AREAS Revista Internacional de Ciencias Sociales, 45/2023 “La enseñanza y el aprendizaje de las ciencias sociales en tiempos de incertidumbre”, pp. 109-127. DOI: https://doi.org/10.6018/areas.528241.

La Prueba de Acceso a la Universidad de la asignatura de Historia de España en Andalucía (2008-2021). Análisis y evolución

María del Mar Felices de la Fuente, Universidad de Almería

Ramón Méndez, Universidad de Almería

Álvaro Chaparro Sainz, Universidad de Almería

Jairo Guerrero Vicente, Universidad de Málaga

Resumen

La Historia de España es una de las materias troncales de 2º de Bachillerato, por lo que sus contenidos son objeto de evaluación en las Pruebas de Acceso y Admisión a la Universidad. En este contexto, conscientes de cómo estas pruebas pueden condicionar los procesos de enseñanza y aprendizaje y el desarrollo del pensamiento histórico en el alumnado, en este estudio se analizan dichas pruebas en el contexto andaluz, a fin de conocer su naturaleza y características. Se comparan además los exámenes previos al contexto pandémico y los realizados durante dicho periodo, para detectar posibles cambios. El total de exámenes analizados asciende a 150 (n=150) correspondientes al periodo 2008-2021. Se ha empleado un diseño de investigación exploratorio-descriptivo que combina enfoques metodológicos cualitativos y cuantitativos. Como resultados más destacados, se observa la preeminencia de lo conceptual frente a lo procedimental y actitudinal, y la presencia de ejercicios que no requieren de habilidades cognitivas superiores. Se constata además una tendencia hacia los exámenes memorísticos y de respuesta corta, circunstancia que se ha acentuado en el contexto de pandemia, y la eliminación de ejercicios como el comentario de texto y el uso de fuentes y evidencias. La principal conclusión es la necesidad de sustituir estas Pruebas de Acceso y Admisión a la Universidad por otro tipo de pruebas que presenten un enfoque competencial, que evalúen realmente el pensamiento histórico del alumnado, y no solo su capacidad para reproducir contenidos.

Palabras clave: historia de España; pruebas de acceso a la universidad; evaluación; bachillerato; pensamiento histórico

The entrance examinations to the University for the subject of History of Spain in Andalusia (2008-2021). Analysis and evolution

Abstract

The History of Spain is one of the subjects of the second year of Baccalaureate, so its contents are subject to evaluation in the University entrance examinations. In this context, aware of how these tests can condition the teaching and learning processes and the development of historical thinking in students, in this research, these tests are analysed in the Andalusian context, in order to know their nature and characteristics. The tests carried out before the pandemic context were compared against those carried out during that period, to detect possible changes. The total number of exams analysed amounts to 150 (n=150) corresponding to the period 2008-2021. An exploratory-descriptive research design has been used that combines qualitative and quantitative methodological approaches. The prominence of tests of a conceptual nature over those of a procedural and attitudinal nature, together with the presence of exercises that do not require superior cognitive abilities in the students, are the most outstanding results. There is also a trend towards rote and short-answer exams, a circumstance that has been accentuated in the context of the pandemic, and the elimination of exercises such as text commentary and the use of sources and evidence. The principal conclusions that arise from the discussion are the following: it is necessary to replace these University entrance examinations with other types of tests focused on competencies, which really evaluate the historical thinking of students and not only their ability to reproduce content.

Keywords: history of Spain; university entrance examinations; assessment; baccalaureate; historical thinking

Fecha de recepción del original: 15 de junio de 2022; versión definitiva: 12 de abril de 2023.

María del Mar Felices de la Fuente, Universidad de Almería. E-mail: marfelices@ual.es; ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3236-0177

Ramón Méndez, Universidad de Almería. E-mail: ramendez@ual.es; ORCID ID: https://orcid.org/0000-0002-6002-0017

Álvaro Chaparro Sainz, Universidad de Almería. E-mail: alvarocs@ual.es; ORCID ID: https://orcid.org/0000-0002-4118-9394

Jairo Guerrero Vicente, Universidad de Málaga. E-mail: drety44@hotmail.com; ORCID ID: https://orcid.org/0000-0001-8980-7019

La Prueba de Acceso a la Universidad de la asignatura de Historia de España en Andalucía (2008-2021). Análisis y evolución1

María del Mar Felices de la Fuente, Universidad de Almería

Ramón Méndez, Universidad de Almería

Álvaro Chaparro Sainz, Universidad de Almería

Jairo Guerrero Vicente, Universidad de Málaga

Introducción

La llegada del enfoque competencial o aprendizaje basado en competencias al territorio nacional implicó, inicialmente, desde su implantación en 2006 con la LOE (Ley Orgánica de Educación), una revolución en la organización de las enseñanzas y de su evaluación (Tiana, 2011), pues supuso transitar desde una enseñanza basada en los contenidos, principalmente, conceptuales, a otra basada en el desarrollo de competencias clave en el alumnado para el aprendizaje permanente, que posibilitaran su realización y desarrollo personal, así como la conformación de una ciudadanía activa preparada para la inclusión social y el empleo (Diario Oficial de la Unión Europea, 2006). Esta propuesta, que estableció un marco de competencias para los sistemas educativos de los países miembros, comportó, desde los inicios, la superación de obstáculos que, en ocasiones, se encontraban enraizados en prácticas docentes anquilosadas y tradicionales (Parra y Fuertes, 2019). Unas prácticas, no obstante, que, al menos en el caso de la educación histórica, permanecen ampliamente vigentes en la etapa de Educación Secundaria y Bachillerato donde, como atestiguan diferentes estudios, se produce una enseñanza preferentemente memorística (Gómez y Miralles, 2015).

En base a este giro en el panorama educativo nacional, diferentes especialistas han reclamado reiteradamente el abandono del tradicional enciclopedismo y de la memoria como habilidad intelectual fundamental del aprendizaje del alumnado, para dar paso al desarrollo de la capacidad de analizar, interpretar y explicar (Sáiz y Fuster, 2014; Gómez et al., 2014; López-Facal et al., 2017). En este sentido, lo que se reclama desde la investigación en el ámbito de la didáctica de la historia es que, siguiendo los principios que se producen en otros contextos internacionales (Wineburg, 2001; VanSledright, 2004; Plá, 2005; Lévesque, 2008; VanSledright, 2011; Seixas y Morton, 2013), se enseñe a pensar históricamente al alumnado (Prats y Santacana, 2011) mediante el desarrollo de competencias de pensamiento histórico (Santisteban, 2010; Domínguez, 2015).

Recientes estudios coinciden en la conveniencia de una enseñanza-aprendizaje de la historia que trascienda el saber conceptual y que supere la memorización de contenidos sobre el pasado para dirigirse hacia una integración del conocimiento y un uso de destrezas que permitan acceder, comprender y explicar el pasado, es decir, que posibiliten al alumnado el desarrollo de competencias para pensar históricamente. Con todo, el modelo tradicional sigue muy vigente en las aulas mediante la combinación de la clase magistral docente con el libro de texto, lo que termina favoreciendo la memorización de ciertos contenidos del alumnado para que, más tarde, sirvan de respuesta a un examen teórico (Fontán, 2012; Monteagudo et al., 2015; Trigueros et al., 2018; Monteagudo-Fernández y García-Costa, 2020; Parra y Morote, 2020). Pese a los esfuerzos reconocidos de algunos docentes por implementar metodologías activas de aprendizaje en estos contextos educativos (Prieto et al., 2018; Guerrero et al., 2019; Onecha y Berbegal, 2020), se confirma la prevalencia de prácticas poco innovadoras.

De hecho, las evidencias recogidas en estudios realizados recientemente confirman una actuación, en las aulas de Educación Secundaria y Bachillerato, que fagocita una enseñanza de corte tradicional. De este modo, el análisis de las actividades y preguntas cortas recogidas en los libros de texto españoles muestran cómo se exige un nivel cognitivo muy bajo, de escasa complejidad, puesto que la respuesta válida demanda únicamente el conocimiento de un término, concepto, fecha o, como mucho, una breve descripción o explicación que puede reconocerse sin grandes dificultades en los contenidos presentes en los manuales (Monteagudo et al., 2015; Gómez, et al. 2017b). En este sentido, recientes investigaciones revelan diferencias significativas en relación con el conocimiento histórico evaluado en contextos geográficos divergentes, como Inglaterra y España. Así, mientras que en España sigue primando el conocimiento conceptual y memorístico de hechos, datos y conceptos, en Inglaterra se priman los aspectos metodológicos, como el uso de pruebas históricas, el análisis de fuentes o la argumentación histórica (Gómez et al., 2017a). Una alternativa docente que encaja con las premisas adoptadas en otros países donde, desde hace décadas, se está apostando por una educación histórica basada en el desarrollo de destrezas (Lévesque, 2008; VanSledright, 2011).

Por lo que respecta a la formación preuniversitaria en historia de los jóvenes españoles, ésta concluye, para aquellos que decidan cursar estudios de Bachillerato, con la realización de una prueba de acceso a la universidad. Dicha prueba, con una elevada tradición e historia en el contexto nacional, sirve como instrumento para, además de evaluar los conocimientos adquiridos por el alumnado, establecer un mecanismo de prelación de los estudiantes que quieren acceder a la universidad mediante unos criterios de evaluación que tratan de homogeneizar las divergencias entre centros y docentes de todo el territorio (Nortes et al., 2021). Esta prueba de acceso a la universidad desde Bachillerato ha sido objeto central de análisis de numerosos estudios en el ámbito educativo en las últimas décadas (Fuster, 2013; Arroyo, 2014; De Carlos, 2014; Sáiz y Fuster, 2014; López-Facal y Monteagudo, 2016a; López-Facal y Monteagudo, 2016b; Fuster, 2016; Nortes et al., 2021; Revesado, 2022). En consecuencia, puesto que esta prueba supone el último contacto del alumnado con la educación histórica (salvo en los casos en que se inician estudios de Grado, en la Educación Superior, que contemplan el estudio de esta disciplina), constituye un elemento valioso para conocer y analizar los niveles de comprensión de los contenidos de índole histórica, así como el alcance y desarrollo del pensamiento histórico en el alumnado. Al respecto, existen estudios que demuestran un escaso desarrollo de competencias de pensamiento histórico, ya sea en la etapa de Bachillerato o en los mencionados exámenes de acceso a la Universidad (Fontán, 2012; Prieto et al., 2018; Colomer et al., 2018).

Conscientes de las consecuencias que se derivan de la correcta realización de esta prueba, ya que de ello depende el ingreso en la Universidad y en el Grado deseado, el segundo curso de Bachillerato está enfocado casi exclusivamente a la preparación de este examen para poder superarlo con éxito (De Carlos, 2014). Cabe señalar además que, en la actualidad, la asignatura de Historia de España que se imparte en el último curso del Bachillerato recoge contenidos que abarcan desde Atapuerca hasta la España de nuestros días, planteamiento que, según parece, sufrirá una reforma en los cursos venideros en virtud de la nueva Ley Educativa LOMLOE (Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación), centrándose el temario, en mayor medida, en los acontecimientos históricos acaecidos desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad.

Hasta el momento, este extenso temario propuesto no ha terminado de encajar bien con la legislación y el enfoque didáctico que plantea, pues en ella se propone una enseñanza fundamentada en el desarrollo de destrezas y de competencias que difícilmente se puede hacer efectivo frente a un currículo colmado de contenidos. A ello se suma el carácter conceptual y memorístico que ha caracterizado tradicionalmente a la prueba que aquí se analiza, lo que provoca que, en la práctica, el ejercicio docente se dirija de manera preferente hacia la exposición de unos contenidos concretos que el alumnado debe asimilar para enfrentar este examen. Esta circunstancia se refleja además en los manuales escolares utilizados en las aulas, que se dirigen mayoritariamente a la preparación de esta prueba (Colomer et al., 2018).

En este contexto, algunas investigaciones han centrado su análisis en conocer el nivel de aprendizaje que promueve en el alumnado la prueba de acceso de la asignatura de Historia de España, concluyendo que contribuye de forma escasa o nula al desarrollo de capacidades para pensar históricamente, debido a los bajos niveles cognitivos que requiere de los estudiantes (Sáiz y Fuster, 2014), lo que se explica, como se ha apuntado, por las propias características de la prueba.

En consecuencia, un análisis detallado de estos exámenes en el contexto andaluz, así como de su evolución histórica, va a permitir no solo caracterizar este tipo de pruebas en este espacio geográfico, sino también reflexionar acerca de su idoneidad para evaluar el pensamiento histórico en el alumnado y para favorecer su desarrollo durante este último curso de formación preuniversitaria. Para ello, además de un estudio de las diferentes tipologías de preguntas, se llevará a cabo un análisis desde un punto de vista temático, dado que resulta importante conocer qué temas o contenidos han recibido mayor atención. Solo así se podrá calibrar si acontecimientos históricos de carácter local o regional se incorporan a los procesos evaluativos o si, llegado el caso, hechos trascendentales para la historia reciente de nuestro país han tenido un mayor eco en estos exámenes de acceso a la universidad caso, por ejemplo, del nacionalismo (Sáiz y López-Facal, 2016) o del periodo que discurre entre los años 1931-1978 (Valls et al., 2017). Únicamente un estudio de estas características posibilitará un debate serio, reflexivo y crítico sobre qué ciudadanía se trata de formar a través de este examen, y si contempla, entre las capacidades que requiere, la puesta en práctica de competencias de pensamiento histórico (Gómez et al., 2014).

De la misma manera, es relevante tomar en consideración el contexto de pandemia ocasionado por la COVID-19, desde finales del año 2019, que ha adquirido dimensiones globales. No en vano, esta circunstancia ha condicionado, desde su inicio, el normal desarrollo educativo, provocando efectos significativos en los procesos formativos. El análisis, por tanto, de la evolución de estas pruebas en el contexto pandémico se considera apropiado para profundizar en los cambios acaecidos y las posibles implicaciones derivadas de ello (Sainz, 2021).

Todo apunta a que el carácter tradicional que habitualmente se adopta en los procesos de enseñanza de la historia se intensifica aún en la asignatura de Historia de España que se cursa en el segundo año de Bachillerato, como consecuencia de la Prueba de Acceso a la Universidad a la que se enfrenta el alumnado al finalizar esta etapa. Por ello, es preciso conocer si la naturaleza de esta prueba refuerza el hecho de que se apliquen e implementen estrategias alejadas de los preceptos educativos que estipula la legislación vigente. Solo conociendo desde dentro sus características y evolución, se podrá realizar un diagnóstico y, en consecuencia, se estará en disposición de proponer una prueba alternativa que, en este caso, favorezca el enfoque competencial y el desarrollo del pensamiento histórico.

Atendiendo a lo expuesto, el objetivo principal de la presente investigación es analizar y explicar el modelo de pensamiento histórico que se propone desde las Pruebas de Acceso y Admisión a la Universidad en Andalucía, poniendo especial atención a su evolución y a los cambios surgidos a partir de la declaración de la pandemia COVID-19. Este objetivo principal se concreta en los siguientes objetivos específicos:

2. Metodología

Este estudio se ha concebido como una investigación de corte longitudinal, exploratorio y descriptivo, para la que se ha seguido una metodología mixta, que combina el enfoque cuantitativo y cualitativo. Esta metodología permite desarrollar una primera aproximación general al conocimiento de un tema escasamente estudiado en el contexto geográfico propuesto (el contexto andaluz), al mismo tiempo que se complementan los estudios previos realizados sobre esta temática en otros espacios, ayudando a una mayor comprensión del fenómeno a nivel estatal.

2.1. Muestra

Los exámenes y orientaciones de la Prueba de Acceso y Admisión a las universidades públicas andaluzas están disponibles, para el dominio público, en la web del Distrito Único Andaluz de la Junta de Andalucía2, desde el curso 2007-2008 hasta el pasado curso 2020/2021.

Entre los cursos de 2007-2008 y hasta 2018-2019 se realizaron dos convocatorias de selectividad (junio y septiembre), cada una de las cuales incluye tres pruebas diferentes (titular, reserva y suplente) y cada una presenta una opción A y otra B, generando en consecuencia un total de 12 exámenes distintos por curso. En los cursos 2019-2020 y 2020-2021 se mantiene el número de convocatorias y el número de pruebas, pero se propone una única opción de examen dentro de las cuales se dan diferentes opciones a elegir, lo que suma 6 exámenes por curso. Con todo, el total de exámenes diferentes de estos 14 periodos lectivos es de 156. Sin embargo, hay que señalar que en la base de datos de las Pruebas de Acceso a la Universidad de la Junta de Andalucía no se dispone de todos los exámenes posibles. Se han detectado 3 ausencias en las pruebas reserva y suplente de alguna de las convocatorias de 2014, 2016 y 2018, lo que supone un total de 6 exámenes no disponibles. Así pues, el total de los exámenes analizados ha ascendido a 150. Estos se corresponden con los siguientes datos:

Tabla 1. Población y muestra de exámenes analizada

Opciones

Cursos

Exámenes

N total

N válida

OPCIÓN A y B

(contexto no pandémico)

12

12

144

138

ÚNICA OPCIÓN

(contexto pandémico)

2

6

12

12

TOTAL

14

166

150

Fuente: elaboración propia.

2.2. Instrumentos y proceso de análisis

Los datos se han recogido haciendo uso de una rúbrica elaborada con Excel, que ha permitido recoger todos los temas, las preguntas y los materiales propuestos en cada uno de los exámenes. Al tiempo, se han añadido observaciones cualitativas sobre los documentos analizados y las representaciones iconográficas atendiendo a los temas y personajes presentes.

El análisis de los mismos se ha realizado a partir de los estudios previos existentes sobre selectividad que se han realizado en otras comunidades autónomas (Souto et al., 2014). Se ha valorado longitudinalmente el grado de complejidad de los procesos cognitivos y el desarrollo de las competencias de pensamiento histórico que implica cada una de las acciones que plantean los ejercicios de los exámenes (Souto et al., 2014; Sáiz, 2015; Fuster, 2016), así como la estructura de los ejercicios (López-Facal y Monteagudo, 2016a). Del mismo modo que estas investigaciones previas, se ha establecido como referencia la taxonomía de los procesos actualizada, diseñada por Bloom y adaptada por Anderson y Krathwohl (2001), diferenciando un nivel de orden cognitivo inferior (recordar, describir, reconocer) y un orden cognitivo superior (crear, evaluar, analizar).

Por otro lado, se ha trabajado con un enfoque descriptivo para conocer la presencia de cada uno de los temas, periodos y personajes (Fernández et al., 2018; Fuster, 2016). Por último, se ha hecho un análisis a partir de las observaciones cualitativas recogidas en la rúbrica con el objetivo de conocer el tipo de pensamiento histórico que se propone a partir de los temas, los personajes, los textos presentados, sus autores y las representaciones iconográficas de los exámenes.

3. Análisis de resultados

3.1. Estructura y criterios de evaluación de las pruebas

Las Pruebas de Acceso y Admisión a la Universidad desde 2008 hasta el año 2021 han sufrido variaciones vinculadas a la introducción de las diferentes legislaciones educativas, a excepción de lo ocurrido con la pandemia COVID-19, en que se adoptaron medidas para combatir esta situación y hacer frente al confinamiento sin paralizar el sistema educativo, lo que ha conllevado cambios significativos en dicha prueba que se han mantenido hasta el presente curso académico.

Si se hace una retrospectiva, se comprueba que en los exámenes propuestos hasta el curso 2008-2009 se planteaba un único ejercicio que obligaba al alumnado a construir un relato a partir del análisis e interpretación de fuentes primarias como fotografías, textos políticos de la época (discursos, informes, legislación, etc.) y fuentes secundarias (preferentemente, tablas y gráficos). Analizar y crear son dos procesos de orden cognitivo superior que implican que el alumnado tenga que enfrentarse a una información nueva, descomponerla, realizar inferencias y, a partir de ese proceso, combinar dicha información con lo estudiado previamente sobre los diferentes periodos para elaborar un relato nuevo y personal.

La aprobación de la Ley Orgánica de Educación LOE (2006) supuso un cambio en estos exámenes en el curso 2009/2010. A partir de 2010 y hasta 2017 se mantuvo un esquema parecido en el que se incluía un tema y dos fuentes históricas, sin embargo, estas fuentes perdieron su posición como pilar básico para la construcción de un discurso sobre el tema. El alumnado debía responder al ejercicio exponiendo el tema propuesto y justificando la relación del tema con las dos fuentes presentadas. Como se puede observar en el enunciado de las preguntas recogidas en estas pruebas (Tabla 2), las evidencias dejan de ser la base para construir el tema, y se convierten en un añadido que debe relacionarse con el tema propuesto.

Cabe señalar que, con la LOGSE (Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo, 1990), el tema se desarrollaba a partir de las fuentes, uno de los pilares sobre los que se construye el pensamiento histórico (Seixas y Morton, 2013). Con la LOE, el alumnado adopta una nueva posición frente al contenido. Sin embargo, con la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, 2013) el tema se reduce a un “responda”, relegando el análisis y la creación a un 30% de la calificación final. Este hecho implica que el alumnado pueda memorizar temas sin necesidad de analizar ni crear para obtener siete puntos sobre diez posibles (Tabla 3). Sin duda, la introducción de la LOMCE supuso una transformación en las pruebas de selectividad. Desde el curso 2016/2017 se eliminó por completo el uso de fuentes históricas a cambio de introducir preguntas de respuesta corta, semiabiertas y abiertas. Así, el tema a desarrollar se enuncia con “Responda al tema”, seguido del periodo concreto; y las preguntas se introducen con “Responda a las siguientes cuestiones”. En este caso, ambos ejercicios se enmarcan en los procesos cognitivos de orden inferior como recordar, pues se trata de un proceso básico de responder a un tema cerrado, un concepto, un personaje o un acontecimiento.

Eliminar el uso de fuentes históricas supone en la construcción del pensamiento histórico una limitación para el alumnado y, por tanto, para la formación de la futura ciudadanía. Sin evidencias, el conocimiento histórico es un conocimiento erudito, enciclopédico, una única verdad que no necesita ser demostrada con un método (Fuster, 2016). Se presenta, por tanto, como una verdad objetiva y cerrada que hay que conocer para, supuestamente, entender el presente. Sin embargo, se desconoce cómo se construye el conocimiento histórico, qué método se sigue para ello y la importancia de interpretar, contextualizar e interrogar a las fuentes. Esta forma de presentar el conocimiento al alumnado le impide posicionarse críticamente frente al mismo y frente al hecho histórico.

Tabla 2. Modelos de preguntas del examen de selectividad de Andalucía (2008-2021)

Periodo

Enunciado de las preguntas

Puntuación máxima

07/08 a 08/09

Realice una composición a partir del análisis de los siguientes documentos.

10

09/10 a 15/16

Responda al tema y analice y justifique la relación con el mismo de los siguientes documentos.

10

16/17 a 18/19

Responda al tema.

5.5

Responda a las siguientes cuestiones.

4.5

19/20 a 20/21

En este bloque se plantean 4 temas, de los que debe desarrollar, a su elección, SOLAMENTE 1.

5.5

En este bloque se plantean 6 cuestiones de las que debe responder, a su elección, SOLAMENTE 3.

4.5

Fuente: elaboración propia.

En este marco LOMCE, la pandemia ha introducido algunas modificaciones que, lejos de mejorar el enfoque de estas pruebas, las ha limitado aún más. El principal cambio ha consistido en eliminar las opciones A y B de las pruebas y plantear un único examen en el que se realiza una elección del tema a responder sobre cuatro opciones posibles. Además, el estudiante debe elegir tres preguntas a responder, explicar o definir brevemente entre seis posibilidades. En cuanto al tipo de preguntas tampoco se aprecian alteraciones, si bien aumentan las posibilidades de combinación y, por tanto, se reduce la necesidad de estudiar todo el temario. Hasta el curso 2018/2019 las opciones de examen de cada prueba eran dos (A y B), mientras que, con este nuevo modelo, se pueden plantear hasta 72 combinaciones posibles. Esta circunstancia facilita al alumnado encontrar una opción a la que contestar sin necesidad de haber trabajado todos los temas, o solo habiendo trabajado sobre alguno de ellos.

Como se observa en la Tabla 2, en cada uno de los periodos se presentan los diferentes criterios de evaluación que evidencian la evolución de procesos cognitivos de orden superior a orden inferior según la taxonomía de referencia en este estudio. Del mismo modo, la observación diacrónica de los criterios muestra que el análisis y la compilación han perdido peso en la calificación final de cada examen, desde los cinco puntos, a no aparecer en los criterios de evaluación desde 2017. Por su parte, los criterios que reciben cada vez una mayor valoración son los de identificar, localizar y comprender (Tabla 3).

Tabla 3. Criterios de evaluación según periodo (2008-2021)

Periodo

Criterios y estructura de cada examen

Criterios específicos

07/08 a 08/09

Conocimiento de las fuentes, los acontecimientos, grandes etapas, procesos relevantes, hechos significativos de la Historia de España y su cronología (De 0 a 5 puntos.

- Introducción al hecho histórico al que se refiere el enunciado (Hasta 1 punto).

- Descripción ordenada del enunciado y su relación con los documentos presentados en el examen (Hasta 3 puntos).

- Explicación detallada de las consecuencias y su conexión con los acontecimientos posteriores (Hasta 1 punto).

La correcta expresión, la calidad de los análisis de relaciones, conocimiento de características evolutivas, rasgos definitorios, causas, identificaciones y descripciones de nuestras principales formas históricas (De 0 a 5 puntos).

- Calidad de los análisis de relaciones (Hasta 1 punto).

- Conocimiento de características evolutivas, rasgos definitorios, causas, identificaciones (Hasta 3 puntos).

- Descripciones de nuestras principales formas históricas (Hasta 1 punto).

09/11 a 15/16

Conocimiento, comprensión y exposición del tema (De 0 a 7 puntos).

- Localización en el tiempo y en el espacio de procesos, estructuras y acontecimientos relevantes de la Historia de España, identificando sus componentes económicos, sociales, políticos y culturales (Hasta 2,5 puntos).

- Identificación y comprensión de los elementos de causalidad que se dan en los procesos de evolución y cambios relevantes de la Historia de España y para la configuración de la realidad española actual (Hasta 2,5 puntos).

- Exposición correcta y ordenada, y la claridad de la exposición (Hasta 1 punto).

- Empleo apropiado de terminología y vocabulario históricos (Hasta 1 punto).

Análisis de los documentos (2 Evidencias) (De 0 a 3 puntos).

- Análisis y compresión de la información contenida en los documentos (Hasta 1 punto por documento).

- Capacidad de establecer la relación y/o integración con el tema (Hasta 0,5 puntos por documento).

16/17 a 18/19

Tema: conocimiento, comprensión y exposición del mismo (1 tema) (De 0 a 5,5 puntos).

- Localización en el tiempo y en el espacio de procesos, estructuras y acontecimientos relevantes de la Historia de España, identificando sus componentes económicos, sociales, políticos y culturales (Hasta 2 puntos).

- Identificación y comprensión de los elementos de causalidad que se dan en los procesos de evolución y cambios relevantes de la Historia de España y para la configuración de la realidad española actual (Hasta 2 puntos).

- Exposición correcta y ordenada, y la claridad de la exposición (Hasta 0,75 puntos).

- Empleo apropiado de terminología y vocabulario históricos (Hasta 0,75 puntos).

3 cuestiones con una pregunta semiabierta y una abierta de respuesta breve (De 0 a 4,5 puntos).

- Cada cuestión se valorará de 0 a 1,5 puntos, a razón de 0,5 puntos la pregunta semiabierta y 1 punto la pregunta abierta.

19/20 a 20/21

Tema: conocimiento, comprensión y exposición del mismo (4 temas a elegir uno) (De 0 a 5,5 puntos).

- Localización en el tiempo y en el espacio de procesos, estructuras y acontecimientos relevantes de la Historia de España, identificando sus componentes económicos, sociales, políticos y culturales (Hasta 2 puntos).

- Identificación y comprensión de los elementos de causalidad que se dan en los procesos de evolución y cambios relevantes de la Historia de España y para la configuración de la realidad española actual (Hasta 2 puntos).

- Exposición correcta y ordenada, y la claridad de la exposición (Hasta 0,75 puntos).

- Empleo apropiado de terminología y vocabulario históricos (Hasta 0,75 puntos).

6 cuestiones con una pregunta semiabierta y una abierta de respuesta breve a elegir 3 (De 0 a 4,5 puntos).

- Cada cuestión se valorará de 0 a 1,5 puntos, a razón de 0,5 puntos la pregunta semiabierta y 1 punto la pregunta abierta.

Fuente: elaboración propia.

Este cambio se observa también en cómo se plantean las preguntas del apartado de cuestiones que se incluye en las pruebas desde 2017. Cada una de las tres cuestiones se divide a su vez en una pregunta semiabierta, consistente en dar el nombre concreto de un acontecimiento, concepto o personaje a partir de un “qué es” o “cómo se llama”; y, por otra parte, en un enunciado más abierto, vinculado a la respuesta anterior, que mayoritariamente se enuncia mediante: “explique brevemente”, “describa” o “nombre” (Figura 1).

Figura 1. Nube de palabras sobre los enunciados de las cuestiones

Fuente: elaboración propia a partir de Wordcloud generator.

El planteamiento de preguntas cortas no tiene, forzosamente, que obligar a un aprendizaje memorístico y cerrado. De hecho, cabe la posibilidad de presentar un enunciado abierto que se encabece con una estructura similar a: justifica, valora, juzga, defiende las acciones, etc. Sin embargo, en el caso que nos acoge, la puntuación máxima implica, en las 180 cuestiones presentadas en el periodo, la opción de obtener 1,5 puntos a partir de una repetición acrítica de cierto contenido histórico.

3.2. Temas históricos

El análisis de los temas y, sobre todo, del enfoque sobre los mismos también nos permite acercarnos al modelo de pensamiento histórico que se quiere fomentar en el alumnado antes de terminar su etapa formativa y de entrar en la Universidad. En ese sentido, y coincidiendo con lo estudiado en otras comunidades autónomas (Fernández et al., 2018; Fuster, 2016), el análisis de los temas propuestos en Andalucía revela una clara tendencia al conocimiento del pasado desde una perspectiva positivista, tanto en temas como en enfoques. Los temas en Andalucía mayoritariamente responden a una periodización realizada a partir de personajes políticos o temas bélicos, con la excepción de un tema de historia económica en torno al proceso de desamortización del siglo XIX, tema, por otro lado, muy vinculado a la realidad contemporánea de la región.

De la misma forma, en los temas analizados se observa una evolución hacia un relato positivista de la historia y desactualizado con respecto a las corrientes historiográficas. Desde 2010, los enunciados de los temas posicionan a los grandes personajes o a los cambios políticos por encima de los procesos sociales. En este sentido, cabe señalar, por ejemplo, que el liberalismo aparecía hasta 2010 como proceso social. Sin embargo, se transforma en un hecho político vinculado a la Guerra de Independencia o al reinado de Isabel II. Igualmente, el conocimiento sobre la evolución política y social de la Segunda República española se abandona por el conocimiento de los acontecimientos sucedidos en esta etapa. Por su parte, la dictadura de Franco deja de ser un régimen dictatorial de 40 años de duración, para convertirse en un “Estado franquista” del que se debe conocer su génesis social e ideológica (Tabla 4).

Tabla 4. Temas a desarrollar en las pruebas de selectividad

LOGSE (Hasta 2008/2009)

LOE

LOMCE

Características políticas, económicas y sociales del Antiguo Régimen. La política centralizadora de los Borbones

Los inicios del Liberalismo en España: las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.

La guerra de independencia y los comienzos de la revolución liberal.

Crisis de la monarquía borbónica. La Guerra de la Independencia y los comienzos de la revolución liberal. La Constitución de 1812.

Liberalismo durante el reinado de Isabel II.

Revolución liberal en el reinado de Isabel II. Carlismo y guerra civil. Construcción y evolución del Estado liberal.

Análisis y valoración de las medidas desamortizadoras.

Proceso de desamortización y cambios agrarios.

El intento de revolución democrática: el sexenio revolucionario (1868-1874).

El Sexenio Revolucionario (1868-1874): intentos democratizadores. De la revolución al ensayo republicano.

El Régimen de la Restauración y el sistema canovista.

El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista.

La caída del Imperio colonial y Crisis de 1898.

Guerra colonial y crisis de 1898.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930).

La evolución política y social de la II República.

La Segunda República. La Constitución de 1931. Política de reformas y realizaciones culturales. Reacciones antidemocráticas.

El desarrollo de la Guerra Civil (1936-1939).

Sublevación militar y Guerra Civil (1936-1939). Dimensión política e internacional del conflicto. Evolución de las dos zonas.

El régimen de Franco: Fundamentos ideológicos, bases sociales e instituciones.

La creación del Estado franquista: fundamentos ideológicos y apoyos sociales (1939-1975).

La transición española y la Constitución de 1978

El proceso de transición a la democracia y la Constitución de 1978

La democracia española a través de sus gobiernos (1978-2000)

Los gobiernos democráticos (1979-2000)

Fuente: elaboración propia.

La disposición de los temas es cronológica, lo que, sumado a la periodización por regímenes políticos y reinados, rompe con otro de los pilares del pensamiento histórico, como es el estudio del cambio y la continuidad. Una periodización cronológica sobre los grandes personajes políticos de España de los siglos XIX y XX limita la posibilidad del estudio de procesos sociales que superan dicha periodización y territorio, asumiendo un conocimiento de la historia estanco y sincrónico en función de un único eje, el político, y un único espacio, España. De esta manera, procesos contemporáneos y globales como el movimiento obrero, la Revolución Industrial, la lucha por el sufragio universal, el desarrollo de las medidas de higiene, el crecimiento urbano frente al despoblamiento rural, la incorporación de la mujer al trabajo o el desarrollo de los transportes, entre otros, no pueden ser analizados porque la periodización rompe la diacronía de los mismos o no se entienden como fenómenos globales porque se pierde su relación global.

En ese mismo sentido diacrónico, cabe destacar la ausencia de relaciones entre el presente y el pasado que favorezcan la perspectiva histórica del alumnado. Así, los temas se corresponden siempre con períodos cerrados, que no presentan ninguna conexión o implicación con el presente, incluso cuando se señala explícitamente en los criterios de evaluación, que la identificación y comprensión de los elementos de causalidad que se dan en los procesos de evolución y cambios relevantes [...] para la configuración de la realidad española actual se califican con hasta 2,5 puntos. Las cuestiones incluidas en el examen se presentan de igual modo con esa falta de conexión.

Igualmente, en las preguntas enunciadas, a excepción de una cuestión que aparece en tres pruebas no titulares, sobre el legado andalusí3, no se propone una relación pasado-presente que permita atender a una finalidad práctica de la historia, como proponen algunos autores (Santisteban, 2011; Jara et al., 2016; González-Valencia et al., 2020). La oportunidad es clara. Se podría poner el foco de atención en los cambios producidos con motivo de la pandemia, ya que pueden establecerse vínculos entre nuestro presente y el pasado con temas de actualidad en los medios de comunicación, como, por ejemplo, la Operación Balmis. Este tema podría ser una cuestión que permitiera al alumnado relacionar su realidad actual con el pasado favoreciendo el desarrollo de una conciencia histórica.

Destaca el equilibrio de algunos temas o períodos presentes en las pruebas de Andalucía, como son el reinado de Isabel II, la restauración borbónica y la democracia actual, que aparecen en aproximadamente 30 ocasiones, mientras que el resto de temas lo hacen con una menor asiduidad, no superando las 15 repeticiones en los 150 exámenes analizados. En ese mismo sentido, no se detectan diferencias entre los temas que aparecen en los exámenes titulares y los suplentes y reservas.

Figura 2. Presencia de periodos contemporáneos en el desarrollo del tema

Fuente: elaboración propia.

En relación con la ya mencionada desactualización del temario con respecto a las corrientes historiográficas e investigaciones, resalta, especialmente, la presencia de términos como Reconquista, concepto ampliamente debatido en la historiografía actual que se mantiene en los libros de texto escolares y que está presente en 14 cuestiones de los 48 exámenes posibles desde 2017.

3.3. Fuentes presentadas

Al igual que sucede en el análisis de los temas, el uso de evidencias en los exámenes de acceso a la universidad anteriores a la LOMCE está enfocado desde un punto de vista político, militar y androcéntrico. En consecuencia, todos los textos presentados como fuentes primarias son manifiestos políticos, edictos o constituciones y las figuras presentadas en las imágenes son mayoritariamente de grandes personajes políticos de los siglos XIX y XX. De las 65 imágenes mostradas como fuente, sólo en cinco hay presencia de sujetos históricos que no pertenecen a la élite política. En dos ocasiones se ilustra la entrega de armas a los milicianos al comienzo de la Guerra Civil (pruebas de 2012 y 2013), en una ocasión se representa a mujeres en uno de los programas de la sección femenina (prueba de 2014), y también en una ocasión se muestra a los campesinos y trabajadores presos tras los sucesos de Casas Viejas (prueba de 2013) o en la Revolución de Octubre (prueba de 2011).

Como fuentes secundarias se repiten los temas políticos y militares. Destacan las tablas dedicadas a los repartos de escaños y un texto de los Episodios Nacionales de Pérez Galdós explicando el proceso de amaño electoral durante la Restauración, así como una tabla dedicada a los muertos y heridos en el conflicto militar de 1898. Cabe destacar en este apartado el uso de mapas y tablas con datos de carácter económico, vinculadas al tema de la desamortización como únicas evidencias no estrictamente políticas o bélicas.

Resulta igualmente significativa la desconexión de lo local o regional con el relato nacional. La presencia de Andalucía en las pruebas analizadas se reduce a una fotografía de campesinos presos en Casas Viejas, lo que contrasta con la presencia más numerosa de Madrid en dichas imágenes. En este contexto, se quiere remarcar cómo, hasta en tres ocasiones, se repite la conocida imagen de la entrada a la Plaza Mayor de Madrid con el cartel de “No pasarán”, pero no aparece ninguna representación de la Guerra Civil en Andalucía.

4. Discusión

El recientemente publicado Real Decreto 243/2022, del 5 de abril, indica que la etapa de Bachillerato debe permitir a su alumnado la adquisición y el logro de las competencias indispensables para el futuro formativo y profesional, capacitándole para el acceso a la Educación Superior. En este mismo texto normativo, se declara que, con respecto al acceso a los estudios universitarios, los alumnos y alumnas deberán superar una prueba cuyas características básicas serán establecidas por el Gobierno, previa consulta a las comunidades autónomas y a otras instituciones del sistema que regula la educación en España.

Respecto a la asignatura de Historia de España que aquí nos ocupa, el texto señala que esta se ubica en un marco donde debe prevalecer, como defienden algunos autores, un enfoque competencial abierto a la creación de escenarios de aprendizaje más activos, en los que dotar de mayor protagonismo al alumnado, permitiendo así el trabajo en equipo, los procesos de indagación e investigación, la creatividad y la transferencia del conocimiento adquirido (Sáiz y Fuster, 2014; Gómez et al., 2014; López-Facal et al., 2017). Con todo, aunque se expone de manera más concreta y evidente, esta demanda ya aparecía en legislaciones anteriores. Dicho de otro modo, la enseñanza por competencias no es ninguna novedad, pues desde hace años las normativas curriculares presentan este enfoque como orientación para los procesos de enseñanza y aprendizaje que deben tener lugar en las escuelas e institutos. Ciertamente, el alumnado, más allá, de adquirir conocimientos conceptuales, debe ser capaz de aplicar y transferir sus aprendizajes a situaciones de la vida cotidiana. Sin embargo, la integración de competencias en el desarrollo curricular apenas ha tenido impacto en la realidad de las aulas, máxime por lo que respecta a la educación histórica. Una realidad en continua discusión también en el contexto europeo (Gómez y Miralles, 2015) y latinoamericano (González y Gárate, 2017; Schneider y León, 2022)

Esta situación ha dado lugar a que en las últimas décadas sigan predominando modelos de enseñanza de la historia tradicionales, basados en el uso mayoritario del libro de texto y en el examen conceptual y descriptivo, que obliga a la memorización (Álvarez et al., 2021). Este panorama contrasta con la necesidad de reforzar en el alumnado la adquisición de conocimientos de segundo orden vinculados con la historia, que les ayuden a analizar fuentes históricas, investigar y sacar conclusiones lógicas sobre un hecho histórico determinado. Desde la didáctica de la historia, la enseñanza de esta materia debe favorecer la formación de pensamiento histórico en el alumnado, lo que implica adquirir conocimientos de primer orden o relacionados con hechos concretos (fechas, lugares, personajes, etc.), pero también adquirir conocimientos de segundo orden que impliquen poner en práctica estrategias y trabajar habilidades cognitivas o conceptos como la perspectiva histórica, el trabajo con fuentes, el análisis de causas y consecuencias o de cambios y continuidades, entre otros (VanSledright, 2014).

Sin lugar a dudas, la formación del pensamiento histórico de nuestro alumnado debe ir de la mano del desarrollo de competencias y de situaciones de aprendizaje que contemplen otras formas de enseñar, pero también, y esto es fundamental, otras formas de evaluar. De nada sirve plantear una metodología que favorezca el trabajo por competencias, si no se transforma el modo de evaluar. Así lo manifiesta Domínguez (2016), quien en su análisis sobre cómo enseñar y evaluar el pensamiento histórico establece como fundamental determinar una propuesta de evaluación acorde con una metodología que promueva el pensamiento histórico para el desarrollo de competencias. Por este motivo, cabe insistir sobre la necesidad de crear instrumentos de evaluación que respondan a los textos normativos que regulan el sistema educativo y que no reproduzcan modos de enseñar que, anquilosados en el tiempo, se han procurado desterrar desde hace décadas.

Este desfase entre, de un lado, la evaluación y los instrumentos establecidos para ello y, de otro lado, las disposiciones presentes en el currículo, ya han sido puestas de manifiesto por especialistas que se han aproximado a esta temática (Sáiz y Fuster, 2014; López-Facal y Monteagudo, 2016a; López-Facal y Monteagudo, 2016b; Fuster, 2016), quienes han señalado que para los docentes es difícil realizar en ocasiones una evaluación alternativa, no ya solo por desconocimiento o falta de formación, sino también por la propias contradicciones que presentan las normativas. En este sentido, la LOMCE es un claro ejemplo de ello, pues mientras por un lado propone un aprendizaje por competencias, por otro, establece unos contenidos conceptuales y desactualizados historiográficamente, así como una evaluación ampliamente tecnificada, basada en estándares de aprendizaje e indicadores del logro, que difícilmente hacen posible la implementación de metodologías activas que favorezcan el desarrollo competencial del alumnado y el incremento de su participación en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Estos planteamientos, lejos de entender la evaluación como un proceso, lo entienden como un fin, lo que obliga en definitiva a continuar con la memorización de conceptos que limitan la formación del pensamiento histórico y crítico del alumnado y la aplicabilidad de lo aprendido.

Hasta el momento, y esto se ve muy claro en cómo se han planteado los exámenes de acceso a la Universidad, la evaluación ha sido entendida como un elemento principalmente calificativo, en vez de concebirse como un proceso orientador, motivador y formativo, que debe acompañar al alumnado, dándole soporte en el proceso de construcción de su propio conocimiento. En la actualidad, la enseñanza de la historia debe ir encaminada a promover la formación de competencias clave, de habilidades o conceptos de pensamiento histórico (Seixas y Morton, 2013) y de ciudadanía democrática y crítica, capaz de interpretar lo que sucede a su alrededor y de actuar en consecuencia. Por tanto, teniendo en cuenta estas finalidades, será preciso adaptar la evaluación a este propósito para comprobar en qué medida se está contribuyendo a todo ello.

En esta situación, los tradicionales sistemas de evaluación requieren de una revisión profunda que permita evaluar el desarrollo de las competencias, algo complejo en pruebas que se justifican como imparciales e igualatorias. Así, países sin Pruebas Nacionales de Acceso a la Universidad, como Noruega (Pelegrín, 2021), han cambiado su modelo de evaluación en la educación secundaria superior. Pero también lo han hecho otros países con pruebas nacionales como Portugal (Solé, 2021), con un examen que obliga al estudiante a demostrar sus competencias sobre pensamiento histórico. Sin embargo, países con sistemas parecidos al español como en Chile (Román, 2015), Brasil (Schmidt y Fronza, 2018), se mantienen las pruebas enfocadas a lo factico, conceptual y reproductivo. Algo que en el caso andaluz se ha intensificado, más si cabe, con la pandemia COVID-19.

Como se muestra en los resultados, el paso del tiempo y, sobre todo, la implantación de LOMCE como ley educativa, ha provocado que la Prueba de Acceso a la Universidad tenga en la asignatura de historia un carácter eminentemente memorístico, eliminándose las fuentes y evidencias como herramientas para la reflexión y la elaboración de los temas, lo que limita la capacidad del alumnado para pensar históricamente. Se observa, pues, un retroceso de los procesos cognitivos demandados, que han pasado de solicitar la construcción de un relato a partir del análisis, interpretación y contextualización de fuentes primarias, a requerir únicamente la respuesta básica a un tema cerrado, un concepto, un personaje o un acontecimiento, primando procesos simples como la explicación o la definición.

Este giro no es de extrañar si se tienen en cuenta los planteamientos que ha propuesto la LOMCE para la enseñanza de la historia, pues esta ley reforzó el carácter conceptual de esta disciplina, basándose en el clásico relato nacional de España, más susceptible de ser memorizado de manera acrítica que de ser analizado de un modo reflexivo y no esencialista (Parra et al., 2015). Así lo señalaba también López-Facal (2014), cuando afirmó que los conocimientos históricos presentes en esta ley exceden la capacidad del alumnado por su excesivo volumen, caracterizándose los contenidos por su marcado “sesgo ideológico” que instrumentaliza la historia para promover un concepto de nación española esencialista, que retrotrae los orígenes de España a la Prehistoria, haciendo apenas mención al siglo XVIII. Se aprecia además un interés principal por aprender la historia de España sin proporcionar en ningún momento al alumnado una contextualización histórica más amplia (Pelegrín, 2015).

Por lo que respecta al análisis de los temas propuestos en Andalucía, se revela una clara tendencia al conocimiento del pasado desde una perspectiva positivista, tanto en temas como en enfoques. Los temas en Andalucía responden mayoritariamente a una periodización realizada a partir de personajes políticos o temas bélicos. Se denota también una evolución hacia un relato de la historia desactualizado con respecto a las corrientes historiográficas actuales y sus avances en la investigación, pues continúa transmitiéndose un discurso tradicionalista, asentado en discursos estereotipados y mitificados, donde no se han tenido en cuenta algunos de los principales debates surgidos en el seno de la disciplina histórica, ni los avances de conocimiento que han implicado algunas de las principales corrientes novedosas, como la nueva historia cultural, la microhistoria, la historia oral, la historia de las mujeres, de la vida cotidiana, de las mentalidades, la familia o del tiempo presente, entre otras, que poseen grandes potencialidades didácticas, tanto para abordar los contenidos conceptuales como para desarrollar los procedimentales y actitudinales.

Obviamente, las pruebas analizadas no pueden recoger preguntas orientadas a profundizar en estos contenidos, ya que esto requeriría de currículos que hayan integrado previamente estos enfoques y que hayan tenido en cuenta la renovación de la ciencia histórica. De acuerdo con Miralles y Rodríguez (2015), la solución no pasa por incluir nuevos contenidos que amplíen sin más los currículos existentes, si no que más bien debería priorizarse la selección de temas para trabajarlos con mayor profundidad, evitando una enseñanza superficial, irreflexiva y alejada de las personas como sujetos históricos.

Los temas y contenidos que deben desarrollarse en estas pruebas se presentan además desconectados del presente, como hechos aislados, con escasa conexión o implicación en el presente, lo que no contribuye a que el alumnado entienda el presente como consecuencia del pasado y desarrolle habilidades de pensamiento histórico como la perspectiva histórica o la conciencia histórica. Asimismo, se observa la presencia de términos y conceptos superados o debatidos por la historiografía actual que, sin embargo, parecen permanecer inmutables en los libros de texto y en estas pruebas. Los debates surgidos en el ámbito histórico, pero también político y social, lejos de ser un problema podrían constituir una oportunidad para trabajar el significado histórico del pasado y para evidenciar que la historia es una reconstrucción de dicho pasado, que está influenciada por el propio contexto temporal, espacial y cultural en el que se generan los discursos y narrativas históricas. Reconstruir los temas a partir del análisis de fuentes o abordar la dimensión ética de la historia, posibilitaría en nuestro alumnado la reflexión sobre cómo se construye el pasado y los juicios éticos que se realizan sobre las acciones históricas. Hacer este tipo de análisis es complejo, pues debe adoptarse perspectiva histórica para entender las diferencias entre nuestro universo ético y el de las sociedades pasadas. No obstante, se debe esperar aprender algo del pasado que nos ayude a enfrentar los problemas de hoy.

Por último, es destacable cómo las fuentes e imágenes que se han analizado en la muestra de este estudio son de carácter fundamentalmente político y militar, estando vinculadas a los discursos históricos escolares tradicionales. Apenas existen imágenes de personas o sujetos históricos, y cuando las hay, estas se relacionan con la élite política. Además, se vinculan con el discurso de una historia nacional, y no tanto con una historia regional, circunstancia que podría explicarse por el carácter de la asignatura (Historia de España), pero que impide en ocasiones que el alumnado tome conciencia de las implicaciones de un hecho histórico en las distintas escalas en las que impacta, y que sea capaz de relacionar acontecimientos y valorar sus consecuencias. A tenor del análisis de las imágenes relativas a la Guerra Civil, donde prevalece Madrid y la centralidad que representa, pudiera imaginarse que este conflicto bélico sólo aconteció allí, olvidando otros espacios donde también tuvo repercusiones, ya sea a nivel nacional (piénsese, por ejemplo, en el bombardeo de Guernica) o regional (caso de la huida por carretera de refugiados civiles desde Málaga hacia Almería, conocida como la “Desbandá”, que implicó la muerte de miles de personas).

Ante la posibilidad abierta, con la nueva normativa curricular, de establecer una prueba alternativa que evalúe por competencias los conocimientos históricos, cabe interrogarse acerca de qué características deberá tener esta prueba en años venideros. En este sentido, los resultados de este y otros estudios, como los de Fuster (2013, 2016), López-Facal y Monteagudo (2016a), Sáiz y Fuster (2014), Souto et al. (2014) o Fernández et al. (2018), deberían tenerse en cuenta a la hora de proyectar una prueba alternativa por quienes gobiernan el sistema educativo, ya que en todos estos trabajos se evidencia cómo el examen existente, lejos de evaluar la adquisición de competencias o el pensamiento histórico del alumnado, entra en total contradicción con la legislación y sus planteamientos, lo que se torna, cuanto menos, llamativo e incoherente.

De la misma manera, sería necesario adecuar los principales recursos didácticos utilizados en los procesos de enseñanza-aprendizaje, es decir, los libros de texto, a los nuevos escenarios, pues de ellos dependerá en gran medida el desarrollo del aprendizaje y el nivel de adquisición de competencias en el alumnado (Colomer et al., 2018). Para ello, probablemente fuese conveniente atender a la propuesta de desarrollo de competencias de pensamiento histórico planteadas por autores ya citados como Seixas y Morton (2013) quienes, por ejemplo, abogan por el uso de fuentes históricas en el aula, la aplicación de la perspectiva histórica, el análisis de los cambios y continuidades o de causas y consecuencias.

5. Conclusiones

Como se ha expuesto, el análisis de las pruebas de selectividad propuestas en la Comunidad Autónoma de Andalucía para la materia de Historia de España revela una tendencia muy marcada desde procesos cognitivos más próximos a un orden superior, como analizar y crear a partir de fuentes históricas, hacia procesos cognitivos de orden inferior, como recordar o explicar, vinculados a citar o describir brevemente un determinado concepto, hecho o personaje histórico. Esta evolución ha comportado por tanto una simplificación del pensamiento histórico que se espera formar en el alumnado, volviéndose estas pruebas cada vez más simples y reproductivas, lo que entra en clara contradicción con lo propuesto por las distintas normativas curriculares que se han ido sucediendo en los últimos años. Podría parecer que el supuesto aumento de opciones implica un aumento de las posibilidades de elección y de la complejidad del ejercicio, pero, en realidad, solo se han aumentado las opciones referidas a contenidos. Esta circunstancia supone que no haya posibilidad de cambiar el modelo de enseñanza o de aprendizaje, lo cual desde nuestro punto de vista limita a los docentes y perjudica al alumnado en el desarrollo de sus competencias y de su pensamiento histórico.

Se puede afirmar que el aprendizaje de la historia es significativo y contribuye al desarrollo del pensamiento histórico cuando el alumnado es capaz de interpretar los hechos de actualidad y de tomar posiciones desde una opinión argumentada y razonada, que le ayude a comprender el origen en el pasado de los hechos presentes y a analizar críticamente lo que sucede. Esto supondría una verdadera transferibilidad del aprendizaje a la vida cotidiana y denotaría un adecuado desarrollo de competencias pudiendo aplicar así los conocimientos a la comprensión de la realidad circundante. Sin embargo, se evidencia cómo el enfoque competencial, pese a los años que lleva vigente, continúa sin tener una presencia significativa en los contextos escolares, estando presentes, en mayor medida, las rutinas tradicionales y los sistemas de evaluación que no concuerdan con el enfoque competencial. Esto se evidencia todavía más en el caso de las Pruebas de Acceso a la Universidad analizadas, como ya se ha señalado.

El contexto pandémico, como consecuencia del COVID-19, ha venido a intensificar el carácter reproductivo de esta prueba, pues ha implicado alteraciones formales en la misma que escoraron aún más el examen hacia posiciones donde se pone en valor la respuesta memorística de un contenido concreto aprendido, exclusivamente, para responder en ese momento y que, con toda seguridad, será olvidado poco más tarde. Esta realidad ha estado vigente durante, al menos, tres cursos lectivos, circunstancia que debería ser analizada por futuras investigaciones, desde una perspectiva más amplia, que tome en consideración además las consecuencias que han tenido las circunstancias derivadas de la pandemia -confinamiento, imposibilidad de relacionarse entre iguales, desconexión con el entorno para favorecer los aprendizajes, docencia virtual, evaluaciones virtuales, etc.- para el aprendizaje del alumnado. No en vano, en la actualidad se sigue sin conocer a fondo las implicaciones que, a nivel formativo y educativo, ha supuesto un periodo tan determinante como el mencionado.

Para el futuro, la nueva ley LOMLOE propone un fortalecimiento del enfoque por competencias y de la integración de métodos activos de aprendizaje que estimule dicho enfoque. En consecuencia, se reclama una evaluación de los conocimientos y aprendizajes históricos acordes a este planteamiento y actualizados sobre los avances y enfoques de la historiografía actual. Esta circunstancia deberá transferirse asimismo a la Prueba de Acceso a la Universidad, reforzando la presencia de ejercicios que inviten al análisis de fuentes y evidencias, cambios y continuidades, de relaciones de causa y consecuencia o a la reflexión sobre la perspectiva histórica o la dimensión ética de los hechos. Elementos todos ellos que, a nuestro juicio y a tenor de las investigaciones de los últimos años, contribuirán a formar la conciencia y el pensamiento histórico del alumnado conformando así una ciudadanía conocedora de su pasado en el presente y consciente de su responsabilidad con el futuro.

Desde estos planteamientos, la evaluación deberá entenderse como un instrumento de formación y aprendizaje dentro del proceso y no solo como sistema de verificación de la adquisición de determinados conocimientos, principalmente, conceptuales. Además, desde las propuestas de Gómez et al. (2017b), la implementación de metodologías activas podrá servir como evaluación en sí misma, ya que posibilitan valorar al docente la comprensión de los hechos históricos tratados y su contextualización por parte del alumnado. Nuevas formas de enseñar y de evaluar contribuirán a la adquisición de aprendizajes más significativos y transferibles a las situaciones cotidianas.

En este sentido, no debe olvidarse que, además de contar con una nueva legislación que defiende e impulsa la enseñanza competencial, existen experiencias en el contexto internacional que nos pueden servir como modelo. Los ejemplos británicos o canadienses son muestra de alternativas reales a una enseñanza tradicional (Gómez et al., 2017a; VanSledright, 2004; Lévesque, 2008; VanSledright, 2011). En consecuencia, actualmente en España, algunas editoriales están reeditando sus manuales escolares incorporando en ellos preguntas abiertas en los encabezados de cada tema. Esta acción, aparentemente sencilla, supone un notable cambio puesto que implica que el alumnado construya una respuesta reflexiva durante el proceso formativo. Este loable esfuerzo debe ser continuado en todos los cursos de la Educación Secundaria y el Bachillerato produciéndose en consecuencia una coherencia que no se vea frenada por la rigidez de una prueba que demanda una completa renovación.

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1 Este trabajo se enmarca dentro del proyecto de I+D+i “La enseñanza y el aprendizaje de competencias históricas en bachillerato: un reto para lograr una ciudadanía crítica y democrática” (PID2020-113453RB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (España) (AEI/10.13039/501100011033).

3 Describa el legado cultural y económico de Al-Ándalus.

AREAS Revista Internacional de Ciencias Sociales, 45/2023 “La enseñanza y el aprendizaje de las ciencias sociales en tiempos de incertidumbre”, pp. 109-127. DOI: https://doi.org/10.6018/areas.528241.

La incidencia de la formación inicial docente en la representación y usos de la Historia del futuro profesorado de Educación Primaria: un estudio de caso

Samuel Borja García

Universitat de València

David Parra Monserrat

Universitat de València

Resumen

En el presente artículo se analizan las representaciones y usos de la educación histórica del futuro profesorado de Educación Primaria mediante cuestionarios y entrevistas a 150 estudiantes del primer y último curso del Grado en Maestro/a en Educación Primaria de la Universitat de València. A través de estos instrumentos se examinan sus recuerdos escolares, su concepción de la Historia y la influencia de los cuatro años de formación inicial en la manera de entender y representar la Historia escolar, atendiendo, especialmente, a la relevancia de una mayor o menor formación didáctico-disciplinar en esta materia concreta. Los resultados apuntan a la influencia de los recuerdos y experiencias previas en la manera de concebir y pensar la educación histórica y a una mayor falta de coherencia entre el discurso y la praxis entre aquellos estudiantes con menor formación en Historia y su didáctica.

Palabras clave: escuela primaria, educación histórica, memoria escolar, formación del profesorado, currículum

The impact of initial teacher training on the representation and uses of History by future Primary School Teachers: a case study

Abstract

This article analyzes the representations and uses of history education of future teachers of Primary Education through questionnaires and interviews answered by 150 students of the first and last year of the Degree in Primary School Education at the University of Valencia. Through these instruments we examine their school memories, their conception of History and the influence of the four years of initial training in the way of understanding and representing school History, paying special attention to the relevance of a greater or lesser didactic-disciplinary training in this specific subject. The results point to the influence of memories and previous experiences in the way of conceiving and thinking about history education and to a greater lack of coherence between discourse and praxis among those students with less training in History and its didactics.

Keywords: primary school, history education, school memory, teacher training, curriculum

Fecha de recepción del original: 15 de junio de 2022; versión definitiva: 13 de abril de 2023.

Samuel Borja García, Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales, Universitat de València. Av. Tarongers, 4, 46022, Valencia (España); E-mail: saborgar@alumni.uv.es; ORCID ID: https://orcid.org/0000-0002-8710-7075

David Parra Monserrat, Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales, Universitat de València, Av. Tarongers, 4, 46022, Valencia (España); Tel.: +34 963983077; E-mail: david.parra@uv.es; ORCID ID: https://orcid.org/0000-0002-1740-9676

La incidencia de la formación inicial docente en la representación y usos de la Historia del futuro profesorado de Educación Primaria: un estudio de caso1

Samuel Borja García

Universitat de València

David Parra Monserrat

Universitat de València

1. Introducción

Las representaciones que los maestros y maestras tienen sobre las diversas materias que forman parte del currículum son fundamentales para entender su praxis e identidad profesional. En este sentido, este artículo da cuenta de una investigación centrada en cómo los futuros docentes, estudiantes del Grado en Maestra/o en Educación Primaria, entienden la Historia y en el peso que la formación inicial tiene en el mantenimiento o la transformación de unas representaciones que descansan tanto en las experiencias escolares de los sujetos como en una memoria colectiva que a menudo tiende a reproducirlas y reforzarlas (Parra, 2019).

Las concepciones docentes o el pensamiento del profesorado han sido una línea de investigación destacada en el ámbito de las didácticas específicas desde la aparición de estas áreas de conocimiento a partir de los años ochenta del pasado siglo (Sola, Marín, Alonso y Gómez, 2020). Aunque en un primer momento los estudios se centraron principalmente en el conocimiento y la competencia profesional, en las últimas décadas el debate se ha enriquecido con la irrupción de enfoques propios de la pedagogía crítica y la sociología como la teoría de las representaciones sociales o la dimensión socio-genética del currículum y los saberes escolares (Romero, 2018). De ahí que actualmente resulte insuficiente entender las concepciones o representaciones que el profesorado en activo (o en formación) tiene sobre las distintas disciplinas sin contemplar el peso de determinadas tradiciones y contextos (Domingos, 2010).

Teniendo todo esto presente, esta investigación se sustenta teóricamente en tres pilares. El primero gira en torno al código disciplinar de la Historia, es decir, a la existencia de una representación social de dicha materia escolar que, apoyada en la tradición y el peso de la memoria colectiva, ha favorecido la naturalización de determinadas narrativas, prácticas y finalidades a menudo asumidas acríticamente (Cuesta, 1997; Tutiaux-Guillon, 2008; Cuban, 2016). El segundo pilar hace referencia a la importancia de los recuerdos y las vivencias escolares en el reforzamiento de dicha representación social y, en concreto, de las representaciones particulares de las personas, futuros maestros y maestras, que con su acción o inacción reproducirán o transformarán la enseñanza/aprendizaje de dicha disciplina. Finalmente, el tercer pilar es la formación inicial. Numerosas investigaciones sugieren que las representaciones de un estudiante de Magisterio cuando inicia sus estudios universitarios están muy arraigadas y condicionadas por sus experiencias, por lo que si no observa y experimenta durante dicha formación un cambio teórico, metodológico, práctico y actitudinal que realmente sea significativo difícilmente modificará sus concepciones iniciales y tenderá a enfocar su praxis profesional del mismo modo en que la vivió o recibió (Romero, 2014). El recuerdo de las experiencias previas como alumnado de Primaria, Secundaria y Bachillerato, así, contribuye a generar un sentido común, una determinada concepción de los conocimientos, de lo que significa enseñar y aprender, de las finalidades que se persiguen… en definitiva, una forma de entender las competencias docentes que tendrá consecuencias en su futuro ejercicio profesional (Pagès, 2011; García, 2010). Estas representaciones operan con enorme fuerza a menos que, durante la formación inicial, se desarrollen estrategias que las hagan emerger y contribuyan a su deconstrucción y erosión para favorecer otro tipo de práctica y de escuela (Pagès, 1999; Giroux, 2001; Coll, Pardo y Pérez, 2014; Parra, 2019).

Por todo lo dicho, resulta fundamental indagar en los recuerdos y representaciones de los futuros y futuras docentes y en la visión que tienen de la Historia, su didáctica y sus usos públicos si queremos promover una transformación profunda que vaya más allá de cambios técnico-metodológicos y que impulse un tipo de educación reflexiva, crítica y útil en el contexto de una sociedad democrática. Con este objetivo, a lo largo de las siguientes páginas intentaremos dar respuesta a las siguientes preguntas de investigación: ¿Pervive una visión ligada al código disciplinar tradicional en las representaciones de la Historia de los futuros maestros y maestras de Educación Primaria? En caso afirmativo, ¿la formación inicial de Magisterio contribuye a erosionarlas o modificarlas? Finalmente, y en relación con esta última cuestión, ¿una formación mayor o más específica en Didáctica de las Ciencias Sociales y en educación histórica puede contribuir todavía más a impugnar dichas representaciones y plantear alternativas?

La hipótesis de la que partimos es que el peso del código disciplinar tradicional condiciona la representación de la Historia de buena parte de los futuros docentes de Educación Primaria, pero que una formación didáctico-disciplinar más sólida en Ciencias Sociales, que vaya más allá del plano teórico o declarativo, dotará a los estudiantes del Grado en Maestro/a de mayores herramientas para generar un discurso crítico sobre dichas representaciones y promover cambios en su futura acción docente.

Para comprobarlo, nuestra investigación pondrá el foco en los estudiantes del Grado en Maestro/a en Educación Primaria de la Universitat de València a partir de respuestas procedentes tanto de alumnado de primer curso como de cuarto con el objetivo de valorar la incidencia de los estudios universitarios en el mantenimiento o la modificación de sus representaciones.

2. Metodología

2.1. Contexto y participantes

Si atendemos a los referentes teóricos señalados y a las preguntas de investigación planteadas, este estudio se enmarca en un paradigma interpretativo, ya que se centra en la comprensión de los sujetos, sus experiencias y discursos, para entender determinadas formas de pensar y de actuar. Por esta razón, el trabajo opta por una clara dimensión cualitativa.

Para ello, hemos contado con la participación de 150 estudiantes del Grado en Maestro/a en Educación Primaria de la Universitat de València: 100 estudiantes de primer curso y 50 de cuarto. Este último grupo se subdivide, a su vez, en otros dos grupos en función de sus itinerarios de especialidad: 25 procedentes de la mención de Artes y Humanidades (con diversas asignaturas vinculadas con la educación histórica) y 25 del resto de menciones sin relación con la Historia. A estos estudiantes procedentes de los itinerarios de Inglés, Música, Educación Física, Pedagogía Terapéutica, Audición y Lenguaje, TIC y Ciencias y Matemáticas, que solamente han cursado la materia común y obligatoria de Didáctica de las Ciencias Sociales, los englobaremos en el denominado Grupo Generalista (Tabla 1)

La selección de los participantes ha seguido un proceso no probabilístico, puesto que se ha escogido de manera deliberada a futuros docentes de Primaria y, en concreto, para los del último curso, a los formados en menciones específicas; pero sí casual, ya que la selección se ha hecho a partir de individuos a los que se ha tenido un fácil acceso (Flick, 2018). Este muestreo no probabilístico se ha realizado, además, por cuotas, ya que nos interesaba la comparativa entre aquellos estudiantes de la mención de Artes y Humanidades y el resto, lo que ha hecho necesario ajustar el número de sujetos de los dos grupos para que la comparación sea pertinente. La muestra se ha codificado para garantizar el anonimato. Ello, además, ha facilitado el tratamiento de la información recogida y la obtención de las unidades textuales ligadas a los conceptos y las categorías que más adelante desarrollaremos.

Tabla 1. Perfil de los participantes

Participantes

Mujeres

Hombres

Total

Estudiantes del primer curso de Grado

(del 1. al 100.)

79

21

100

Estudiantes del cuarto curso de Grado

Grupo de Artes y Humanidades (del 101. al 125.)

Grupo Generalista (del 125. al 150.)

26

24

50

Fuente: elaboración propia

2.2. Instrumentos

En la presente investigación se han utilizado dos instrumentos: un cuestionario (con preguntas abiertas o de elección múltiple) para los estudiantes que iniciaban sus estudios universitarios y una entrevista semiestructurada para los que los finalizaban. Ambos instrumentos han pasado una primera fase de pilotaje con un grupo reducido de estudiantes del Grado en Maestro/a en Educación Primaria y han sido validados por expertos.

Tanto el cuestionario como la entrevista incluían una serie de preguntas conectadas con los recuerdos generales de Historia durante sus años de escolaridad obligatoria, así como cuestiones directamente vinculadas con la dimensión epistemológica, psicopedagógica y axiológica de la disciplina necesarias para comprender su representación de la Historia, los usos públicos que le atribuían y sus anhelos o propósitos en relación con su futuro ejercicio profesional. Con respecto a los recuerdos, los instrumentos han posibilitado acceder a la memoria episódica de los estudiantes que integran la muestra, es decir, a información sobre el contexto personal y espacial de las experiencias vividas en relación con la educación histórica (el aula, la relación con el profesor/a, las emociones o actitudes hacia la asignatura, etc.). Todo ello ha facilitado el acceso a las concepciones e ideas que tienen sobre la materia y que, como señalan las investigaciones sobre neurociencia o recuperación de la memoria educativa, están estrechamente relacionadas con la dimensión afectivo-emocional que caracteriza al primer tipo de recuerdos (Damasio, 2006; 2010; Barton, 2010; Willingham, 2011; Martínez, Souto y Beltrán, 2006).

Tanto la entrevista como el cuestionario concluían con tres preguntas “aplicadas” orientadas a comprobar si más allá del discurso teórico o declarativo, los participantes eran capaces de aplicar dichos planteamientos al análisis de casos concretos. Una de estas preguntas se centraba en el análisis del currículum, tal y como veremos más adelante.

2.3. Tratamiento y análisis de los datos obtenidos

Las categorías de análisis han sido preestablecidas en función de las preguntas de investigación y las hipótesis planteadas al inicio de la misma. Estudios similares, así como un Trabajo Fin de Máster, constituyeron la base para predeterminarlas. A medida que se iban analizando los datos y se iban encuadrando en las diferentes categorías, iban surgiendo nuevas realidades que se categorizaban de manera abierta y se incorporaban al análisis, tal y como propone la investigación cualitativa desde el enfoque de la Teoría Fundamentada (Strauss y Corbin, 1998; Campo-Redondo y Labarca-Reverol, 2009).

Con el objetivo de clasificar de manera eficiente la información obtenida y analizar los datos, se ha utilizado la herramienta informática ATLAS.ti. El enfoque cualitativo de la investigación y las posibilidades que ofrecía el programa nos parecían los más adecuados para un trabajo de estas características, en el que de manera progresiva irían emergiendo nuevos códigos, series y categorías (Quecedo y Castaño, 2002).

La categorización para cuestionarios y entrevistas ha sido ligeramente diferente, pues la formación inicial universitaria (no contemplada en el caso de los estudiantes de primero) constituía un elemento clave y básico que condicionaba tanto los recuerdos como los usos y concepciones de la Historia del alumnado de cuarto. El programa nos ha permitido generar categorías diferenciales entre ambos instrumentos, lo que ha facilitado la obtención de unos resultados mucho más ricos y complejos.

Para proceder al análisis de los datos hemos recurrido, en primer lugar, al número de impactos relacionados con una categoría, subcategoría o serie. Para evitar que una misma persona con numerosos impactos pudiera distorsionar la visión general del grupo, decidimos realizar un análisis de impactos totales en el que solamente se contabilizaba y analizaba un impacto por subcategoría y/o serie por participante. Además, para facilitar la lectura de los datos y poder comparar los diferentes grupos, hemos trabajado con valores porcentuales.

3. Discusión de los resultados

Como se ha dicho anteriormente, este artículo pretende analizar las concepciones que los estudiantes de Magisterio tienen de la Historia como materia escolar partiendo de sus recuerdos y del impacto de la formación inicial recibida.

3.1. Recuerdos escolares relacionados con la Historia

Los resultados obtenidos permiten señalar que las tipologías de recuerdos escolares de los alumnos de primero y cuarto son similares, aunque con algunos matices. Ambos grupos rememoran de manera negativa unas clases de historia impartidas generalmente por docentes distantes, presididas por metodologías tradicionales o en las que los resultados académicos no habían sido los esperados. Del mismo modo, con frecuencia se valora también negativamente el excesivo peso de unos contenidos conceptuales que tienden a asociarse con la pura memorización

101.E3. No me cabía en la cabeza cómo ese hombre era profesor […] canturreaba, leíamos un trozo del tema, nos ponía a hacer el ejercicio, pero más allá de eso no había ninguna empatía ni ninguna conexión entre el profesor y el alumno, nos trataba con mucha firmeza.

76.C.3. Porque en Bachiller me esforzaba bastante y nunca obtenía más de un 6. No obstante en selectividad mi nota aumentó favorablemente. Durante el curso me sentía decepcionada porque no veía los frutos.

136.E1. Y yo, que era un niño que me costaba estudiar todo de memorieta, pues la verdad es que tengo muy mal recuerdo de ello.

Por otra parte, en líneas generales ambos grupos recuerdan de manera positiva las metodologías activas (a menudo asociadas al desarrollo de competencias relacionadas con el pensamiento histórico) y los enfoques críticos, aunque estos últimos están presentes de una manera significativamente menor en sus recuerdos.

42.C.4. En general tengo buenos recuerdos de mis etapas educativas, ya que eran más dinámicas y participativas que en Bachiller.

104.E.5. Había uno en secundaria, y estamos hablando de la época de la revolución industrial, nos mandaron hacer una redacción en la que nos metíamos en la piel de un personaje de ese siglo, y luego nos dio la enhorabuena a una amiga y yo que fuimos los dos que sacamos mejor nota.

107.E4. Recuerdo también que me transmitían valores más sociales y competencias cívicas, que poco a poco con mi formación posterior han ido formando mi forma de pensar, mi ideología que tengo ahora mismo.

También rememoran con agrado a aquellos profesores con los que tenían una relación cercana y que conseguían empatizar con su alumnado, aunque mantuvieran prácticas metodológicas tradicionales:

105.E2. Pues yo recuerdo el estar en clase y recuerdo que el profesor era como una historia que nos contaba. Jaume, incluso, aunque a mí me gustaba igual su metodología o su manera de dar la clase no era la correcta. Pero los temas que trataban a mí me causaban interés, me activaba, me despertaban sus clases y me sentía muy a gusto, muy conectado a sus clases. Había gente que en esa asignatura desconectaba, que era muy aburrido. Pero yo no, yo conectaba y me sentía muy a gusto en las clases de historia.

Finalmente, es significativo que existan numerosas referencias a los buenos resultados académicos al hacer mención a los aspectos positivos de aquellas clases, sin relación con metodologías o relaciones docentes.

Por tanto, tal y como se observa en el Gráfico 1, podemos afirmar que tanto en los recuerdos de los estudiantes de primero como de cuarto tienen un peso importante los docentes y las metodologías utilizadas a la hora de valorar positiva o negativamente las clases que recibieron. Los resultados académicos, en cambio, parecen ser un factor relevante para los noveles (que lo mencionan en más de un 25% de los casos), pero no tanto para los que están finalizando, ya que, probablemente por el peso de la formación recibida, priorizan otro tipo de cuestiones a la hora de valorar sus recuerdos de la etapa escolar.

Gráfico 1. Valoración de los recuerdos escolares por parte de los estudiantes de Magisterio

Fuente: elaboración propia.

3.2. Representaciones y usos de la Historia

Con respecto a los usos y representaciones de la Historia, a partir de los datos extraídos de los cuestionarios y las entrevistas podemos observar (Gráfico 2) que las referencias explicitadas por los participantes de primero coinciden con muchas de las finalidades tradicionalmente asignadas a la educación histórica y recogidas en otras investigaciones (Fuentes, 2004; Martínez, Souto y Beltrán, 2006; Pérez, Ruíz y Gómez-Carrasco, 2018; Parra, 2019), algo que está en sintonía con el tipo de recuerdos planteados mayoritariamente por los participantes.

Gráfico 2. Comparativa porcentual de los usos y representaciones de la Historia de los estudiantes de primero y de cuarto (Grupos Generalista y Artes y Humanidades)

Fuente: elaboración propia.

Constatamos en primer lugar que la finalidad identitaria, una de las más clásicas e importantes para entender la institucionalización de la Historia como disciplina escolar (Pérez-Garzón, 2008; López-Facal y Cabo-Villaverde, 2012; Sáiz, 2015; Miralles y Gómez, 2017; Parra y Segarra, 2018), o la referencia a la dotación/adquisición de una cultura general (a menudo vinculada con una idea de cultura canónica, más o menos erudita y relacionada con una cierta distinción en el sentido apuntado por Bourdieu) representan, entre las dos, más de la mitad de las respuestas de aquellos estudiantes que inician Magisterio (51%). Este tipo de respuestas disminuye prácticamente a la mitad (24%) en el Grupo Generalista de cuarto y a sólo un 9% en el caso del alumnado de la mención de Artes y Humanidades con una formación más profunda en Historia y su didáctica.

Podemos observar, asimismo, que las respuestas que señalan la importancia de la Historia para conocer la realidad del pasado se mantienen más o menos estables en los tres grupos, suponiendo entre un 11% y un 15% de las repuestas. Aunque en algunos casos este conocimiento del pasado se relaciona explícitamente con la comprensión del presente, llama la atención la pervivencia de una visión positivista según la cual la Historia reconstruye la sucesión de “hechos objetivos” (“lo que realmente sucedió”), como si fuera posible abarcar la totalidad de los acontecimientos del pasado o dar lugar a un relato desprovisto de interpretaciones.

Algo similar sucede con las respuestas que hemos englobado en el código “Historia Magistra vitae” y que remiten a la clásica visión según la cual “La Historia nos permite conocer los errores cometidos en el pasado para no volver a cometerlos” (83.C6), una posición alejada de la necesaria perspectiva o distancia con el pasado propia del pensamiento histórico. También en este caso percibimos una cierta similitud en las respuestas del grupo de primero y del grupo generalista de cuarto (en torno al 10% en ambos casos) y una presencia menor entre los participantes del grupo de Artes y Humanidades.

Es interesante, por otra parte, analizar los porcentajes de respuestas ligadas a usos más competenciales, en la línea de las competencias de pensamiento histórico (Wineburg, 2001; Lévesque, 2008; Barton, 2010; VanSledright, 2004; 2011; Gómez y Miralles, 2018), o a perspectivas más críticas de la materia como aquellas que remiten explícitamente a la construcción de una ciudadanía democrática e inclusiva, a la incorporación de agentes sociales tradicionalmente excluidos o a la deconstrucción de narrativas y relatos hegemónicos sobre la nación, el género, etc.

En el caso de los estudiantes de primero, las respuestas ligadas a este tipo de enfoques (competenciales o explícitamente críticos) suponen un 10% y un 9%, respectivamente, de las respuestas totales. Dicho porcentaje aumenta notablemente entre el Grupo Generalista de cuarto, ya que las respuestas vinculadas con el desarrollo de competencias de pensamiento histórico ascienden al 25% (remiten a la necesidad de desarrollar la perspectiva y la empatía históricas, de comprender las lógicas multicausales, los cambios y las permanencias, la relevancia histórica…) y las que se centran en la dimensión crítica y transformadora de la materia al 18%. Lo más llamativo, sin embargo, vuelven a ser las respuestas del grupo de Artes y Humanidades, ya que un 29% hace referencia a la necesidad de aprender a pensar históricamente y un 44% alude a usos y finalidades nítidamente críticas:

103.E11. Yo no sé si es adoctrinar, pero sí que recalcar lo que, por ejemplo, hablando de Jaime I, este año han dado [en clase durante las prácticas] Jaime otra vez y han dado un monográfico de septiembre hasta el 9 de octubre, que estaba todo relacionado con él: un poster, han hecho las Torres de Serrano en cartón, ya que entró por ahí…, es decir, no han hablado de las capitulaciones, no han hablado del éxodo de los musulmanes, pues el objetivo es magnificar la fiesta del 9 de octubre, para mí, no sé por qué, para que los niños tengan arraigo a las cosas, no sé por qué. Yo […] creo que la intención es esa, magnificar un personaje que sea valenciano y que te sientas identificado con él; pero la Historia no debería servir para eso […] Yo buscaría mirar todos los puntos de vista, porque no hay solo un punto de vista en la historia, las cosas pasan por algo, hay que ir a las causas.

Finalmente, debemos destacar las referencias a la simple memorización por parte, especialmente, de los estudiantes de primero (45.C6. “Me gustaba la Historia porque se me daba bien memorizar”) o aquellas respuestas que implican desconocimiento de las potencialidades de dicha materia o que, incluso, remiten a la escasa o nula utilidad del conocimiento histórico para la formación del alumnado de Educación Primaria (45.C9. “Porque no es algo a lo que los niños presten atención ni vayan a recordar”).

A la luz de estos resultados podemos concluir que, al iniciar sus estudios universitarios, los estudiantes del Grado en Maestro/a en Educación Primaria tienen unas concepciones de la Historia fuertemente ligadas a sus recuerdos escolares y al código disciplinar tradicional (Martínez, Souto y Beltrán, 2006; Souto, Martínez y Parra, 2014). Se trata de una visión de la Historia a menudo basada en relatos historicistas centrados en hechos y personajes destacados y altamente vinculados a la construcción de identidades más o menos cerradas y esencialistas, en la línea de lo que apuntan otros trabajos similares (Parra y Morote, 2020; Sáiz y López-Facal, ٢٠١٢; De la Montaña y Rina, 2019; De la Montaña y Rina, 2021). Asimismo, sigue perviviendo una visión erudita o anticuaria del conocimiento histórico, concebido como saber enciclopédico y reproductivo que sirve para distinguir a aquellas personas “que saben”, “que tienen cultura” de las que no la tienen.

Por su parte, tanto los estudiantes de cuarto del Grupo Generalista como los de Artes y Humanidades han modificado su manera de entender la Historia. Buena muestra de ello son las repuestas asociadas al uso crítico o ciudadano de la misma o al desarrollo de competencias de pensamiento histórico.

Este cambio es mucho más acusado entre los participantes del grupo de Artes y Humanidades, lo que, a priori, podría indicar que una formación más profunda en Historia y su didáctica dota a los estudiantes del Grado en Maestro/a de un bagaje y un entramado teórico para enunciar un discurso más crítico sobre la educación histórica y sus potenciales usos. Además, esta mayor presencia de respuestas alternativas es coherente con la menor presencia de respuestas ligadas a modelos tradicionales, lo que nos permite apreciar una cierta consistencia en los discursos de los estudiantes en la línea planteada por otros estudios recientes (Borja y Parra, 2017; Miguel-Revilla y Fernández, 2017; Miguel-Revilla, Carril y Sánchez-Agustí, 2017; Parra y Morote, 2020; Parra, Fuertes, Asensi y Colomer, 2021).

3.3. Análisis del currículum escolar y propuestas alternativas

Como ya hemos señalado, más allá de las preguntas orientadas a obtener información declarativa, los instrumentos de investigación contemplaban también otras preguntas conducentes a valorar hasta qué punto dichas ideas trascendían lo discursivo. Una de dichas preguntas se centraba específicamente en el análisis del currículum.

Numerosos trabajos han reflexionado acerca de la incidencia del marco curricular en el proceso real de enseñanza/aprendizaje y han señalado que no se trata de un cuerpo neutro y desinteresado de conocimientos, ya que es el resultado de una selección condicionada por las representaciones y valores hegemónicos y por el tipo de alumnado que se quiere formar (Tadeu, 2001; Grever y Stuurman, 2007; Symcox y Wilschut, 2009).

Para evaluar la coherencia entre los discursos y las posibles prácticas a llevar a cabo, dentro de la investigación pedimos a los estudiantes que analizaran el currículum actual y que, si lo consideraban necesario, propusieran mejoras o esbozaran su currículum soñado de Historia.

Para analizar estas propuestas se utilizó la propuesta de Rozada (1997) según la cual podemos plantear tres grandes modelos curriculares (el técnico, el práctico y el crítico) atendiendo, fundamentalmente, a sus bases epistemológicas, psicopedagógicas y, especialmente, a sus finalidades.

El primero de ellos está fuertemente ligado a una comprensión tradicional de la Historia y de sus usos. Otros autores, como Gimeno y Pérez (1985), lo identifican con un sistema tecnológico de producción que en ningún caso propone una reflexión sobre la selección de los contenidos o la naturaleza de aquello que se está enseñando. El modelo práctico se vincula con una perspectiva constructivista de raíz piagetiana y con un aprendizaje por descubrimiento que sitúa al alumnado como el gran protagonista en el proceso de enseñanza-aprendizaje y al desarrollo cognitivo y competencial como la principal finalidad. Por último, el modelo crítico busca el desarrollo de un pensamiento histórico complejo que promueva la deconstrucción de determinadas narrativas hegemónicas y que contribuya a la autonomía en la toma de decisiones, a la emancipación y a la transformación social (Tadeu, 2001; Freire, 1993).

A partir de esta clasificación, los participantes del grupo de primero -aquellos y aquellas que están iniciando su formación universitaria y que, por tanto, todavía no han recibido formación en didáctica de la Historia- parecen entender que en el currículum actual aún predominan ciertos saberes enciclopédicos propios de un modelo tradicional. El número de estudiantes que encuadra el currículum escolar de Historia en un modelo práctico o crítico es, en este sentido, testimonial. Si focalizamos nuestra atención en los estudiantes de cuarto, podemos observar que el análisis que plantean del marco curricular es muy similar al de los estudiantes de primero. De este modo, predomina la vinculación de la legislación educativa vigente con el modelo técnico y, en menor medida, de currículum práctico.

Ahora bien, cuando se les solicita que hagan propuestas de mejora o propongan alternativas al currículum actual teniendo en cuenta la naturaleza de la materia a impartir y su dimensión axiológica comprobamos hasta qué punto sus discursos y su capacidad “diagnóstica” son coherentes con su manera de representar y usar la Historia.

Así pues, en relación con las propuestas curriculares formuladas por los futuros maestros y maestras, observamos que la mayor parte de los estudiantes de primero (un 89%) no son capaces de proponer una alternativa al currículum actual a pesar de haber explicitado en mayor o menor medida sus limitaciones o carencias. Es interesante, asimismo, que de los 11 estudiantes que sí realizaron una nueva propuesta, 9 lo hicieran esbozando un enfoque próximo al modelo técnico y reforzando las finalidades clásicas de la educación histórica: 71.C7. “La prioridad sería que los niños aprendieran cuáles son nuestras raíces”; 87.C7. “Puesto que sabiendo cómo funciona el mundo, el niño comprenderá muchas cosas y, además, enseñándole esto, tendría una cultura mínima también”).

Estos resultados difieren claramente de los obtenidos de los estudiantes de cuarto. En este caso podemos advertir que la mayor parte de las propuestas centradas en el currículum soñado o alternativo se asocian a un modelo crítico. Ahora bien, una vez más encontramos diferencias entre el Grupo Generalista y el Grupo de Artes y Humanidades, tal y como se puede apreciar en el Gráfico 3.

Gráfico 3. Currículum propositivo o soñado de los estudiantes de cuarto de Grado

Fuente: elaboración propia.

En el caso del Grupo Generalista, las propuestas curriculares se reparten a partes iguales entre un modelo técnico, un modelo práctico y uno crítico, siendo el segundo el que tiene una mayor presencia. En este sentido, numerosos estudiantes mostraban la capacidad de impugnar los aspectos más tradicionales del currículum desde una perspectiva psicopedagógica, pero no tanto desde un punto de vista axiológico o, incluso, político. No eran capaces, pues, de cuestionar la selección de contenidos o de plantear narrativas o enfoques epistemológicos alternativos. En el grupo de Artes y Humanidades, en cambio, las propuestas sí se englobaban mayoritariamente en un enfoque crítico, poniendo el foco en cuestiones socialmente vivas o en el potencial transformador de la educación histórica:

136.E8. Ahí se podría fomentar mucho el hablar de cómo se consiguió el voto de la mujer, cómo se abolió la esclavitud. Y, no sé, yo creo que se debería de encaminar hacia hacer un alumno crítico, que sepa que su voz vale, y que sepa que cualquier persona puede hacer algo grande, aunque todo el mundo esté en contra.

107.E8 Desarrollar en el alumnado la capacidad crítica, que ellos y ellas de manera individual, lleguen a obtener conclusiones y lleguen a decidir y a formarse como ciudadanos, formarse como persona en una sociedad multicultural, intercultural, donde la diversidad ya no solo de etnias, de lenguas, económica, diversidad de clases impera, es decir tener valores como el respeto, la tolerancia, valores como la igualdad, fomentar la empatía, la escucha activa.

Especialmente interesantes son los argumentos que esgrimen los estudiantes con una concepción más crítica de la Historia y una mayor capacidad de impugnación a la hora de valorar y explicar el impacto que la formación inicial ha podido tener en ellos, ya que todos verbalizan en las entrevistas la importancia de la coherencia entre lo que sus profesores les enseñaban y lo que hacían en el aula. Destaca, en este sentido, el papel que los estudiantes del grupo de Artes y Humanidades otorgan a las asignaturas de la mención para modificar o impugnar la manera que tenían de representar la Historia, un aspecto que la investigación educativa viene señalando desde hace tiempo (Coll, Pardo y Pérez, 2014).

106.E6. Vivir la Historia, es algo que me gustaría hacer en un futuro no muy lejano, hacer que mis alumnos vivan la Historia, hacer que mis alumnos se pregunten por qué han pasado muchas cosas con el fin de despertar ciertas actitudes. Si le preguntara a mi profesor de la ESO por qué estudiaba Historia me diría que porque eso es importante, esto es cultura que te va a venir bien. Yo he entendido en la carrera que la Historia va más allá de eso; me ha hecho cuestionarme para qué sirve esa cultura general si luego no la usas de nada. Hace falta despertar valores y actitudes en nuestros alumnos, y la asignatura de Historia es la herramienta idónea para hacerlo […] [Del Grado] me quedo sobre todo con la mención [Artes y Humanidades], con los recursos, actividades, metodologías y ejemplos que hemos visto […] Hemos trabajado fuentes escritas, hemos hecho recreaciones para trabajar la empatía histórica. Me acuerdo que hicimos un trabajo de investigación sobre entrevistas a gente que había vivido el Franquismo o la Segunda República. Eran entrevistas sobre su experiencia en la escuela. Qué hay más enriquecedor que eso […] Cuestionarte por qué suceden determinadas cosas y sacar tus propias conclusiones; yo creo que eso es con lo que me quedo.

4. Conclusiones

Los resultados obtenidos muestran que una formación disciplinar y didáctica más sólida en Historia permite a los futuros y futuras docentes de Educación Primaria generar un discurso más crítico sobre la materia y reflexionar sobre la configuración de unas representaciones que, basadas en la memoria individual y colectiva, a menudo lastran la innovación.

Como hemos podido comprobar, los recuerdos de los distintos grupos de participantes sobre sus etapas de escolarización obligatoria no difieren sustancialmente. Las evocaciones relacionadas con metodologías y prácticas docentes están presentes tanto en los estudiantes de primero como en los distintos estudiantes de cuarto; sin embargo, la forma de aproximarse a dichos recuerdos y de valorar aquellas clases sí es diferente, ya que los estudiantes con mayor formación prestan una mayor atención al rol docente (tanto en la vertiente personal como profesional) y a las metodologías implementadas a la hora de establecer sus reflexiones, dejando en segundo plano otros aspectos como la obtención de mejores o peores calificaciones.

Con respecto a la forma de representar la disciplina y de entender su identidad profesional como futuros docentes de Ciencias Sociales, los estudiantes del grupo de primero, sin ningún tipo de formación en didáctica de la Historia, lo hacen de un modo tradicional, ya que abundan las respuestas vinculadas al código disciplinar, con referencias a la función identitaria o la distribución de una cultura general como elemento de distinción. Aunque son capaces de diagnosticar algunos problemas en el currículum actual, no tienen las competencias ni los conocimientos necesarios para plantear propuestas alternativas ya que, incluso aquellos que lo intentan, acaban reproduciendo, en esencia, los mismos modelos que critican.

Los participantes de cuarto enmarcados en el Grupo Generalista sí son capaces de impugnar los aspectos más tradicionales de la representación social de la disciplina, pero lo hacen fundamentalmente desde una ruptura psicopedagógica y no tanto epistemológica o axiológica. De ahí que en sus propuestas de diseño curricular alternativo predominen los enfoques prácticos centrados en el constructivismo y la incorporación de metodologías activas, pero no tanto el cuestionamiento de los contenidos trabajados y las finalidades perseguidas.

Por su parte, los participantes de cuarto del grupo de Artes y Humanidades, con una formación más profunda en Historia y su didáctica, muestran una visión mucho más crítica de la disciplina y de su rol como docentes. Asimismo, en este último grupo de estudiantes se observa una mayor coherencia entre sus discursos o declaraciones y sus propuestas. Son, además, los que muestran un mayor rechazo, y de forma más argumentada, a los elementos técnicos o tradicionales del marco curricular y de la práctica cotidiana de la enseñanza de la Historia (tanto desde la perspectiva de las metodologías adoptadas como de los contenidos y finalidades perseguidas).

La investigación, pues, confirma que la formación epistemológico-disciplinar tiene incidencia en las representaciones de la Historia y sus usos socioeducativos, de ahí que podamos corroborar la hipótesis inicialmente planteada. Se detectan diferencias significativas, por un lado, entre los estudiantes de primero y los de cuarto y, por otro, entre aquellos que han cursado menciones sin relación con la Historia y los de la mención de Artes y Humanidades. Las entrevistas muestran que a mayor formación didáctico-disciplinar, mayor rechazo a los contenidos y usos más tradicionales y mayor consistencia en sus planteamientos.

Por tanto, este estudio de caso centrado en los estudiantes del Grado en Maestro/a en Educación Primaria de la Universitat de València nos permite afirmar que la formación inicial docente dota de herramientas para plantear alternativas desde una perspectiva metodológica o, incluso, psicopedagógica; pero que, sin una base didáctico-disciplinar específica sólida, difícilmente se erosionan determinados consensos en torno a la concepción de las materias, sus contenidos, sus usos públicos o sus prácticas educativas. De ahí que, pese al aparente apoyo mayoritario de los dos grupos de cuarto a las posturas prácticas y críticas, siga habiendo entre los futuros maestros y maestras de Primaria una cierta perpetuación de determinados contenidos, narrativas y prácticas tradicionales o una vinculación de la innovación con un simple cambio de recursos o estrategias. Todo ello, por tanto, apunta a la conveniencia de establecer planes de trabajo formativo específicos que, más allá de lo metodológico y lo cognitivo, incidan con mayor intensidad en la necesaria reflexión sobre el currículum, los contenidos y el porqué de su enseñanza.

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1 Los resultados de este trabajo derivan de una tesis doctoral titulada Educación histórica, formación inicial docente y pensamiento crítico: representaciones y usos de la Historia en estudiantes del Grado en Maestro/a en Educación Primaria de la Universitat de València y desarrollada en el marco del proyecto de investigación “Las representaciones sociales de los contenidos escolares en el desarrollo de las competencias docentes” (PGC2018-094491-B-C32), financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y cofinanciado con fondos FEDER.