Areas. Revista Internacional de Ciencias Sociales

Nº 41. Monográfico: Experiencias de finanzas populares en el mundo iberoamericano en los siglos XIX y XX: cajas de ahorros y montes de piedad, pp. 7-10.

 

Introducción: Por una historia económica de las poblaciones subalternas de América Latina del siglo XIX al XX

Luis Fernando Saraiva

Instituto de Historia (IHT) de la Universidad Federal Fluminense*

DOI: https://doi.org/10.6018/arics.492061


El filósofo italiano Benedeto Crocce ya había dicho que toda la historia es contemporánea (Ogni vera storia è storia contemporânea), proclamando la supremacía de la historiografía sobre la filosofía de la historia ([1955] 1941). Una declaración similar lo hizo Marc Bloch en su libro póstumo, donde se comprueba el diálogo del pasado movido por las cuestiones del presente ([2002], 1948). Quizás el corolario de esta tradición entre los historiadores fue Josep Fontana, cuando afirmó que todo esfuerzo de los historiadores lleva consigo un proyecto político-social que clarifica el presente y apunta las esperanzas (o proyectos) de una sociedad futura ([1998], 1982).1

Al mismo tiempo, la Historia es una de las ciencias sociales más antiguas, como nos recuerda Fernando Novais (Novais, apud Moraes y Rego, 2002) y, por tanto, desde el siglo XIX, ha entablado un amplio diálogo con estos diversos campos del conocimiento como la Geografía, Psicología, Lingüística, Antropología y Economía. La relación con esta última no siempre fue pacífica, pero el diálogo siempre fue fructífero, particularmente en términos de las causas del desarrollo (o carecía de) en las sociedades pasadas.

A partir de estas dos características de la ciencia histórica, el dossier Experiencias de finanzas populares en el mundo iberoamericano en los siglos XIX y XX: cajas de ahorros y montes de piedad aporta una serie de contribuciones al debate sobre las desigualdades en América Latina y también sobre las formas de superar esta característica llamativa de estas sociedades que surgieron a raíz de la expansión comercial marítima a partir del siglo XVI.

Los orígenes de los estudios sobre el subdesarrollo en América Latina provienen de manera sistemática de los estudios pioneros de la Comisión Económica de América Latina (CEPAL), creados en la inmediata pos Segunda Guerra Mundial, y que construyeron las primeras interpretaciones originales relacionando las condiciones históricas del continente, con su situación periférica de la economía global y las posibilidades concretas de superar esta situación. Las interpretaciones histórico-estructurales de autores como Raúl Prebisch y Celso Furtado, por ejemplo, tuvieron gran importancia en la construcción de políticas estatales desarrollistas en las décadas siguientes (Palma, 1978. Love, 1980) y reconocieron la relación desigual del comercio mundial como “central” en la posición “periférica” de América Latina desde entonces.

Estos estudios destacaron principalmente las externalidades, es decir, los movimientos de la economía mundial que imponen a los países productores de materias primas agrícolas o minerales como dependientes de los flujos de capital de las áreas dominantes, ya sea en Europa o en Estados Unidos. Entre los autores keynesianos que profundizaron los estudios sobre la desigualdad teniendo su origen en las formas de trabajo, destacan las investigaciones de Alfred Conrad y Alfred Meyer (1958) y Evsey Domar (1970). En estos estudios, la esclavitud y la abundancia de tierras son los principales factores que explican la rentabilidad y perpetuidad de la estructura agrario-esclavista que se instaló en el sur de Estados Unidos.

Otro conjunto de trabajos, vinculados principalmente a los estudios de la Nueva Economía Institucional, reflexionó más recientemente sobre los orígenes históricos de estas desigualdades. Entre ellos, destacamos el estudio pionero de Engerman (1973) y Engerman y Sokoloff (2000) sobre las instituciones creadas en el proceso de colonización de EE.UU. y su relación con la productividad agrícola, el tamaño de las propiedades y el uso de mano de obra esclava. Este esfuerzo fue continuado por Nunn (2008), quien señaló la esclavitud africana como el principal generador de desigualdad contemporánea en el país. Tal investigación tuvo importantes consecuencias en los estudios de América Latina y entre ellas podemos destacar la investigación de Naritomi et al. (2012) sobre el caso de Brasil, Melissa Dell (2010) sobre las consecuencias de las formas de extracción de excedentes de las poblaciones andinas, particularmente la Mita y las consecuencias para el Perú contemporáneo, esfuerzo similar al establecido por González y Montero (2010).

En una perspectiva comparada para América Latina, el trabajo de Daron Acemoğlu, Simon Johnson y James A. Robinson (2001) se convirtió en un referente entre los estudiosos sobre el tema de la desigualdad, acercándose a la perspectiva de las instituciones que extraen la riqueza nacional, tanto del Estado como de las construidas por sus élites. Tenemos, por ejemplo, el estudio más reciente de Fujiwara, Laudares y Caicedo (2017) que refuerza la importancia de la acción estatal para reiterar las desigualdades regionales entre Brasil y otros países latinoamericanos.

Lo que la mayoría de estos trabajos tratan de entender es qué instituciones de sociedades pasadas (esclavitud, comportamiento de élite, regímenes agrarios, acciones estatales) tuvieron retrospectivamente mayor importancia (o peso) en el proceso de desarrollo profundamente desigual en América Latina. En este sentido, la mayoría de estos estudios realizan investigaciones ex post, es decir, analizan los resultados del pasado, y no ínterim, analizando la propia dinámica de los procesos estudiados en su propio tiempo.

Una alternativa, o una crítica a las teorías económicas que discutan la importancia de los procesos históricos en la conformación de los países, debe estar sustentada en un conjunto de estudios monográficos que develen los procesos históricos con sus matices, avances y retrocesos de los actores históricos, demostrando que los hechos que se establecieron como verdades inequívocas en una sociedad compleja donde hombres y mujeres actuaban de diversas formas, a menudo resistiendo las tendencias, estructuras e instituciones que les dieron forma y tratando de resistir la fuerza de la gravedad que siempre los empujaba “hacia abajo”.

Este diálogo de algunos temas relevantes para los investigadores de la Historia adquiere gran importancia cuando iniciamos este Dossier en la Revista ÁREAS, que siempre ha tenido una fuerte tradición en la investigación factual y en la presentación de nuevos temas basados en potentes análisis empíricos. El tema de las formas de ahorro popular siempre se ha presentado en la literatura económica como uno de los impedimentos institucionales debido al bajo desarrollo de América Latina y esta tesis ha sido aceptada, hasta hace poco, de forma acrítica por los investigadores en general. Las razones para justificar esta falta de ahorro siempre han sido variadas. Ya sea porque las formas de trabajo (Esclavitud, Mita, Encomienda o Reducciones) impidieron la acumulación de los trabajadores, o por la baja circulación de divisas en estos territorios, o por la propia inexistencia de sociedades que hicieron posible esta economía.

El hecho es que incluso entre los primeros pensadores de la ciencia económica en el siglo XVIII la exclusión financiera es un elemento clave del mantenimiento de la pobreza de amplias capas de la población. Este hecho fue señalado por los teóricos de la Economía Política de finales del siglo XVIII y principios del XIX (Malthus, Bentham, David Ricardo, A. Smith, Say, Delessert, etc.). Los desequilibrios económicos y la pobreza que generaban en los inicios de la Revolución Industrial provocaban importantes focos de inestabilidad social en el mundo urbano. La creación, ideada desde el mundo de la filosofía y de la economía, de entidades de previsión y ahorro se convirtió en una alternativa factible para intentar combatir esta situación y un camino para lograr una utópica “armonía social”.

Las primeras instituciones de este tipo surgieron en las ciudades portuarias alemanas (Hamburgo) y en Gran Bretaña, extendiéndose rápidamente por los principales centros urbanos de Europa entre 1818-1850.

Las relaciones comerciales entre Europa y América también favorecieron el flujo de estas nuevas ideas sobre la previsión y el ahorro, especialmente en los grandes centros portuarios como New York (1816), Boston (1816), Río de Janeiro (1831), La Habana (1840), etc. En América Latina colonial ya existían entidades de crédito prendario para los pobres generadas a finales del siglo XVIII, como eran los Montes de Piedad (México, Lima, Bogotá, etc.) con una experiencia homologable a los que funcionaban en Europa (Italia, Francia, España, etc.) y que se readaptaron en el siglo XIX a nuevo modelo de institución de caja de ahorros, tal y como había sucedido en Europa.

Aunque ya existen varios estudios que muestran la existencia de estas populares instituciones de ahorro en las sociedades americanas desde finales del siglo XIX, como en el estudio de Emerson W. Keyes de 1876, lo cierto es que entre los historiadores no existía una percepción de su importancia para la economía de los territorios donde se establecieron. La mayoría de los estudios que se enfocaron en ellos, solamente reconocieron la importancia de estas sociedades para mitigar las diversas expropiaciones que tenían los estratos más pobres y desatendidos.

Hay sido necesario que la ciencia económica reconociera la importancia del ahorro popular para llamar la atención de los historiadores económicos sobre la dimensión y alcance de estas instituciones. Los dos premios Nobel otorgados a Amrtya Sem (1998 Economía) y Muhamad Yunns (2006 Paz) consolidaron una tendencia a ver en las experiencias de solidaridad y acción colectiva una elección posible y racional entre los individuos y también la importancia y dimensión de las experiencias y las finanzas tienen para las sociedades del presente. En cierto modo, lo que estos dos economistas nos han mostrado es que el ingreso generado por los estratos más pobres de la sociedad es mucho mayor de lo que se medía entonces por el simple hecho de que el número de pobres en la sociedad es muy grande. Como dicen en Río de Janeiro “las favelas son barrios ricos habitados por gente pobre”.

De esta visión contemporánea de que es necesario incluir a los estratos más bajos de la población en la solución de la desigualdad imperante en la sociedad capitalista, surge una nueva historia contemporánea donde las instituciones populares de ahorro en el pasado tuvieron una mayor dimensión, importancia y protagonismo en el pasado de nuestra América Latina. Desde el punto de vista de la historia económica Comín, Martínez Soto y Roldán (2010) y Martínez Soto (2011) analizaron en profundidad el desarrollo de las cajas de ahorros en Cuba y Puerto Rico entre 1840-1898 desde esta perspectiva. En este sentido, el presente monográfico de la revista Áreas recoge el reto de mostrar el estado actual de la investigación y las posibilidades de la agenda de investigación para un futuro inmediato en este ámbito. Los trabajos que recoge muestran un panorama rico en experiencias locales muchas de ellas coincidentes en sus propósitos de la lucha contra la exclusión financiera y el pauperismo a través de las primeras entidades microfinancieras de cuño liberal en América Latina, basadas en la self-help del utilitarismo y en los préstamos benevolentes.

El primer artículo de este dossier es El Monte de Piedad de México: Su origen y desarrollo, de la profesora María Eugenia Romero Ibarra (Universidad Autónoma de México). Su trabajo muestra la importancia y la resiliencia de las instituciones creadas bajo el Antiguo Régimen destinadas a combatir la pobreza y otorgar préstamos a los pobres. Creado en 1774 como el Sacro y Real Monte de Piedad de ánimas de la Nueva España y todavía existe hoy. No cabe duda la importancia de esta institución para los nuevos estudios que ven a la economía popular como una fuente considerable de apoyo al desarrollo, así se aprecia desde el comienzo del texto, cuando la autora señala que:

A lo largo de más de doscientos años, durante los cuales acompañó a la historia del país en sus múltiples facetas y dificultades, el Monte de Piedad no solo ha proporcionado alivio económico a la población, sino que en ocasiones ha contribuido al desarrollo económico mediante préstamos refaccionarios a empresas mineras, agrícolas, ganaderas, así mismo ha contribuido en diversos momentos a sostener las finanzas públicas.

El segundo artículo presentado es A primeira Caixa Econômica da Bahia: Gênese e atividades iniciais (1834-1850) del profesor Augusto Fagundes da Silva dos Santos (Universidade Estadual de Feira de Santana) que demuestra que los orígenes de una de las instituciones financieras más antiguas y longevas de Brasil (Banco Económico de la Provincia de Bahía) tuvo sus orígenes en la asociación de grandes comerciantes establecidos en la ciudad de Salvador y que muchos de ellos habían formado parte del Santa Casa de Misericordia de esa ciudad. La acción caritativa y cristiana de esta asociación, que se originó en la época medieval portuguesa, tuvo un papel importante en el mercado crediticio de la ciudad hasta finales del siglo XVIII y, cuando las relaciones económicas se modernizaron durante el proceso de independencia y construcción del Estado en la primera mitad del siglo XIX, Estos mismos comerciantes crearon una Caja de Ahorro (1834), inspirada en la primera Caja fundada en la Capital del Imperio, ciudad de Río de Janeiro. Esta Caja de Ahorro en realidad funcionó como un Banco Comercial, incluyendo allí numerosas transacciones financieras, pero el discurso popular o filantrópico fue fundamental para ganarse la confianza y respetabilidad de esta institución y nos muestra cómo siempre ha habido un gran aprovechamiento de las actividades económicas de los más pobres para lograr respetabilidad e incluso algo de dinero.

El siguiente artículo es Da Corte às Províncias: O desenvolvimento das Caixas Econômicas Provinciais no Império do Brasil (1874-1889) del profesor Thiago Alvarenga de Oliveira (Universidade Federal Fluminense) demuestra el proceso de expansión de la segunda Caja de Ahorro de Río de Janeiro (la primera de carácter público), fundada en 1861 y que, a partir de 1877, comenzó a expandirse a las demás provincias del Imperio brasileño. A pesar de la centralidad económica de Río de Janeiro, el crecimiento del ahorro popular en otras regiones del imperio y el uso que las autoridades hicieron de estos valores jugaron un papel significativo en el financiamiento del gasto público. El autor también nos recuerda que este proceso de expansión se dio en competencia con otras instituciones privadas que ya existían y que competían por el ahorro popular.

El texto Iguales problemas, idénticas soluciones. El Monte de Piedad de Buenos Aires y su respuesta a la usura (1877-1904), de la profesora Graciela Mateo Prieto (Universidad Nacional de Quilmes) recupera el esfuerzo del Monte de Piedad de Buenos Aires de ofrecer crédito a tasas de interés asequibles a los sectores más pobres de la población de Buenos Aires y cómo este esfuerzo fue importante para el desarrollo de la ciudad más importante de Argentina en un momento de gran expansión de su economía ganadera a nivel internacional. El estudio muestra una vez más cómo asociaciones como el Monte de Piedad pueden transformarse en instituciones de microcrédito, actualizando sus funciones. El hecho de que en 1904 Monte se transforme en Banco Municipal de Préstamos de la ciudad de Buenos Aires refuerza para los grupos dirigentes la necesidad y participación de los trabajadores inferiores en la construcción de la economía argentina.

Entrando en el siglo XX el trabajo La Caja Nacional de Ahorros y la banca estatal: un caso exitoso de economía asociativa entre cajas financieras en Chile, c. 1920-1950 do profesor Ignacio González-Correa (Universidad de Santiago de Chile) muestra cómo los orígenes de Banco del Estado de Chile en 1953 fueron el resultado (e fusión) de tres instituciones – la Caja Nacional de Ahorros; la Caja de Crédito Hipotecario y la Caja de Crédito Agrario. El ahorro popular llegó a amplios sectores de la sociedad chilena durante el período de estudio (primera mitad del siglo XX). La dimensión que la Caja de Ahorro tuvo para la economía chilena hace una hipótesis importante, que una parte significativa de los préstamos a los grupos política y económicamente dominantes tuvo, en su origen, el dinero de las clases populares.

El último artículo De las Building Societies al Crédito Recíproco: una aproximación al ahorro y préstamo para viviendas en Argentina, 1935-1949, del profesor Juan Lucas Gomez (Universidad de Buenos Aires). El autor estudia las empresas argentinas S.A. que adoptaron el modelo inglés de Building Societies y se denominaron Crédito Recíproco entre 1935 y 1949 (en pleno período de industrialización por sustitución de importaciones). Estas instituciones crearon mecanismos de generación de ahorros de parte de los sectores trabajadores, así como los cruces entre los intereses económicos y sociales de los empresarios involucrados cumpliendo un papel expresivo en el financiamiento de las casas populares y el proceso de modernización capitalista en Argentina, incluso antes del proyecto peronista que se iniciará en este período.

Vistos por separado, cada uno de los artículos aquí presentados ya innovan en la Historia Económica de sus respectivos países, llamando a historiadores y economistas a profundizar en sus investigaciones. Vistos de manera comparativa, los estudios aquí presentados imponen una agenda de investigación donde las formas de ahorro popular conformaron una fuente importante de recursos económicos para la economía de los distintos países latinoamericanos.

Estos ahorros permitieron reducir las desigualdades en algunos casos, permitieron el enriquecimiento de los grupos de interés en otros, incluso ayudaron a financiar la deuda pública y contribuir al desarrollo económico. Como se deduce de una lectura atentan de estos trabajos, estas entidades no fueron irrelevantes y de poca importancia, como la literatura especializada, hasta hace poco, había tratado de transmitir o incluso ignorar su papel. Las actuales instituciones microfinancieras que abundan por todos los países latinoamericanos, no surgieron de la nada, existió toda una experiencia histórica que con frecuencia fue ignorada. Como ha mostrado T. Guinnane (2011), las entidades históricas, como las que se analizan en este monográfico, pueden ofrecer importantes lecciones y soluciones a los problemas de las actuales entidades microfinancieras.


Bibliografía


ACEMOĞLU, Daron; JOHNSON, Simon y ROBINSON, James A. (2001): “The colonial origins of comparative development: An empirical investigation”, American Economic Review, 91 (5), pp. 1.369-1.401.

ARITOMI, J., SOARES, R. y ASSUNÇÃO, J. (2012): “Institutional Development and Colonial Heritage within Brazil”, The Journal of Economic History, 72(2), 393-422. doi:10.1017/S0022050712000071

BLOCH, Marc (2002): Apologia da História ou O Ofício do Historiador. Rio de Janeiro, Jorge Zahar.

COMÍN, F.; MARTÍNEZ SOTO, A.P. y ROLDÁN, I. (2010): Las Cajas de Ahorros en las provincias de Ultramar. Cuba y Puerto Rico 1840-1898. Madrid, FUNCAS.

CONRAD, Alfred H. y MEYER, John R. (1958): “The economics of slavery in the ante bellum South”, Journal of Political Economy, 66 (2), pp. 95-130.

CROCE, Benedeto (1955): Teoria e História de la Historiografia. Buenos Aires, Escuela.

DOMAR, Evsey D. (2017): “The causes of slavery or serfdom: a hypothesis”, en Damian Alan Pargas y Felicia Roşu (eds.), Critical Readings on Global Slavery. Leiden/Boston, Brill, pp. 43-57.

FONTANA, Josep (1998): História: análise do passado e projeto social. Bauru (São Paulo), Edusc.

DOBADO GONZÁLEZ, Rafael y GARCÍA MONTERO, H. (2010): “Colonial origins of inequality in Hispanic America? Some reflections based on new empirical evidence”, Revista de Historia Económica-Journal of Iberian and Latin American Economic History, 28 (2), pp. 253-277.

GUINNANE, T. (2011): “The Early German Credit Cooperatives and Microfinance Organizations Today: Similarities and Differences”, en Beatriz Armendariz y Marc Labie (eds.), The hadbook of Microfinances. London, World Scientific, pp. 77-100.

KEYES, Emerson W. (1876): A History of Savings Banks in the United States from their inception in 1816 down to 1874. New York, Bradford Rhodes.

MARTÍNEZ SOTO, Ángel Pascual (2011): The First Savings Banks in Latin America: Cuba y Puerto Rico (1840-1898). Bruxelles, ESBG-WSBI.

MORAES, José Geraldo Vinci de y REGO, José Marcio (2002): Conversa com Historiadores Brasileiros. São Paulo, Editora 34.

PALMA, Gabriel (1978): “Dependency: a formal theory of underdevelopment or a methodology for the analysis of concrete situations of underdevelopment?”, World Development, 6 (7-8), pp. 881-924.


1* E-mail: saraivalf@uol.com.br. Orcid Id: http://orcid.org/0000-0002-2795-538X.