Domingo et al., (2021), se ha llamado Progres, y la de 1986-1995, conocida como Millennials. Estas cohortes fueron observadas en los censos de 1981 y 2021 respectivamente. Se optó por emplear el censo de 1981 como punto de partida para el análisis, ya que es el primer censo disponible que posibilita llevar a cabo dicho estudio. Inicialmente, se tenía la intención de estudiar la generación de 1936-1945, una «generación vacía», resultado del Baby Bust propiciado por la Guerra Civil Española y los primeros años de la dictadura, en la que la inmigración interna tiene un papel protagonista. Sin embargo, para analizarla en la misma franja de edad que los Millennials, tendríamos que recurrir al censo de 1970, el cual no proporcionaba suficiente información, por lo que se optó por el grupo generacional siguiente, previo al Baby Boom.

Para el nivel de instrucción, también se han obtenido los datos de los censos arriba mencionados. Se han codificado cuatro niveles de instrucción máxima alcanzada: analfabetos y sin estudios, estudios inferiores, medios y universitarios. En cuanto a la relación con la actividad, esta se ha transformado en tres categorías: se excluyeron del análisis aquellos sujetos que estaban cumpliendo servicio militar, debido a que nuestro propósito es estudiar la evolución y diversificación por procedencia de las generaciones de mujeres y, además, el porcentaje de hombres de 25 a 34 años que declara estar cumpliendo con el servicio militar es residual; se consideró parte de la población ocupada a quienes trabajaban en un oficio, profesión o puesto remunerado por quince horas o más a la semana, así como aquellos que desempeñaban labores de ayuda familiar sin remuneración; se incluyó en la población desocupada a quienes buscaban su primer empleo y a los desempleados que habían trabajado anteriormente; y, finalmente, se clasificó como población inactiva a los estudiantes, retirados, jubilados, pensionistas, rentistas, aquellos dedicados a las labores del hogar, los incapacitados permanentemente para el trabajo y otros, como los opositores. Además, la rama o sector de actividad se categorizó en diez actividades económicas, seleccionando aquellas que contaban con un mayor volumen de población ocupada.

En este contexto, nos vemos obligados a expresar nuestra insatisfacción respecto a la validez y coherencia de los datos, ya que han dejado fuera de la cuantificación a una parte considerable de los activos. Es bien sabido que los Censos de Población y Viviendas han subestimado la actividad femenina (Borderías, 2012). En el caso que nos ocupa, este subregistro es especialmente notable en el censo de 1981 para la generación más antigua, y todavía en el último censo de 2021, donde el paso a un censo basado en registros administrativos ha provocado el subregistro de la ocupación en el mercado informal, afectando especialmente a los migrantes, tanto hombres como mujeres.

4. Resultados: Trayectorias migrantes y distribución territorial

4.1. La evolución entre 1930 y 2021 del tamaño de las generaciones nacidas entre 1926 y 2005 en España

El análisis de las generaciones españolas comienza por la evolución de sus efectivos, que se ve influenciada por diversos factores, como la natalidad, la supervivencia y las migraciones históricas y recientes. Esta primera representación (Figura 1) nos permite constatar a simple vista como, en las cohortes más antiguas, se evidencia una disminución en sus efectivos iniciales debido a los flujos de emigración durante las décadas de 1950 y 1960, además del esperado descenso producto de la mortalidad. En contraste, las cohortes más recientes crecen con el tiempo debido a la suma que supone el auge inmigratorio del presente siglo. Este fenómeno de crecimiento se intensifica en las generaciones nacidas a partir de la década de los setenta, alcanzando cifras significativas en las cohortes nacidas en los años ochenta del siglo XX, ya que, en 2021, para la generación de 1986-1995, sus efectivos a los 26-35 años son un 34 % superior en los hombres y un 38 % en las mujeres a los que tenían entre los 0-9 años en 1991.

Figura 1. Evolución del tamaño de las generaciones en España, 1930-2021.

Fuente: Censos de Población y Viviendas (1930-2021) (INE).

Sin embargo, este proceso no ha sido uniforme a lo largo del país y varía significativamente según la división administrativa que consideremos. Como consecuencia de los flujos migratorios llegados a España, tanto en la segunda mitad del siglo XX como en el presente siglo XXI, las distintas generaciones han modificado su tamaño y han aumentado su grado de heterogeneidad por origen. Esta diversificación se evidencia en la Figura 2, donde se muestra la evolución del crecimiento del tamaño de las cohortes femeninas en algunas de las provincias de España, permitiéndonos establecer patrones territoriales basados en el impacto de las migraciones en estas.

Figura 2. Evolución del tamaño de las cohortes femeninas, selección provincias de España, 1930-2021.

Fuente: Censos de Población y Viviendas (1930-2021) (INE).

Al considerar estas variaciones, se observa que, en Jaén, por ejemplo, el tamaño de las generaciones de mujeres cae o decrece debido al efecto de la emigración, además de la reducción que supone la mortalidad, siendo casi irrelevante el impacto de la inmigración internacional en las generaciones nacidas a partir de 1986. En el polo opuesto, en Barcelona, las diferentes cohortes han multiplicado su tamaño primero con la migración interna procedente de otras provincias españolas y actualmente, con las migraciones internacionales. Una muestra evidente es la generación de mujeres nacidas entre 1936 y 1945 (la Generación del hambre), correspondiente al Baby Bust de la Guerra Civil, que en el año 2021 tenían entre 76 y 85 años, y nunca ha bajado de los 123 mil efectivos iniciales. De hecho, presentan más efectivos en 2021 (208 mil) que al nacer, lo que demuestra una fuerte contribución de la inmigración. Además, una de las generaciones más recientes, la Millennial, comprendida entre 1986 y 1995, estaría experimentando tasas de crecimiento comparables a las cohortes más antiguas, aquellas con mayores aumentos, como la citada Generación del hambre. Tal como la Figura 2 ya nos permitía intuir, algunas provincias han sido destinos de inmigración a lo largo de los noventa años de observación, otras han transitado de ser regiones propensas a la emigración a convertirse en destinos de inmigración internacional, mientras que algunas que fueron importantes lugares de inmigración en el siglo XX han reducido su contribución al saldo migratorio en el siglo XXI. Sin embargo, un examen más minucioso de las provincias de España, considerando el impacto neto de las migraciones (internas e internacionales) en la evolución del tamaño de las generaciones femeninas nacidas entre 1926 y 2005, revela la identificación de seis patrones distintos que profundizan más allá de la aproximación inicial (Figura 3). Estos patrones se definen según la contribución relativa de los flujos migratorios al crecimiento o decrecimiento de las cohortes, diferenciando entre:

En primer lugar, observamos áreas que han sido pura y constantemente emigratorias, tanto en el siglo XX como en el XXI, las cuales agrupan a las comunidades autónomas de Castilla y León, excepto Valladolid, así como la mayor parte de las provincias de Castilla-La Mancha, salvo Toledo y Guadalajara, seis de las ocho provincias de Andalucía (Huelva, Cádiz, Córdoba, Jaén y Granada) y la provincia de Teruel.

Figura 3. Mapa de las provincias de España según la tipología.

Fuente: Censos de Población y Viviendas (1930-2021) (INE).

En segundo lugar, otras han evolucionado de ser zonas de emigración en el pasado siglo a convertirse en destinos de inmigración internacional en el presente, como sucede en las comunidades autónomas de Navarra, La Rioja y Murcia, así como las provincias de Lleida, Huesca, Zaragoza, Guadalajara, Toledo, Almería y Málaga,

En tercer lugar, encontramos territorios que han actuado como destinos atrayentes para inmigrantes procedentes de otras provincias dentro de su misma comunidad autónoma, como es el caso de las regiones de Sevilla, Valladolid, además de las dos provincias de las Islas Canarias,

Además, algunas, a pesar de su histórico papel como destinos de migración interprovincial, han experimentado una marcada reducción en su aporte al saldo migratorio durante el siglo XXI, como ocurre en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya,

En quinto lugar, identificamos regiones que, aunque han experimentado inmigración en ambos siglos, especialmente en el segundo, esta ha sido menos intensa que en áreas como Barcelona y Madrid, como se puede observar en Girona, Tarragona, Castelló, València, Alacant y las Illes Balears,

Por último, encontramos localidades que han sido destinos de inmigración tanto a lo largo del siglo XX como durante los dos booms migratorios internacionales del siglo XXI, como ejemplifican las provincias de Barcelona y Madrid.

Los detalles sobre la distribución según procedencia se exponen en el siguiente apartado del estudio.

4.2. La composición de las cohortes femeninas a escala provincial por origen, 1970-2021

La evolución de la población de las últimas décadas, así como el desarrollo de cada uno de sus fenómenos demográficos, ha resultado profundamente influenciada por sucesivos flujos migratorios, ya sean procedentes de otras provincias de España o, más recientemente e intensos, del extranjero. Esta migración internacional fue también caracterizada por una elevada diversidad de orígenes y una amplia extensión territorial (Galeano y Bayona, 2016), alcanzando con mayor o menor magnitud a todas las zonas del país. En este contexto, se observa que el incremento en el tamaño de las generaciones más antiguas es consecuencia del efecto de las migraciones interprovinciales, con una notable intensidad a partir de la década de los cincuenta (De Miguel, 2007). En cambio, en las generaciones más recientes, dicho aumento se atribuye, en primer lugar, al impacto de las migraciones internacionales.

En este sentido, a nivel generacional, se observa una gran heterogeneidad en relación con la naturaleza de la población en las cohortes nacidas a partir de los años sesenta del siglo pasado, ya que para la generación 1986-1995, con edades comprendidas entre los 26 y los 35 años en 2021, el 37,9 % de los efectivos había nacido fuera de la provincia de residencia. Sin embargo, si lo dividimos por procedencia, un 25,3 % de los hombres y un 27,9 % de las mujeres de esta cohorte habían nacido en el extranjero, mientras que para los nacidos en España apenas superan el 11 %.

No obstante, desde una perspectiva histórica, este escenario no es novedoso. Ya en las generaciones más antiguas, especialmente las «vacías» nacidas entre el 1936 y el 1945, se constata una significativa contribución de la migración interna. En dicha cohorte, que en 1981 tenía entre 36 y 45 años, el 41,1 % de los efectivos había nacido fuera de la provincia de residencia. Pero, de este porcentaje, el 39 % de los hombres y las mujeres habían nacido en el resto de España, ya sea en distintas provincias de la misma comunidad o en otra comunidad, mientras que el peso de los individuos nacidos en el extranjero alcanza apenas el 1 %. La generación siguiente, la de 1946-1955, con edad de 26 a 35 años, también presenta valores elevados en lo que respecta a la migración interna. Un 35,1 % de los hombres y un 37,2 % de las mujeres eran originarios del resto de España.

La importancia de las migraciones internas ha sido atenuada con el tiempo. Desde el 35 % en 1981 para la generación nacida entre 1936 y 1945, ha decrecido al 5 % en 2021 para la generación más joven nacida entre 1996 y 2005. Por otro lado, la llegada de migrantes internacionales cobraba especial intensidad desde el año 2000 y, en algunas generaciones, ambos procesos se superponían.

Figura 4. Porcentaje de población nacida fuera de la provincia de residencia por generación y año censal, 1970-2021, España.

Fuente: Censos de Población y Viviendas (1970, 1981, 1991, 2001, 2011 y 2021) (INE).

Asimismo, y tal como evidenciaba la tipología de impacto de la migración en la evolución de las generaciones de mujeres, el efecto de la inmigración y su distribución espacial es muy diferente dependiendo de la división administrativa considerada (Figura 5). De hecho, en los lugares donde la migración del siglo XX fue intensa, el impacto de esta en las generaciones contemporáneas no supera al de las antiguas. En cambio, sí ocurre en áreas donde la migración fue menos prominente en ese período.

En cuanto a las provincias que históricamente han sido emisoras de migrantes, el porcentaje de mujeres nacidas en el resto de España es notablemente bajo, sin superar el 20 % en ninguna cohorte. De todas formas, el dato del 20 % podría ser considerado como un umbral significativo respecto a cómo la migración ha influido en la composición demográfica de las generaciones de mujeres nacidas en estas regiones. Por ejemplo, en 1970, para la cohorte de 1936-1945, el 24 % de las mujeres en Burgos y el 23 % en Asturias habían nacido en el resto de España, mientras que en Lugo y Ourense solo fue del 6,9 % y 7,5 %, respectivamente.

Sin embargo, en los dos últimos censos analizados, 2011 y 2021, la migración internacional ha contribuido a que el porcentaje de mujeres nacidas fuera de la provincia de residencia para las generaciones nacidas entre 1966 y 1985 alcanzara un 28 %. No obstante, el impacto de la migración en la composición de las generaciones femeninas por lugar de nacimiento en estas provincias es relativamente bajo en comparación con otras tipologías. A pesar de ello, la discrepancia principal entre el primer y el segundo tipo radica en el peso de las nacidas en el extranjero. Aunque ambos abarcan territorios históricamente emisores de migrantes, en el caso del segundo, un 46,3 % de las mujeres de la cohorte de 1976-1985 había nacido fuera de la provincia de residencia. De este porcentaje, un 27,5 % había nacido en el extranjero. Destaca, no obstante, que el mayor valor observado entre los migrantes internacionales lo presentan las mujeres de la generación Millennial, con un 29,2 %. Por ende, las generaciones actuales son más diversas en cuanto a su origen que las precedentes.

Figura 5. Composición de las generaciones femeninas en España por lugar de nacimiento y tipología, 1970-2021.

Fuente: Censos de Población y Viviendas (1970, 1981, 1991, 2001, 2011 y 2021) (INE).

La tercera tipología destaca por abarcar áreas con un bajo impacto del saldo migratorio. Debido principalmente a migraciones de corto alcance, las mujeres no experimentan una pérdida importante de efectivos a pesar de la presencia de emigraciones durante el siglo XX. Esta característica, atribuible a la importancia de estas provincias como destinos migratorios dentro de su comunidad autónoma, se ve complementada por su creciente atracción de inmigrantes internacionales. En la generación de 1976-1985, en 2021, un 18,3 % de las mujeres habían nacido en el extranjero; para la cohorte siguiente este porcentaje aumentó a 20,1 %, y para la última cohorte, que tenía entre 16 y 25 años en 2021, fue del 13,2 %. De entre las provincias que conforman este tipo, resalta Santa Cruz de Tenerife por su capacidad destacada de captación de migración internacional. En este contexto, el porcentaje de mujeres nacidas en el extranjero de las dos cohortes observadas en el siglo XXI (1986-1995 y 1996-2005) supera en 10 y 8 puntos porcentuales al valor observado en la tipología, respectivamente.

Por su parte, el cuarto tipo se distingue por haber recibido más inmigración durante la década de 1960 que a lo largo de los dos booms migratorios del siglo XXI. Esta tendencia se observa en las primeras tres generaciones, especialmente en la de 1936-1945 en el año 1981, donde más de la mitad de las mujeres habían nacido en el resto de España (57,2 %). A partir del año 2000, y particularmente en 2021 con sendas oleadas migratorias completas, el peso de las migrantes en las generaciones más jóvenes, nacidas a partir de 1976, no logra alcanzar valores similares. Por ejemplo, en el año 2021, la generación de mujeres nacidas entre 1986 y 1995 exhibe los niveles más altos de migración exterior, con un 27,5 % de nacidas en el extranjero. Y, dentro de esta misma cohorte, aproximadamente el 11 % de las mujeres había nacido en el resto de España. Al compararlo con la generación de 1946-1955 a la misma edad, el porcentaje de mujeres nacidas en el resto de España y el extranjero era del 51 %. Sin embargo, según lo evidenciado por la evolución del tamaño de las cohortes femeninas en las provincias de España, la contribución de la inmigración internacional relativizó el estatus de «generación vacía» de las Millennials (1986-1995).

La quinta tipología incluye las provincias costeras del levante que experimentaron la llegada de inmigrantes tanto hacia mitades del siglo XX como en el siglo XXI. Aunque estas provincias recibieron migración internacional a finales del siglo XX, la intensidad fue mucho menor en comparación con Barcelona y Madrid. La migración internacional, caracterizada principalmente por europeos que se retiraban en España tras jubilarse, particularmente en Alicante y las Islas Baleares, comenzó antes y contribuyó a un pico cercano al 45 % en la proporción de mujeres nacidas tanto en el resto de España como en el extranjero, observado en 1981 para la generación de 1946-1955. Sin embargo, para 1991, ya se notaba una disminución significativa en la influencia de la migración interna en la última cohorte de mujeres: 1966-1975. Desde 2011, especialmente entre las más jóvenes, el componente internacional ha impulsado una recuperación en la presencia de migrantes en las generaciones, de manera similar a lo observado en la tipología anterior y como ocurrirá en la siguiente.

Finalmente, en las provincias que experimentaron inmigración durante las décadas de los veinte y sesenta, así como durante los dos booms migratorios del siglo XXI, el peso de las nacidas en la misma provincia en la generación Millennial apenas alcanza el 50 % en la actualidad. Esta situación, en la que las nacidas en el mismo municipio o en distintos municipios de la misma provincia no constituyen la mayoría de la generación, no es nueva. Incluso en generaciones más antiguas, especialmente las tres primeras, muestran una importante contribución de la migración interna. Por ejemplo, en la cohorte nacida entre 1936 y 1945, las nacidas en la misma provincia representan menos del 33 %, mientras que aquellas nacidas en el resto de España constituyen el 62,5 %.

4.3. La diversificación de las generaciones: estado civil, nivel de instrucción, relación con la actividad y sector o rama de actividad

La significativa diversificación por orígenes que implica ese crecimiento del tamaño de las generaciones, especialmente notable en las más jóvenes, también contribuye al distanciamiento con las generaciones anteriores en cuanto a las características básicas sociodemográficas, incrementando así la heterogeneidad desde esa perspectiva.

Para estudiar las características sociodemográficas entre aquellos que han migrado y los que no, se seleccionaron dos cohortes en el rango de edad de 25 a 34 años: la de 1946-1955 y la de 1986-1995. La generación nacida entre 1946 y 1955 exhibe una escasa proporción de individuos nacidos en el extranjero, representando únicamente el 1,7 % del total. En contraste, un 65,5 % de esta cohorte nació en la misma provincia de residencia, mientras que el 32,8 % restante corresponde a personas nacidas en otras regiones de España. En cambio, para la generación de 1986-1995, la distribución por lugar de nacimiento presenta notables diferencias a la misma edad. Un 26,5 % de esta cohorte nació en el extranjero. Por otro lado, un 62,1 % de individuos de esta generación nació en la misma provincia de residencia, mientras que el 11,3 % restante se distribuye entre individuos que nacieron en el resto de España.

4.3.1. El estado civil

Las características sociodemográficas, reflejadas en este caso en el estado civil (Figura 6), constituyen el primer factor de diversificación.

En las últimas décadas, España ha experimentado un significativo cambio en la concepción misma de la relación de pareja, así como en los diversos aspectos que abarca, desde su formación hasta su disolución, incluyendo las dinámicas internas. El incremento en la esperanza de vida ha ampliado las oportunidades de emparejamiento a lo largo del tiempo (Requena y Ayuso, 2022) y ha facilitado la diversificación de las modalidades de establecer pareja y su postergación. Estos cambios han coincidido con una reducción tanto en el número de matrimonios como en la cantidad de personas en uniones conyugales, según ha señalado la amplia literatura sobre la sociología de la familia (Castro, 2003; Martínez, 2009; Muñoz-Pérez y Recaño, 2011). Este retraso en la edad de formación de la pareja y la diversificación de los estados maritales resaltan profundamente las diferencias entre las generaciones, tanto entre las mujeres autóctonas como entre las mujeres migrantes.

Figura 6. Proporción de hombres y mujeres de 25 a 34 años por generación, lugar de nacimiento y estado civil, España, 1981 y 2021.

Fuente: Censos de Población y Viviendas (1981 y 2021) (INE).

En efecto, la principal diferencia entre la cohorte de 1946-1955 y la de 1986-1995, en el rango de edades de 25 a 34 años, es el mayor peso, en la primera, del porcentaje de casados; mientras que, en la segunda, esta situación se invierte a favor de la soltería.

El segundo aspecto destacado es la composición del estado civil entre los hombres y mujeres nacidos en el extranjero en el año 2021. En la generación más antigua, que en 1981 se encontraba entre los 25 y 34 años, se percibe cierta semejanza en los porcentajes de cada estado civil, independientemente del origen, a pesar de que el porcentaje de casados es ligeramente superior entre aquellos nacidos en el resto de España (80 % respecto al 70 % para los hombres nacidos en el extranjero y en la misma provincia, y un 84 % frente al 76 % para las mujeres nacidas en el extranjero y al 79 % para las nacidas en la misma provincia). Sin embargo, en el año 2021, a la misma edad, se observa un cambio en la configuración de aquellos nacidos en el extranjero: la proporción de matrimonios es mayor en comparación con la de los autóctonos. En este sentido, las mujeres nacidas en el extranjero superan en casi 14 puntos a las autóctonas, mientras que los hombres lo hacen en 8. Por otro lado, la viudez es generalmente baja en ambas cohortes, y la proporción de divorciados o separados aumenta ligeramente en la generación más joven. Tras estos cambios observados, se evidencia el alargamiento de la juventud en el caso de las autóctonas, junto con una transformación en las pautas de formación de la familia.

4.3.2. El nivel de instrucción

Una segunda variable que contribuye al distanciamiento entre la generación de los Progres y la de los Millennials es el nivel de instrucción (Figura 7). Desde finales del siglo XX hasta principios del siglo XXI, la progresión ascendente en los niveles educativos de las generaciones ha sido, quizás, uno de los fenómenos sociodemográficos más destacados en España, junto con el alargamiento de la esperanza de vida y la disminución de la fecundidad. Especialmente notable ha sido la mejora en los niveles de instrucción de las cohortes femeninas, lo cual ha influido en otros indicadores sociodemográficos, como su integración en el mercado laboral (Cebrián y Moreno, 2018).

El nivel de instrucción no solo varía entre hombres y mujeres para la cohorte de los Progres, los hombres nacidos en España para 1981 superaban en prácticamente 4 puntos a las mujeres en educación universitaria completada (14,6 % respecto al 11,3 %). Sin embargo, para la generación más joven sucede justo lo contrario a la misma edad; en la generación nacida entre 1986 y 1995, los hombres presentan un valor del 47,4 % frente al 61,5 % entre las mujeres en el año 2021–, sino que también invierte la jerarquía entre las mujeres migradas.

Mientras que en cohortes anteriores las escasas migrantes internacionales sobresalían por su posesión de estudios medios y superiores (con un 41,4 % con educación intermedia y un 24,8 % con educación universitaria, en ese orden), entre las más recientes, el porcentaje de estudios inferiores ha crecido en 12,4 puntos porcentuales, a la vez que ha descendido en casi 6 puntos porcentuales la proporción de aquellas que habían alcanzado y completado estudios de segundo y tercer grado. Asimismo, pese a que el porcentaje de analfabetismo y falta de estudios se haya reducido a la mitad de una generación a otra, el hecho de que aproximadamente alrededor del 6 % de las Millennials nacidas en el extranjero carezcan de estudios es relevante, especialmente al compararlo con sus coetáneas autóctonas, entre las cuales no alcanza ni el 1 %, ya sea que hayan nacido en la misma provincia de residencia o en otra. El cambio en el perfil educativo se debe a que, en 1981, la migración estaba más seleccionada según su nivel de estudios, mientras que en la actualidad predomina un perfil de migración laboral, asociado a menores niveles formativos. Así pues, en relación con la migración internacional, su crecimiento ha resultado en una diversificación tanto de orígenes como de niveles de instrucción en las generaciones femeninas. Comparado con la mejora educativa de las mujeres autóctonas, aunque los niveles medios y universitarios son importantes entre las inmigradas en su totalidad, sobresalen los niveles inferiores.

Figura 7. Proporción de hombres y mujeres de 25 a 34 años por generación, lugar de nacimiento y nivel de instrucción, España, 1981 y 2021.

Fuente: Censos de Población y Viviendas (1981 y 2021) (INE).

Sin embargo, las migrantes procedentes del resto de España presentan la situación opuesta. Un aspecto característico de las mujeres de la generación Progre en 1981 es el elevado porcentaje de estas con estudios de primer grado, un 47 %, mientras que la proporción de mujeres con estudios de segundo y tercer grado es 11 puntos porcentuales menor. Después de cuatro décadas, entre las Millennials, los indicadores experimentan una transformación sustancial: la proporción de mujeres con estudios inferiores se reduce casi a la mitad, disminuyendo hasta aproximadamente un 20 %, mientras que el porcentaje de universitarias asciende al 64 %, en contraste con el 12 % entre las mujeres de la generación más antigua.

4.3.3. La inserción en el mercado laboral

Un tercer elemento que nos permite estudiar la diversificación intra e intergeneracional es la inserción en el mercado laboral. La transición del siglo XX al XXI trajo consigo cambios significativos en la estructura del mercado laboral, influenciados por los avances tecnológicos, la globalización y cambios socioeconómicos. Esta transformación en la estructura del mercado no solo refleja una evolución de industrias basadas en la manufactura hacia aquellas enfocadas en servicios e información, con crecimientos notables en los sectores de la salud, la educación, la tecnología y los servicios financieros, sino que también destaca la progresiva inserción de las mujeres en el mercado de trabajo remunerado. Sin embargo, esta inserción no fue suficiente para superar las barreras que limitaban la actividad de las mujeres de las generaciones más antiguas, donde el límite entre el trabajo reproductivo y productivo, a menudo no remunerado, era borroso. Por ello, la estadística aún refleja resistencia en cuanto al posible subregistro de la actividad económica de esas generaciones, aquí la de 1946-1955 (Humphries y Sarasúa, 2012; Borderías y Muñoz-Abeledo, 2018; Ortega y Cabezas Vega, 2024).

Para contextualizar los resultados de la Figura 8, conviene señalar que en 1981, en un contexto aún marcado por los efectos de la Crisis del Petróleo, la tasa de paro en España —según la Encuesta de Población Activa (EPA)— rondaba el 16 %, siendo más elevada entre las mujeres que entre los hombres. En 2021, aunque la tasa general de desempleo había descendido dos puntos porcentuales respecto a 1981, persistía el patrón de desigualdad por sexo: el desempleo seguía afectando en mayor medida a las mujeres. Si bien durante la recesión de 2008 los niveles de paro tendieron a igualarse entre ambos sexos, para 2021 la brecha volvió a ampliarse, alcanzando una diferencia de cuatro puntos porcentuales.

La Figura 8 muestra que los hombres nacidos en el extranjero de la generación de los Progres exhiben una tasa más alta de desempleo e inactividad, y una ocupación inferior en 10 puntos porcentuales en comparación con la población nacida en España. Cuarenta años después, para la generación de los Millennials, el hecho de declararse inactivo aumenta en 29 puntos para los nacidos en el extranjero, en casi 12 puntos para los nacidos en el resto de España y en 11,5 puntos para los nacidos en la misma provincia. Sin embargo, destaca la notable inactividad de las mujeres extranjeras en 2021. Este lapso de cuarenta años representa un crecimiento significativo en la tasa de actividad declarada por las mujeres. Para las inmigradas internacionales, este crecimiento se ve matizado por un efecto de composición, ya que el porcentaje de mujeres activas está altamente polarizado. Es crucial considerar que el censo de 2021 subestima la participación laboral en el trabajo informal, lo que podría reducir aún más este porcentaje de inactividad.

Figura 8. Proporción de hombres y mujeres de 25 a 34 años por generación, lugar de nacimiento y relación con la actividad, España, 1981 y 2021.

Fuente: Censos de Población y Viviendas (1981 y 2021) (INE).

Contrariamente a lo que ocurría en 1981, el desempleo también incide más en las mujeres de 25 a 34 años de la generación más joven, especialmente en aquellas nacidas en el resto de España. En este sentido, entre las mujeres de la cohorte de 1986-1995, la proporción de desempleadas es del 14,8 %, mientras que para los hombres de la misma generación es del 9,3 %. Este patrón sugiere que las mujeres podrían ingresar al mercado laboral a través del desempleo, en lugar de la ocupación. Aunque esta última aumenta considerablemente en la generación de los Millennials, especialmente entre las autóctonas, ascendiendo del 26 % al 69 %.

Figura 9. Proporción de hombres y mujeres de 25 a 34 años por generación, lugar de nacimiento y sector o rama de actividad, España, 1981 y 2021.

Fuente: Censos de Población y Viviendas (1981 y 2021) (INE).

La distribución de hombres y mujeres por rama de actividad, clasificada según el lugar de origen y generación, además de reflejar los cambios en el mercado de trabajo, ha revelado detalles sobre el perfil sociodemográfico de los inmigrantes por generación y sexo. Asimismo, anticipa cómo la demanda diferenciada en el mercado laboral puede influir de manera selectiva en estos grupos. En el censo de 2021, puede haberse producido un sesgo representativo en la distribución por sector de actividad, favoreciendo la visibilidad en las ramas con menos informalidad y viceversa, subestimando aquellas como el trabajo doméstico en los hogares, la hostelería, la construcción y la agricultura y ganadería, sectores en los que está sobrerrepresentada la población inmigrante y entre los cuales hay una mayor inserción irregular.

Así, entre las cohortes más antiguas, las mujeres inmigrantes se han destacado por su participación en sectores como el comercio, la educación y el trabajo doméstico. La Figura 9 muestra que, en comparación con las mujeres autóctonas de la generación de 1946-1955, las mujeres inmigrantes presentan diferencias en la participación ocupacional que varían entre 2,9 y 8,3 puntos porcentuales en estos sectores. Estos datos resaltan especialmente la participación de las mujeres nacidas en el extranjero en sectores clave como la educación y el trabajo doméstico en los hogares. Es notable que, en el ámbito educativo, el 29 % de las mujeres inmigrantes están involucradas, en comparación con el 23 % de las mujeres autóctonas de la misma generación. Además, en lo que respecta al trabajo doméstico, el 15 % de las mujeres inmigrantes contribuyen, mientras que solo el 6 % de las mujeres autóctonas están empleadas en este sector. Por otra parte, las mujeres nacidas en el resto de España muestran una inclinación hacia la administración pública y la sanidad, con porcentajes significativamente más altos que sus homólogas nacidas en la misma provincia o en el extranjero, lo que demuestra la movilidad interna entre las migradas nacidas en España, mientras que los hombres muestran preferencia por los sectores de la construcción y la industria manufacturera. Por último, es importante destacar que son principalmente los hombres nacidos en el extranjero quienes sobresalen en el sector del comercio. Además, el sector primario es ocupado tanto por hombres como por mujeres nacidos en la misma provincia, a pesar de ser una rama de actividad fuertemente masculinizada, con un 19 % de los hombres y un 7 % de las mujeres involucrados.

Los roles de género también muestran diferencias significativas: en la generación de los Progres, el empleo masculino prevalece en construcción, mientras que el trabajo doméstico sigue siendo predominantemente femenino.

Para la generación de los Millennials, no se observa un patrón similar entre las inmigrantes, comparado con los Progres. Las mujeres nacidas en el extranjero de la generación de 1986-1995 tienden a enfocarse en el comercio, donde ha habido un ligero aumento en su participación en comparación con la generación más antigua; sin embargo, se destacan principalmente por su participación en el sector de la hostelería. Por otro lado, observamos una disminución de 9,4 y 25,4 puntos en su presencia en áreas como la administración pública y la educación, campos reservados para las nacionales. Mientras que, en 1981, el sector primario era una actividad realizada fundamentalmente por los nacidos en la misma provincia, en 2021, los nacidos en el extranjero ganan peso en este sector, duplicando la cifra en el caso de los hombres (de un 4,5 % frente a un 9,9 % en 2021).

La generación más antigua y los Millennials comparten similitudes en ciertos sectores; no obstante, hay un claro desplazamiento en la participación laboral según el sexo y el origen, con las mujeres inmigrantes enfrentando una carga creciente en sectores vinculados al cuidado y sostenimiento de la vida. En 2021, a diferencia de 1981, la responsabilidad del trabajo doméstico recae principalmente en las mujeres nacidas fuera de España.

5. Conclusiones

Las migraciones internacionales están incrementando tanto el volumen como la diversidad de las generaciones femeninas más recientes en España de manera significativa. Este fenómeno se refleja claramente en la generación de las Millennials, donde un 28 % de las mujeres nacieron en el extranjero en 2021, en marcado contraste con el 2 % de la generación de las Progres. No obstante, la diversificación por origen no es una novedad. Los movimientos de inmigración interna experimentados décadas atrás ya alteraron la composición de las generaciones contemporáneas, transformando el número de efectivos y el perfil por origen de las cohortes femeninas en España. Por ejemplo, en 1981, hasta un 37 % de las mujeres pertenecientes a la generación de las Progres, que en 2021 tenían entre 66 y 75 años, residían en una provincia diferente a la de su nacimiento. Este porcentaje disminuye al 12 % para la generación de las Millennials. Esos excepcionales valores se deben tanto al volumen de migrantes recibidos como a los escasos efectivos de unas generaciones llamadas «vacías», debido a su número total de efectivos al nacer. La migración internacional no solo introduce una mayor diversidad en términos culturales, religiosos o étnicos, sino que también incide en términos de volumen, ya que, por definición, supone una contribución al crecimiento absoluto y relativo de las generaciones. Por ejemplo, en 2021, aproximadamente 888 mil mujeres de la generación de 1976-1985, 758 mil de la cohorte de las Millennials y 443 mil de la generación más reciente habían nacido en el extranjero. Además, el impacto relativo se magnifica dependiendo de los efectivos iniciales; así, la generación Millennial, al ser una generación con pocos efectivos debido al descenso de la fecundidad, experimenta un impacto migratorio multiplicado.

Sin embargo, al analizar escalas geográficas más detalladas, la diversificación del volumen y el impacto migratorio interno e internacional se percibe de manera distinta. En primer lugar, se identifican las regiones con diversas combinaciones según el carácter emigratorio y la intensidad de la migración en cada uno de los períodos estudiados. En segundo lugar, la diversificación introducida por la migración interna adquiere mayor relevancia para algunas provincias estudiadas, y el impacto de estas migraciones puede ampliarse tanto en términos de crecimiento en números absolutos como relativos. Esta tipología, en la cual la perspectiva histórica ha sido fundamental, hace más compleja nuestra comprensión regional más allá de la simple dicotomía entre regiones emigrantes y regiones inmigrantes.

Aunque las migraciones no únicamente alteran el tamaño de las generaciones. Otra de las cuestiones que nos planteábamos es si el creciente impacto de la inmigración en las generaciones más jóvenes tan solo las modifica, sino que también las distingue de las generaciones más antiguas. Las diferencias en el nivel de instrucción, el estado civil y la relación con la actividad o el sector en el que trabajan, además de reflejar los cambios ocurridos entre los siglos XX y XXI, nos permiten comprender el papel que desempeñan esas migraciones en la reproducción social de las generaciones, lo que nos habla de la diversificación intrageneracional. Las mujeres inmigrantes no comparten el mismo perfil sociodemográfico ni se distribuyen de manera similar en el mercado laboral en comparación con las autóctonas.

En particular, en lo que atañe al nivel de instrucción, la situación se invierte entre las migrantes internacionales y las autóctonas. Mientras que, en la generación más antigua, eran las extranjeras las que presentaban mejores niveles de instrucción, ahora es al revés. Esto respalda lo que varios autores han señalado en el contexto español para la cohorte Progre: los migrantes externos tendían a estar más cualificados y a tener más educación que la población que permanecía en su lugar de origen (Pérez-Fuentes, 2004; Beltrán-Tapia y Salanova, 2017). El nivel de instrucción superior se ha convertido en un incentivo para la migración en el caso de las mujeres autóctonas de la última generación considerada, en contraste con las predecesoras nacidas entre 1946 y 1955. Además del nivel educativo, es interesante observar cómo el estado civil también ha experimentado cambios significativos. En cuanto a este último, hay una tendencia generacional hacia la soltería. Estos cambios pueden reflejar tanto factores socioeconómicos como transformaciones culturales y normativas en la sociedad receptora (Moya y Moya-Garófano, 2021), y pueden estar relacionados con mayores oportunidades en el acceso a la educación y al mercado de trabajo remunerado (Garrido, 1996), así como con una mayor aceptación social de la soltería y la emancipación femenina. El alargamiento de la juventud, más acusado entre la población autóctona, explica en parte no solo la disminución de las uniones entre las jóvenes de la generación Millennial, sino también la mayor frecuencia de uniones entre las mujeres migrantes nacidas en el extranjero. Esta diferencia se debe a pautas de nupcialidad (y de uniones) más tempranas, así como al hecho de que la migración en sí misma es una estrategia familiar y un marcador del paso a la vida adulta (Parrado, 1998, 2011; Ariza, 2005).

La segregación del mercado laboral según el género es un fenómeno ampliamente reconocido. Sin embargo, el comportamiento de mujeres y hombres en distintos segmentos del mercado laboral no puede comprenderse sin tener en cuenta las normas sociales que rigen la división del trabajo: quién se encarga del trabajo reproductivo y doméstico, y quién asume responsabilidades en el trabajo remunerado y público. No obstante, la extensa participación femenina en el mercado laboral ha generado una creciente necesidad de mano de obra poco cualificada, que frecuentemente se destina a suplir tareas propias del ámbito doméstico que las mujeres autóctonas no pueden o no desean realizar (Juliano, 2000). Esta demanda ha sido cubierta en muchas ocasiones mediante la contratación de trabajadoras inmigrantes, quedando relegadas sobre todo al mercado secundario precario de trabajo por los criterios discriminatorios de acceso a los mercados primarios. En lugar de competir directamente por los mismos empleos, las mujeres inmigrantes y las autóctonas cumplen roles que se complementan entre sí. Un ejemplo claro de esto es la participación de las mujeres en el trabajo doméstico en los hogares de la generación Millennial en 2021. Mientras que aproximadamente el 9 % de las inmigrantes se dedicaban a esta labor, entre las autóctonas no llegaba ni al 1 %. Estos patrones coinciden, en parte, con los resultados de otras investigaciones (Oso y Martínez, 2008). Lo mismo ocurre con la hostelería. Esto sugiere que la diversificación generacional por origen se corresponde con una jerarquización, donde las nacionales de España se caracterizan por su mayor nivel educativo, la asignación en mejores puestos de trabajo y, en comparativa, una menor probabilidad de formar pareja para la edad comprendida entre los 25 y 34 años. Esta jerarquización también se refleja en la dinámica de los flujos migratorios, que relativizan la proyección de los itinerarios vitales a partir de la pertenencia a una generación «llena» o «vacía», según la teoría de Easterlin (1980). Sin embargo, podrá darse el caso que fruto del efecto de la segmentación laboral y la etnoestratificación sobre esas trayectorias, las nativas de generaciones «vacías» se encuentren en una situación ventajosa respecto a sus coetáneas inmigradas. De modo que, pese al crecimiento de los efectivos generacionales, se estaría escenificando el cumplimiento parcial de la teoría easterliniana.

Además, se plantea la hipótesis de que las responsabilidades tradicionalmente asumidas por mujeres nativas en generaciones pasadas han sido delegadas a mujeres extranjeras en cohortes más recientes, lo cual sugiere la persistencia de un esquema tradicional de distribución de la carga de cuidados. Del mismo modo, parece haber una tendencia entre las mujeres inmigrantes hacia ocupaciones más limitadas y sesgadas hacia trabajos no cualificados, lo que podría indicar una influencia significativa del lugar de nacimiento en su inserción laboral y en el acceso a empleos de mayor cualificación. Esta observación sugiere que la segmentación del mercado de trabajo remunerado ha creado nichos de empleo reservados para las mujeres nacionales, que en casos de escasez son cubiertos por migrantes internas o nacionalizadas españolas.

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Anexo. Población nacida fuera de la provincia de residencia por generación y año censal, 1970-2021, España.

Fuente: Censos de Población y Viviendas (1940-2021) (INE).


  1. 1 Este trabajo forma parte de la tesis doctoral de Anna Montfort, del programa de doctorado en Demografía de la Universidad Autónoma de Barcelona – Centre d’Estudis Demogràfics, financiado con la ayuda del Programa Investigo (AGAUR) de la Generalitat de Catalunya. Se enmarca dentro del proyecto de I+D+I “Metabolismo demográfico, migraciones y cambio social en España” (PID2020-113730RB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España y dirigido por Andreu Domingo y Jordi Bayona. Jordi Bayona es profesor agregado Serra Húnter en la Universidad de Barcelona.

  2. 2 No está disponible la información con anterioridad.

AREAS Revista Internacional de Ciencias Sociales, 48/2025 “Migraciones y reproducción social”, pp. 99-123. DOI: https://doi.org/10.6018/areas.624251